Nación Young

Capítulo 22 Cautiverio: Recuerdos invaden la mente de Gregory

La fiebre era tan intensa que sentía que su cuerpo ardía en un fuego devorador de entrañas.

A lo lejos escuchaba las celebraciones de esos monstruos y gritos de personas en cautiverio se sentía en un infierno.

Intentó moverse pero el veneno estaba en su sistema paralizándolo, un efecto del veneno era los dolores intensos en las extremidades, sus brazos le dolían intensamente, tenía que hacer algo para poder bloquear el dolor… Recordar, solo los recuerdos podían en ese instante borrar de su mente toda esa pesadilla.

Recordó sus días en el reino Arcano, eran buenos días, mucho sol, playas a su entera disposición, aventuras a la orden del día, juegos con sus compañeros de armas.

Los días en la escuela militar aprendiendo el arte de la defensa y el ataque.

Días viendo a su padre partir para batallas diferentes, a su madre despidiéndolo desde el balcón, escuchándola sollozar por las noches y rezando por la seguridad de su padre y hermanos. Días en la vida de un arcano normal…

La historia de un joven impetuoso

Recordó el día en que no pudo acompañar a su padre y hermanos a una batalla porque tenía obligaciones que cumplir en el reino.

Debía aprender sobre la dirigir el trono, pues en los planes de su padre estaba que él sería el próximo rey del imperio arcano, no era que la idea le gustase del todo, pensaba que no debía tomar el reino teniendo a su hermano mayor, Arold como primogénito; sin embargo, su padre tenía otros planes y vio en él todas las cualidades idóneas para ser el futuro rey Arcano.

Visitar provincias, estar al día en las necesidades de la gente arcana; conversar con los encargados de las cosechas en fin todo lo que un rey debía de aprender y tolerar.

Sin embargo, hubo un evento trágico que aconteció meses después…

Recibió un telegrama urgente diciéndole que su padre había sufrido una emboscada y estaba mal herido.

Gregory fue a verlo inmediatamente, lo encontró vendado y guardando reposo, rodeado de sus hermanos:

—¿Qué le sucedió a mi padre?

—Una emboscada —le explicó Baldad— casi lo matan, no nos lo esperábamos.

Gregory se acercó a su padre que dormitaba.

—¿Padre puede escucharme?

—Gregory… Gregory, hijo mío —dijo adolorido.

Y su padre le dio una mala noticia.

—Gregory debes de ser fuerte…

—Padre —se detuvo al verlo— ¿Qué sucede?

—Notre te necesita… Su padre murió salvando mi vida.

Esto lo sacudió fuertemente, el conoció a Nazid, fue su maestro muchas veces y su amigo, creció con sus mimos y con su respeto, era pues, como un segundo padre y Notre, como un hermano para él, sintió un dolor muy grande en su corazón al saberlo muerto.

Fue a ver a su amigo que rendía homenaje a su padre caído encendiendo una vela verde, la señal que todo arcano encendía para que el Creador guie el alma del caído a su camino al otro mundo.

—Notre…

El joven contemplaba la llama de la vela que era intensa, una buena señal según decían, entonces le dijo con voz ronca.

—Señor… Mi padre se ha ido, era un buen hombre, murió haciendo lo que mejor sabía: defendiendo a su rey amado, me siento orgulloso de ser su hijo, aunque me hará mucha falta.

Gregory se conmovió con sus palabras y le dijo.

—Notre, cuánto lo siento —palmeó su espalda—, jamás imaginé que todas estas guerras pudieran afectar a los seres que amamos.

—Después de todo ese es el fin de las guerras.

Estaba molesto por todo lo sucedido, la sangre de soldados arcanos estaba derramada y no bastaban los funerales con honores que correspondían a los generales y gente de confianza de su padre, o simplemente los días de luto que se obligaba a tomar al pueblo. La pena y el dolor de muchos hijos estaban presentes.

Los días pasaron y Notre se consoló de su perdida, aunque estaba solo tenía un lugar en la familia real y todos lo trataban como a uno más. Sin embargo, su padre, ya repuesto de sus dolencias, llegó a él entusiasta con una noticia.

—¡Alístate, Gregory!

—¿Qué sucede padre?

—Ha estallado una guerra entre el reino de Val y el de Teobaldo, un pozo de Teo ha sido profanado. Como sus amigos debemos apoyarlo.

Gregory estaba sorprendido de las banalidades de la guerra.

—¿Se pelean por un pozo de agua?

—Es un lío grueso ¡Anda vamos!

—No iré, padre.

Erick miró a su hijo sorprendido, normalmente sus hijos al son de guerra se llenaban de un entusiasmo inusitado, pero Gregory era diferente, muy raro, por cierto:

—Hijo es una guerra…

—Si el rey Teobaldo se sentase a dialogar con Val se solucionaría todo esto.

—Gregory todo reino debe mostrar su poderío por causas justas…

—El diálogo también es una forma justa de solucionar todo esto.




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