Despierto en los brazos de Alex e inmediatamente empiezo a recordar todo lo de anoche. Debo pedirle unas disculpas a Ostin y aclarar las cosas con él.
Reviso los mensajes en mi celular y leo el de Sophy.
«Amiga, disculpa que interrumpa tu luna de miel, pero necesito que me pases la mitad de la tarea que te corresponde hacer. Voy a salir todo el día con mamá y solo tengo tiempo de editar la tarea en este momento Pdta.: Luke ya me contó que estás con Alex».
En cuanto leo su mensaje, trato de salir de la cama con mucho cuidado, no quiero despertar a Alex.
He olvidado hacer la tarea así que tomo el ordenador de Alex y trato de googlear todo lo que pueda en cuanto a la revolución francesa, tema escogido por mi maestra de historia.
Una vez enviada la investigación a mi mejor amiga, observo una notificación de correo, lo abro y me percato que es un mensaje de Tamara.
«Asunto: Un beso inesperado.
Hola, mi querido Alex, en vista de que no respondes mis mensajes en WhatsApp, mucho menos en Facebook, decido enviarte este correo. La verdad quiero disculparme contigo por el problemático beso. Lamento haberte causado tremendo problema, quiero que sepas que, si en algún momento te aburres de tu anticuada novia, no olvides que tienes mi número y puedes llamarme cuando quieras.
Besos, Tamara».
¿Se puede ser más regalada?
Quise, juro que quise ignorar ese mensaje, pero no me contuve.
«Asunto: REGALADA.
Buen día, querida Tamara, me temo que Alex no puede responderte porque esta plácidamente dormido a mi lado, gracias por lamentar la discusión que fomentaste, debido a tus alborotadas hormonas, pero para que tu conciencia quede tranquila déjame decirte que el problema quedó en segundo plano, ya que mi novio y yo estamos más felices que nunca.
Besos, Annia».
Bienvenidos a toxicolandia.
—Con que invadiendo privacidad eh... —me dice Alex, vacilante.
—Yo…
—¿Que le has dicho? —me pregunta.
—La puse en su puesto—respondo, apagando el ordenador.
—Annia, Tamara me ha escrito varias veces, pero no he respondido a sus absurdos mensajes, puedes estar tranquila, confía en mí.
—Confío en ti, pero no en el resto—agrego.
—Lo sé, te ha tentado mi correo abierto. —Ríe—Mejor acuéstate un rato más, ven. —Me extiende sus brazos.
Me acuesto a su lado y guardamos silencio por unos segundos, hasta que decido romperlo.
—Jamás me habías traído a tu casa.
—Es cierto… siempre hay una primera vez ¿no?
—Así es… ¿dónde están tus padres? —le pregunto, curiosa.
—Decidieron pasar este fin de semana en casa de una tía.
—Entiendo…
—Annia, quiero que conozcas a mi familia.
—¿Sí? ¿Cuándo? —Me acomodo sobre mis codos para observarlo.
—El próximo fin de semana será el cumpleaños de una prima, lo celebrará en su casa, justo donde ellos están ahora y bueno, quiero que vengas conmigo y así presentarte a mi familia—explica.
—¿Crees que es una buena oportunidad?
—Claro que sí, sé que les encantarás—aprieta mi nariz—, tu eres encantadora, no deberías preocuparte.
Optamos por ducharnos juntos y luego bajar a desayunar.
Mientras daba un breve recorrido por la casa de Alex, me fue imposible no curiosear las fotografías de aquellos cuadros al bajar las escaleras.
Tiene un hogar acogedor.
Estando juntos, desayunando, se percata de mi distracción. —¿En que piensas? —me pregunta.
—En que deseo que esta vez todo sea distinto, sin que nadie intervenga en esta relación. —Lo miro apacible. —La verdad, estoy cansada de que los problemas nos afecten de esta manera—confieso.
Se acerca y me toma de la barbilla, haciendo que lo mire a los ojos.
—Amor, si en nuestra relación todo fuera color rosa ¿crees que sería así de fuerte como lo es ahora?
Y tiene razón, hemos aprendido de alguna u otra manera a llevar esta relación con compromiso, pese a los problemas que hemos tenido, supimos en todo momento priorizar lo que sentimos el uno por el otro.