Noche melancólica, recibida por las cascadas de luz que la luna refleja para no dejarnos, a nosotros los mundanos, en la penumbra. Luna, bella luna plata, admirada y venerada; los grillos en cantos disonantes te alaban.
Noche melancólica, iluminada por estrellas que, a años luz, regalan a nosotros los mortales, la única manera de mirar el pasado.
Noche, aquí te admiro, en una esquina, arrullada en los brazos gélidos de la soledad. Que congela mis pasiones y deseos, ahora esmirriados, arrastrándose por una migaja de lo primero que caiga.
No hay sonido nocturno que me sea una canción de cuna. Nada consuela al insomnio maldito. Maldito, maldito, mil veces maldito insomnio. Aquí está, grillete sin llave.
Noche bendita, oscura y azul marina. ¿Dónde has escondido tu luna está madrugada? No te la lleves, no me la arrebates. Su compañía es, para mí, indispensable.