Nada Es Lo Que Parece...

Prólogo: Nada es lo que parece.

Y toda esta historia comenzó cuando decide amarlo a él, pensé que, si él estaba a mi lado, dejaría de sentirme sola y aterrada por las muertes que sucedieron cuando decidí amarlas.

Esa maldita decisión que tome en aquel instante es lo que me atormenta en mis noches. 

   Quisiera volver a mirar esos hermosos ojos azul celeste, un color único, tan hermosos como el mar, tan brillantes como el cielo, poder abrazarlo una vez más, pedirle perdón por no haberlo escuchado…

… Si tan solo pudiera enmendar mi error, si tan solo le hubiera creído cuando me dijo la verdad, pero al final por mis propias decisiones erróneas hace que ahora me encuentre atada en una silla, y lo único que se puede observar en esta habitación es un silencio casi sepulcral, un frío invernal que no me permite desatarme con destreza.

   Desde que me trajeron a esta habitación no he podido saber nada de él, temo no volver a escuchar su voz, esa voz que se volvió música al corazón mío, conversación cálida, palabras sin dolor; ¡temo que está muerto, y todo sería mi culpa!

   Han pasado días desde que estoy atada de los pies a las manos, días donde mi cuerpo dejo de sudar y lo único que recorren son lágrimas de temor, aquel temor que se vuelve incontrolable, y para estas alturas pienso que no tardan en a matarme a mí.

   Estoy cansada, estoy sudando frío, creo que ya vomité varias veces, no puedo creer que nada en mi vida era como parecía…

… Él me tiene presa en esta habitación fría, y oscura, lo único que se encuentra en ella es una estantería frente a mí, repleta de fármacos y botellas vacías. Y tal vez es muy probable que la única jeringa con medicina sea para dormir y esté destinada para mí, y sabiendo que estoy a punto de morir…

   No puedo dejar de pensar en él, en sus labios, en sus ojos, en esos brazos que me daban seguridad;

Yo, yo…. (di un suspiro enorme y dije en voz alta) donde quiera que estés, espero que escuches estas palabras que las dice mi corazón:

--- Perdóname por no haberte creído, perdóname por haberte traicionado, pero sobre todo perdóname por… ---

De repente el sonido del crujir de una puerta oxidada y unos pasos de alrededor de 3 hombres se escuchaba a la entrada de la habitación, Roberta trataba desesperadamente de desatar sus manos, pero dos hombres altos vestidos de negro, con la piel pálida y lentes oscuros, armados en cada parte de su cuerpo, sosteniendo un arma con la mano derecha, entraban riéndose sin preocupación alguna, uno de ellos se postró frente a Roberta, y retirándose los lentes, tomo el rostro de Roberta con la mano izquierda y mientras la derecha pasaba una navaja afilada, pero oxidada por la mejilla derecha mientras pronunciaba lo siguiente:

Roberta, si tan solo me hubieras amado a mí, si tan solo tu cuerpo hubiera sido mío y no de él, cuando me enteré de que te entregaste a él, una rabia me segó, quizá matarte, quise matarlo, pero la mejor venganza para mí sería verte sufrir, suplicándome como ahorita que no te mate, suplicando por la vida de tu amado, nada de esto hubiera pasado, yo solo deseaba algo de este mundo podrido a ti, pero tú, simplemente…

 




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