Esther estaba despechada con el romance de Alana y Gregory, los veía tan compenetrados.
Ella no imaginó que Gregory pudiera sentir de esa manera tan profunda, así como hubiese soñado ser amada, porque Esther era una mujer muy soñadora y hacía mucho tiempo que había dejado de soñar.
Esther pertenecía al reino de Baltimore, un reino bastante antiguo y de muchas tradiciones. Su madre la tuvo a la edad de oro de las muchachas quince años y desde su nacimiento tuvo muchos pretendientes, pues su madre era una bella mujer.
La joven creció con mimos y fue educada en el arte del canto, del bordado y los idiomas, lo propio en una señorita.
Cuando tuvo los siete años le dieron por compañera a Lena y prácticamente crecieron como hermanas. Por Lena ella llegó a leer los consabidos libros prohibidos, estos eran libros eróticos o románticos, en donde se describían actos amorosos ardientes, además de romances turbulentos en donde al final el amor triunfaba por sobre todas las cosas.
Creció siendo una princesa muy hermosa y tenía privilegios de futura reina; sin embargo, su espíritu romántico esperaba con ansias el conocer al futuro dueño de su corazón y de repente se vio envuelta en un negocio de intereses.
Como se acostumbraba en esos reinos se hacían pactos matrimoniales y su virtud fue negociada al mejor postor y ya había un ganador ¿Y si no le gustaba ese sujeto? Nadie pensó en ese detalle, hasta su madre le dijo.
—Una mujer de cuna no debe elegir, si tiene padres que elijan por ella.
Eso fue el colmo, no podía elegir a nadie y toda la basura que leía sobre mujeres que al ver al dueño de su corazón se emocionaban hasta lo indecible.
Vivían tórridos romances y aventuras, luchaban por su amor y hasta huían en su nombre.
Ella deseaba poder elegir al amor de su vida y ahora tenían decidida su suerte.
Huyó sí, no fue fácil hacerlo, tuvo que ingeniárselas para escapar con bien de la guardia real. Lena negoció su huida con un mercader que había llegado al puerto y apenas pudo se fue oculta en una noche de tormenta, pagaron el precio acordado y fue dejada en un puerto de mercaderes.
Ella ignoraba los peligros de un viaje sin compañía masculina y pronto fue tomada como prisionera por unos comerciantes de mujeres, sus joyas confiscadas y la embarcaron con rumbo a… ella desconocía su destino, pero quiso el Creador que el barco sucumbiera en tierras húmedas.
Ella y su amiga pudieron salir bien libradas, otro regalo de la providencia fue que el barco se hundió y que pudo tomar muchas cosas que esa gente había robado, luego se vieron en medio de una selva y no sabían qué hacer ni a donde correr.
Caminaron por días por ese lugar, después de muchos días llegaron a Young, fue todo tan majestuoso y ellos la recibieron con tanto alborozo, luego mandaron por lo que había quedado en las cuencas de los ríos.
Una aventura que cambió su vida para siempre, pero lejos de volverla fuerte y aguerrida capaz de luchar por sus anhelos, la comodidad de la que gozó fue aplanando esos bríos que conquistó con su escape, pronto los convencionalismos de sus padres se filtraron en su pensamiento y forma de obrar.
Volvió a ser distinguida e incapaz de hacer cosas impropias de una princesa. Supuso que era eso lo que la separaba de Gregory, él deseaba una princesa o una mujer capaz de demostrarle su amor libremente y ella no era esa mujer, nunca lo sería, aunque se esforzara.
En cambio, Alana era decidida y hasta descarada en sus actos, aunque la joven era una plebeya había demostrado nobleza y fuerza en su ser ¿Y ella? No había conseguido nada solo el desprecio, por eso iba a jugársela última carta contra la joven intrusa y esperaba que todo saliese a favor de ella.
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Después del torneo, Aldem se apersonó a la guardería para presentarse como el nuevo tutor de Rubén, por una parte, el volver a entrar allí le traía recuerdos tristes, más su misión la juzgo noble, pues le daría la oportunidad de poder enseñar a un pequeño desconocido un poco de la historia arcana.
Rubén estaba impresionado por el porte del sujeto y por la seriedad de sus actos, más cuando este lo llevó al cuartel y se vio como un futuro soldado, saltó de la felicidad y corría por todo el lugar simulando el vuelo de un ave de canela.
Tuvieron que llamarlo al orden y enseñarle disciplina, pero de eso se encargarían los arcanos.
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Alana recibió una nota de Esther para tomar té en los jardines de palacio, ella sonrió complacida, pues solo cosas buenas estaban sucediendo a partir de ese punto, por eso fue con unos bocaditos muy ricos para comer.
Esther la esperaba con el servicio ya dispuesto por Lena y el té humeante.
—Alana toma asiento, por favor —le dijo.
—Gracias.
Lena fue en busca del príncipe arcano para que presenciara la caída de Alana, este se encontraba pasando reportes cuando la joven entró con el mensaje.
—La princesa Esther lo espera en los jardines de palacio.
—Sobre ese asunto, no tengo nada que hacer allí —dijo él.
—Creí que el príncipe arcano deseaba presentar a su padre una mujer digna de ser llamada hija de la casa real.
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Editado: 14.11.2025