Nación Young

Capítulo 18 Casio mi enemigo

Gregory se dirigió al único lugar en donde sus pensamientos podían serenarse: el aire.

Eljiah sabio y conocedor de los cambios de humor de su amo, podía percibir una rabia muy intensa en él, por eso preguntó.

—¿Qué te molesta, querido amigo?

Tardó en responder, pero cuando lo hizo usó un tono duro.

—Me siento engañado.

—Puedo aventurarme a decir que cierta hembra de cabello castaño te tiene en ese estado.

—Alana me engañó.

Sorprendido el dragón le preguntó.

—¿En qué sentido?

—Alana ama a Casio —y al decirlo parecía escupir cada palabra—. Ama a ese blandengue, es su prometida.

Eljiah continuó sorprendiéndose con esas revelaciones y, sin embargo, comentó curioso.

—Curioso, muy curioso lo que me dices —dijo el dragón—, no imagino a Casio siendo el amor de Alana, me parecen personalidades tan diferentes.

Gregory hizo una mueca con ese comentario, él tampoco imaginó que alguien como Alana se enamorara de ese tulipán en flor, por eso dijo.

—Pues es así —entonces dijo rabioso—, creía que había encontrado ese bálsamo para mi soledad y ella ama a Casio.

—¿Ella te lo dijo?

Gregory tardó en responder, y lo hizo de esta manera.

—Ella y yo tuvimos un acercamiento, nos besamos —hizo una pausa—, luego me dijo que se debía a otro.

—A Casio.

—No dijo nombres.

Eljiah estaba confundido y no solía confundirse con las palabras de su amo, así que le preguntó.

—¿Entonces cómo te enteraste del romance?

—Por Esther, claro está, ella me lo dijo hoy en la tarde.

—No lo entiendo, Gregory ¿Por qué Alana no te diría el nombre de su amor y Esther sí?

—¡Qué sé yo de las hembras Eljiah! —dijo molesto—, mira lo que me sucedió con Alana, nos besamos y fue intenso, me sentí correspondido y ella me sale con eso.

—Muy raro —murmuró Eljiah.

¿Quién era Casio? Un príncipe. Un alfeñique de príncipe—pensó Gregory—, delgado como un alambre. Si tenía volumen era por la cantidad de tela bombacha que usaba en su cuerpo, no sabía coger una espada, peor una lanza, solo bailaba al son de la música y en eso era diestro.

Gustaba de la vida relajada, de las comidas elaboradas, sabía de vinos, de platos exóticos, de telas y flores. ¡Por el Creador! Era una persona vacía y esa corona ¡cómo odiaba esa corona en su cabeza! Y sus modales y todo lo de él y más cuando lo desafiaba a jugar damas reales y le contaba esa historia de que su reino había ganado una guerra jugando damas reales.

Pensó en declararle la guerra, pero con lo débil que era, no valía ni el esfuerzo. Entonces pensó en incluirlo en los torneos arcanos, si lograba convencerlo de una pelea cuerpo a cuerpo y lo ridiculizaba delante de Alana.

Tal vez se desilusionaría de él; después de todo una hembra aspira verse amparada y protegida por un gallardo caballero y él era un gallardo y robusto caballero—sonrió— iría tras ese plan inmediatamente.

**

Alana no tenía muchos ánimos de aprender damas reales esa tarde, una profunda tristeza embargaba su alma.

Si bien la flor había resistido y ya se le notaban más raíces y su esplendor continuaba en aumento, cada vez que la veía era como mudo testigo de un amor al que no pudo corresponder.

Casio se fijó en sus ojos cafés bastante tristes y le preguntó.

—¿Alana os pasa algo?

—No he tenido buenos días.

—Debe ser terrible tu sanción —entonces dijo—, hablaré con Esther al respecto.

—Descuida, ¿puedo hacerle una pregunta?

—Claro.

—¿Se ha enamorado alguna vez?

Casio suspiró y recordó que cuando tenía seis años fue comprometido con una princesa de otro reino y le respondió.

—La verdad, Alana. Me he enamorado de una mujer a la que adoro, pero que no me ve con ojos de amor.

—Lo lamento.

—Es bueno hablar de eso… cuando era niño fui prometido a una princesa, teníamos que casarnos cuando cumpliéramos los dieciséis años, pero esto no se dio.

—¿Por qué?

—Cosas de la vida… hui de mi casa por ese motivo y vine a dar a Young, se puede decir que fue algo fortuito, pero me siento en paz, ¿gustas de alguien? —la vio asentir y entonces se aventuró a decir—. Déjame adivinar… es alto, robusto, aguerrido, prepotente, valiente y es un príncipe ¿Verdad?

Alana enrojeció de la vergüenza y Casio sonrió.

—Fue solo ver a Gregory para notar que está interesado en ti y tú en él, digámoslo así, querida amiga, sois evidentes.

—¡Por Dios!

—No debes apenarte, el amor es así, franco y visible —entonces comentó—, con decirte que dejó de lado su orgullo y me pidió consejos para conquistarte.




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