El verso de su piel morena rima, bendito, con la caricia del beso de sol del mediodía. Su aliento, brisa etérea de un campo en primavera. Personalidad que un ángel cantó, un artista anónimo prodigioso que construyó su cuerpo.
Piel por la cual los pintores compiten, anhelando que sea su lienzo. Pecado que tienta al diablo. Agradezco al poeta que escribió su sonrisa con el amanecer que es una flecha que impacta en cada mirada, incluso en aquellas a las que no apunta
Brotan colores y proyecta luz en mis ojos soñadores. Sus manos, estrofas de libre albedrío. Sostienen las mías si desean ser declamadas, aclamadas o reclamadas.
Vicio mío, en abstinencia de este me encuentro; anhelo su beso en el mío. Supuesto, sin comienzo; idealización romantizada sin conclusión. Vicio impío que codicio con las doce campanadas.
Esto es una simple exclamación de amor y desamor, al verso de su piel morena que, a las cinco de la tarde de una primavera, rimó el sol junto al firmamento en la tierra.
Navegante deseo, inconscientemente pensado antes de soplar la pestaña posada en mi mejilla.
Te nombro poema, ideales azules con matices de fuego. Quemas recuerdos poderosos y dejas sensitivos los sentimientos, preparados para algo nuevo. Poema de verso canela. Eres tu propio autor: elocuente, indecente, delirante, enajenante y dolorosamente arrebatador.