Nación Young

Capítulo 28 Intriga al descubierto

Alana recibía una sorpresa desagradable cuando Aldem llevó de la mano al pequeño Rubén que lloraba desconsoladamente por el abrupto cambio a la guardería.

—Lamento tener que devolverlo, pero el príncipe no desea verlo en el cuartel.

—Rubén, mi niño —lo abrazó—. No tenía que hacer eso, el problema era conmigo y no con él —prorrumpió en llanto y le dijo al soldado—, no creí que esto fuese posible…

Aldem que conocía el orgullo y sabía que este era el peor de los males en un arcano comentó.

—Señora, sé que ustedes tienen problemas; sin embargo, también sé que se pueden solucionar.

—Esto no —meneó la cabeza negativamente—. Gregory demostró que no me ama y que su amor es débil.

—Lo siento, mucho, el orgullo es el mal de todo arcano, es inevitable padecer de él.

Aldem se retiró muy triste a los cuarteles, apenas llegó fue interceptado por y Rutia que lo detuvo.

—¿Y el pequeño?

—El príncipe ordenó que lo sacaran de los cuarteles.

—Esto no me gusta nada.

—A mí tampoco, creo que el príncipe se ha visto mal influenciado por alguien que no lo quiere bien.

—Es verdad, Aldem y lo peor es que ese alguien no lo ama realmente —vio su desconcierto y le dijo a su compañero—, descuida, Aldem, pronto todo va a tener solución y gracias por tu labor.

Ella fue a ver al príncipe que estaba de un humor de miedo y hasta Notre se veía muy serio con lo sucedido, es más estaba apoyado contra la pared esperando pacientemente que el genio de oso de su jefe se disipase, al ver llegar a la joven le advirtió.

—No te recomiendo entrar ahora.

—¿Tan mal esta?

—Parece un oso —dijo serio—, lo de Alana lo tiene muy mal.

—Debo verlo, aunque me exponga a un maltrato.

Tocó y entró, Gregory rayaba la mesa con su daga y le dijo con respeto.

—Señor, necesito hablarle.

—Ahora no Rutia —dijo cogiéndose la cabeza—, no es un buen momento.

—Es importante… Es sobre ese día…

Gregory fijó sus ojos verdes en ella y estos estaban llenos de rabia y dolor. La joven se sentó frente a él y no esperó a que le dijera si eso era bueno o malo.

—Sé que ese día le tendieron una trampa a Alana —vio que se incomodaba con el diálogo—, lo vi todo. No es la primera vez que Esther lo hace, creo que ella la tiene en mal, son celos, señor.

—¿Celos?

—Es el típico comportamiento de una hembra celosa, por eso vine a proponerle un trato, si ella puede jugar ese juego nosotros también.

Eso interesó a Gregory que lo que más ansiaba era poder restablecer sus relaciones con Alana y le preguntó.

—¿Y eso me puede hacer recuperar el amor de Alana?

—Podemos intentarlo, ¿Usted le ama?

—Con toda mi alma —dijo incómodo—, pero lo arruiné todo.

—Si hay amor de por medio podemos lograr recuperar las cosas —se levantó resuelta—, confíe en mí.

Entonces le refirió su plan, sonaba ambicioso y arriesgado, pero valía la pena llevarlo a cabo.

**

Esa mañana, Esther cambiaba las flores de los jarrones del palacio, Lena sostenía los diferentes buques de rosas, que reemplazarían a los viejos, que lucían bastante maltratados y opacos.

Su entusiasmo era grande y hasta cantaba de felicidad, ambas celebraban el triunfo obtenido sobre Alana, y la joven princesa comentó.

—¿No son hermosos los días en Young?

—Últimamente son muy alegres…

—Tengo tantos planes, Lena, siento que soy capaz de lograr cualquier cosa.

Rutia se les acercó solemne y ellas le prestaron atención.

—Señora, traigo un recado del príncipe Gregory.

—Se te olvido la inclinación oficial —le dijo Lena.

—Lena olvida eso, ella no sabe el protocolo real —miró a la joven tan masculina—, leeré esto y te daré una respuesta.

Esther abrió el sobre y leyó con atención y se emocionó con cada línea que le dijo a su doncella.

—Lena el príncipe desea verme esta tarde en los jardines de palacio.

—Buscaré un traje adecuado para la ocasión —le dijo ella.

Entonces se dirigió a Rutia.

—Dile al príncipe que acepto verme con él.

—Así le diré, señora.

La vieron retirarse y estallaron en celebraciones. La cabeza de Esther voló en ideas románticas, pero Lena la volvió a la tierra:

—Puede que desee desahogarse de su pena.

—¿En qué forma?

—Hablar de la otra.

—No quiero que hable de ella.

—Pero eso se da y debe ser paciente y prudente, escúchelo y luego hágase la comprensiva eso siempre funciona con los hombres.




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