Alana tocó una de las campanas de emergencia y todo Young se alteró. Gregory se asomó inmediatamente y vio a las arpías en un número considerable y alertó a su grupo para la defensa:
—¿Cómo no las vimos venir?
—Parecía una nube — dijo Notre—, eso es lo que era hace un momento.
Las mujeres corrían despavoridas y los niños eran puestos a resguardo, Alana tomó a Rubén y lo llevó al interior del palacio.
—Quédate aquí Rubén, afuera es peligroso.
Ella vio que se acercaban y su corazón tembló, pero se alteró al recordar las palabras del ángel sobre Gregory.
Las arpías llegaron en masa y atacaron Young, había muchos gritos de terror por las calles, algunas de esas criaturas llegaron cerca de donde ella estaba.
Eran de temer con sus garras de aves de rapiña. Alana, contenía el aliento escondida dentro del palacio, pero el olfato de esas criaturas era muy agudo.
—Huelo… huelo —decía una afinando el olfato—, huelo a un niño muy gordito y sabroso… Huelo, huelo a una hembra muy deliciosa —daba vueltas hasta fijar el aroma—, y están… ¡están aquí!
Los descubrió, lo que no previó es que Alana la esperase con un palo con el que le pegó en la cara:
—¡Corre, Rubén! —gritó ella.
El niño corrió aterrado, pero fue atrapado por una de las arpías en vuelo.
—Ya tengo mi almuerzo.
El pequeño gritaba despavorido en lo alto. Alana vio cómo se alejaba de ella y gritó.
—¡Nooo! ¡Devuélvanlo!
Una arpía se acercaba con una espada detrás de ella lista para darle muerte y Gregory salió detrás de ella y le dio muerte con su espada.
Alana se volteó y lo vio.
—¡Gregory!
—No es tiempo para saludos, debes entrar al palacio ya.
—Rubén… —señaló al cielo.
—¡Otra vez ese crio del demonio! —rugió.
Lionesa lo había visto y dirigió su ataque hacia él.
—¡Es el príncipe Arcano, id por él!
Gregory no se esperó enfrentar a tantas arpías él solo y temió por Alana:
—¡Vete, Alana!
—¡Nunca!
—Vete… —la empujó.
Alana cayó dentro de uno de los pasillos y vio como lo atacaban, su corazón se contrajo y buscó defenderse, cerca había una armadura reluciente y completa que adornaba el pasillo, sacó la espada y miró su filo y salió en su defensa.
Nunca se había enfrentado a ese tipo de criaturas, eran como aves sobredimensionadas, sus garras eran capaces de desgarrar la carne con facilidad.
Alana se defendía bien y trataba de llegar a Gregory, mientras los hombres del príncipe arcano se habían dado cuenta de lo sucedido y ya iban en su auxilio.
La hija de Lionesa se enfrentó a Alana, sus movimientos eran letales, logró tirarle la espada que sonó a varios metros de la joven, por lo que no tenía defensa.
El porte de Liona era diferente al de todas, era una futura reina y tan letal como su madre, la arpía llena de odio la hirió con sus garras en el brazo, pero su real propósito era desfigurarle el rostro a la joven humana.
—¿Y ahora pequeña que vas hacer? Eres un ratón para mí.
Alana se arrastraba lejos de ella, sintiendo como su brazo se entumecía y de repente alguien le tiró una espada muy cerca que ella tomó rápidamente y le dijo a la criatura que no esperó ese movimiento.
—Haré esto bruja —se la clavó en el vientre.
El grito de la arpía fue desgarrador y Alana le enterró más la espada, se levantó con dificultad.
Gregory no tenía armas para defenderse, fue él quien le tiró la suya. Las arpías lograron maniatarlo y aturdirlo con su veneno y llevarlo con ellas.
—¡Gregory!
—¡Alana! ¡Alana! —decía él mientras el veneno surtía efecto en su cuerpo—, te amo…
Alana corría detrás de ellas con los brazos extendidos al aire y gritando su nombre con desesperación, fue interceptada por los hombres de Gregory que la cubrieron con sus escudos y la llevaron con ellos.
**
En todo Young se vivió momentos de terror varios jóvenes habían sido desgarrados y devoradas sus entrañas.
Las responsables habían muerto, otros fueron raptados, principalmente niños indefensos. Alana lloraba desconsoladamente aferrada a la espada que fue de Gregory mientras los arqueros arcanos daban cuenta de las arpías que caían atravesadas a suelo de Young en donde por magia o por un encantamiento estas se convertían en polvo.
Eljiah rugía y con su aliento de fuego calcinaba a cuantas arpías se le cruzaban en el camino, otras veces devoraba a estas y daba colazos mandando cientos de arpías contra las rocas.
Young estaba ganando la dura batalla y los enemigos tuvieron que retirarse de allí a los pocos momentos.
Aldem se le acercó bastante preocupado por su estado y le preguntó.
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Editado: 14.11.2025