Nación Young

Capítulo 17 El beso

Gregory había decidido iniciar su camino revelándole sus sentimientos a Alana. Una parte de él le decía que la joven correspondía a ellos, pero sabía que podía ser una ilusión de su parte.

La buscó por los alrededores, pero le dijeron que ella no estaba cerca que la vieron ir a la cascada, si deseaba meditar en alguna cosa ese era un buen lugar, aunque sabía que poco estaría dada a ese menester.

Cuando la vio estaba escribiendo y parecía muy emocionada con lo que hacía pues sonreía, se fue acercando sin ser visto y mientras más la contemplaba su corazón se regocijaba en su dulzura, delineaba sus facciones en su mente.

No era la típica joven de aldea, tenía cierta clase, cierto señorío y una altanería hiriente que lejos de restarle méritos la hacía más grata a sus ojos.

Alana lo había cautivado de una forma sorprendente, desde que la conoció sintió que solo ella podía hacerle hervir la sangre de una manera sorprendente.

Alana era una guerrera ante todo y la deseaba para él. Muchas veces escuchó a su padre decir que el amor que sentía por su madre era como el fuego eterno, que sin ella se sentía incompleto, lejano, perdido, pues él sentía así.

Eran muchas cosas para ser ignoradas por su corazón, siempre fue lejano y frío con todas las mujeres, pero hete aquí solo fue ver Alana frente a él con su aire de rebeldía para caer flechado por su encanto singular, su valentía solo era un valor agregado a su encanto. Toda compañera de un Arcano debía tener ciertas cualidades, entre ellas el carácter suficiente para dominar situaciones difíciles y Alana era de ese tipo de mujer, además de saber encender el corazón de un hombre como él.

Alana estaba escribiendo un cuento de su tierra, la Bella Durmiente, le había hecho modificaciones propias de su imaginación, pero el sentido de la historia era el mismo: la princesa que se despierta con un beso.

Leía en voz alta su trabajo, sin darse cuenta de que Gregory la escuchaba detrás de un árbol, sonrió por lo que escuchaba, no sabía si era verdad todo eso, pero lo sintió muy interesante y más cuando la joven dijo:

—Y el príncipe se acercó a la cama donde Bella dormía su encantamiento de cien años, acercó sus labios a los de Bella y le dio un beso de amor que despertó a la joven. Entonces una nueva historia nació para los dos que vivieron felices para siempre.

Sonrió divertida y le puso el punto final cuando Gregory se le acercó y le preguntó:

—¿Y qué paso después?

Alana se sobresaltó de verlo.

—Me asustó.

—Dime el final.

—Ese es el final, vivieron felices para siempre.

Entonces le preguntó.

—¿Ella despertó por un beso?

—Sí, de un sueño de cien años.

—Era una hembra bastante vaga sin duda.

Alana sonrió y le explicó.

—Estaba hechizada, señor.

—¿Sacó algún pez del agua con magia?

—Eso solo es posible para las reinas de las cosechas.

La astucia de Alana lo tenía encantado, por eso le preguntó con picardía.

—¿Usted cree que un príncipe tenga tal poder con sus besos?

Era una pregunta muy especial, porque creía que en Young todo podía suceder, hasta que un príncipe despertara mujeres hechizadas con besos, por eso dijo inquieta.

—Usted es un príncipe…

—Lo soy, mas no sé si tenga ese tipo de poder y tampoco tengo ese tipo de pretensiones.

—Aquí en Young todo es posible.

—Sí, pero no hay una princesa dormida.

Alana recordó a Esther y le dijo al joven.

—Esther…

—Esther es una cría inmadura y no la besaría por nada.

La joven estaba impresionada con sus palabras por eso le dijo.

—Se supone que un príncipe se debe casar con una princesa, aunque…

—¿Aunque?

Recordó el caso de muchas personas de la realeza que se casaban con gente plebeya, eran casos que se estaban multiplicando.

—En mi tierra he visto casos de príncipes que se casan con plebeyas.

—Ese es el sueño de toda hembra ¿Cuál es su sueño?

Alana sabía lo que deseaba más que nada, su sueño estaba frente a ella, había intentado obviar ese sentimiento pero ahora se estaba desbordando y no sabía cómo contenerlo.

—A veces creí estar enamorada, pero nada se compara con este sentimiento que albergo en mi corazón.

—¿Está enamorada? —se acercó a ella.

Ella miró las hojas.

—Debo entregarle este cuento a Marlene se lo debe leer a los niños en la hora de jornada.

—Detesto cuando alguien no responde mis preguntas.

Alana se vio en un predicamento y le dijo.

—Hay cosas que son muy íntimas y especiales en la vida y no se pueden decir…

Entonces, Gregory golpeó un árbol y dijo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.