Me niego rotundamente a la idea de volver a clases, no me importa cuanto tiempo estuvimos de vacaciones, necesito recuperarme de ellas y no, no estoy lista para regresar al instituto.
¿Soy pésima amiga por no querer ver a mis mejores amigas y contar todo lo que hemos hecho durante las vacaciones de verano? Probablemente. Da igual, llámenme como quieran, pero que la alarma comience a sonar cada dos por tres en las mañanas siguientes no es mi mejor plan.
—¡Sonia, cariño, tu desayuno está listo! —grita mi madre, una vez más para que baje a desayunar junto a ellos.
Me miro nuevamente al espejo y le ofrezco una tregua a mi cabello. Es que ni siquiera sé porqué lo peino si cuando la gente me ve piensan que voy despeinada, o al menos es lo que suelen decirme. Total, es mi karma por llevar rizos.
Me voy a saltar la parte de describirles a mi familia con puntos y comas, porque créanme, van a deducir sus personalidades con facilidad, así que me limitaré a decirles que somos una familia de cuatro; mi madre, mi padre, mi hermano y yo.
—¡Buen día familia! —saludo con una sonrisa.
—¡Se despertó la princesa de esta casa! —exclama mi padre, posando un beso sobre mi frente.
Como ven, soy una consentida sin remedio.
—No lo digas tan alto que despiertas celos... —respondo, sintiéndome superior a Enzo, mi hermano. Lorenzo, para ser exactos, pero por alguna razón que desconozco lo llamamos Enzo.
—Que obsesionada estás con llamar mi atención... pobrecita—expresa de inmediato mi hermano, contraatacando.
—Enzo, deja que tu hermana desayune tranquila —le regaña mamá.
Y yo cual inmadura le envío un beso volado... es que vamos a ver, ser la hermana menor trae sus ventajas siempre.
De todos modos, no crean que somos los típicos hermanos odiadores de su parentesco y que pasamos discutiendo todo el tiempo, porque no lo somos. Enzo me adora y que yo recuerde nunca hemos tenido un fuerte motivo de discusión. Lo amo como a nadie y aunque el no sea monedita de oro para los demás, para mí es el mejor de todos.
Luego de dejarle claro a mi padres que este año sacaría mi carnet de conducir cueste lo que me cueste y en su defecto fallar en el intento de convencerles, mi hermano intenta estacionar entre los coches de dos joyitas. Mis mejores amigas.
—Como toques el coche de Sofia se te arma una grande.
—¡El que tenga miedo a morir que no nazca! además, los que no tienen carnet no tienen derecho a opinar—replica, logrando aparcarse.
Me es inevitable reírme. —¿Tú también? Ya les dije que este año lo haré, solo es cuestión de ponerme en ello...
De ponerme en ello, de que el universo se ponga a mi favor el día de la prueba, de que la profesora que me toque en el examen práctico se levante con el pie derecho ese día, puff....
Me mira fijo y casi leyendo su expresión sé lo que ha pensado: "vamos viejo nos conocemos"...
—Que pesado eres. —Agarro mi bolso y salgo del auto. —Nos vemos luego, acuérdate de hacerme el bizum de lo que me debes.
Negocios son una cosa y la familia otra.
Mientras me pierdo por los pasillos revisando el horario de clases, la voz chillona pero entrañable de mi mejor amiga resuena a mis espaldas. —¡Sonia, al fin llegaste, pensé que este año no te vería!
—Deberías dejar de exagerar un poco—le respondo, abrazándola—también te extrañé mucho.
—Sofia... dichosos los ojos que te ven y que honor que sean los míos. —Escucho a Enzo aproximarse. Romeo le queda corto. —Es un deleite verte por estos pasillos...
—Lo sé, se te agradece el buen gusto. —Ella le responde altiva y sin interés.
Sofia siempre ha creído que mi hermano es un mujeriego y no la culpo, es la fama que tiene en este instituto luego de salir con una de las más odiosas de este lugar. Luego de terminar esa relación, aquella chica se encargó de desprestigiarlo mintiendo sobre su ruptura, alegando que Enzo la engañó con varias chicas a la vez; y aunque yo he intentado remediar cierta parte de esos rumores, la gente cree lo que quiere y no está bajo mi control. Creo que Sofia tiene derecho a dudar.
Enzo resopla ante la respuesta de mi mejor amiga, reconociendo que su coqueteo es fallido y le propina una sonrisa. —Bueno, será mejor que me vaya a buscar a Miguel, pórtense bien y si se portan mal me invitan—añade, coqueto mientras se marcha.
Mi hermano es el ejemplo perfecto de no rendirse jamás. Le gusta, le gusta demasiado y le es inevitable no sacar sus armas seductoras.
—Ni toda la seriedad del mundo hará que no note que también te gusta. —Le doy un empujoncito con mi codo a la chica difícil de conquistar que se encuentra a mi lado.
Ella intenta ocultar su expresión pero sus perfectos dientes alineados dejan ver una sonrisa delatadora. —Hay códigos, Sonia, ni queriendo podría salir con tu hermano.
—¡Ay por favor! sabes bien que no me importaría en absoluto, mientras no dejes de ser mi mejor amiga me da igual. No quieras excusarte en mí.
Tuerce sus ojos y desviando la mirada desvía también la conversación. —Mira quien viene ahí...
—Debería estar prohibido tanta belleza en este lugar—resalta la castaña que acaba de llegar.
—Te sienta muy bien ese bronceado, como se nota que disfrutaste al máximo—la halago.
—¡Obvio! y tengo que contarles un montón de cosas.—Se tapa el rostro sonrojada. —¡Tuve un amor de verano!
—¿Qué tú qué?—Sofia pregunta asombrada.
Iba a contarnos los detalles de su amorío pero nos vimos interrumpidas por las arpías, víboras, rastreras, venenosas sin remedio de Rosa, Tifany y Lola.
Creo que ha quedado claro mi rotundo rechazo hacia ellas.
—Pero miren a quien tenemos aquí... Lesly Martínez, tan campesina como siempre. —Se acerca a mi amiga e intenta olerla. —Chicas, creo que el olor a vaca es por aquí. —Acto seguido, se ríen como si se tratara de un circo—Sofia Núñez, vaya... algo cambiada pero nada del otro mundo—ríe—. ¿Sonia? Bueno, como siempre despeinada y sin gracia—termina de "presentarnos" cual obra de teatro.