Un día a la vez. Una herida a la vez. Un corazón roto de vez en cuando y con trocitos en manto estrellado, que nos acurruca por las noches, sanando. Un día a la vez. Una lágrima afuera, alivio, liviandad. Sin acelerar. Frenando para reparar, redescubrir y aligerar la carga. Olor a lavanda recién regada. Calma. Un día a la vez. Una alegría por cada ocasión que el sol de los buenos días. Una historia con su peculiar inicio, con una trama oscilante, un final con sus giros; una historia nueva por cada estación. Un día a la vez. Canción por canción. Sin saltar un segundo. Caminar con comodidad, como con pies descalzos sobre un verde pasto. Que la premura quede un paso atrás del pórtico; atada, vendada. Que la exaltación sea tibia, no hirviendo o helada. Que "lo que fue" se quede hablando a mis espaldas como si le hubiera safado un tornillo. Que "lo que será" no haga tanto alboroto, que se siente y se tome un helado. Y que "lo que soy" me tome de la mano ferozmente, me de un tierno beso en la frente y vayamos coordinados.
Un día a la vez y que lo de más, si quiere, se ponga de revés.
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