Sin pensar que va a pasar
si te vuelves a acostar
otra noche en nuestra cama.
Dos meses desde que ninguno de los dos se vio, las llamadas nunca contestadas de parte del rubio, los mensajes que nunca llegaron. Pero ¿que podían hacer? ya había un Niall en primera fase de anemia aunque nadie supiera, había dejado los cortes desde que un amigo de nombre Austin se dio cuenta y se fue a vivir con él para cuidar que no hubiera ninguno mas en el pálido brazo del pequeño. Al fin Niall iba llegando a su casa, solo faltaban unas calles, pagó y salió del coche con su maleta en mano volteó a su puerta y lo vio, él ruloso al darse cuenta que al fin había regresado corrió y lo atrapó en un abrazo sin darle tiempo de reaccionar al pequeño, se dio cuenta de que su Niall estaba bajo de peso.
--- ¿No has comido? ¿Porque?---le dijo sabía que esas palabras no eran las primeras que quería mencionarle a su rubio pero le preocupaba.
--- Harry---dijo el pequeño y lo abrazo con lágrimas en los ojos.
--- Lo siento bebe, pensé que te había perdido y no quiero perderte--- dijo el ruloso con lágrimas pegando el cuerpo del mas pálido al suyo.
--- Nunca me vas a perder--- dijo el pequeño en el oído del más alto.
--- Eres mío--- dijo y sin dejar que el menor contestara estampó sus labios en los del rubio, el cual segundos después correspondió y colocó sus manos en la nuca de Harry, sus labios estaban resecos pero eso no le importo al mayor.
--- ¿Niall, quieres ser mi novio?--- dijo Harry a centímetros de los labios del rubio.
--- Si--- dijo seguido de besar a su ahora ya novio, nuevamente.
--- ¿Podemos vivir juntos?
--- Si Hazz, pero en mi casa--- dijo el rubio viendo los ojos verdes del dueño de su corazón.
--- Claro bebe--- dijo.
Las horas habían pasado, los dos se encontraban en la sala, el menor sentado en las piernas de su novio, ambos viendo una película a la cual para que mentir ninguno de los estaba viendo realmente, solo estaban dándose besos. El ruloso se dio cuenta de los cortes del menor y lo obligo a que le dijera todo, al haberse enterado se sintió terrible pero tenía que ser fuerte y ayudar a su chico.
Las semanas pasaban en las cuales el pequeño había recuperado su peso. Los dos se encontraban muy felices pero como no hacerlo si se amaban y estaban juntos, además de su pequeña amiga la cual acogieron al saber que su primo la había ofrecido a sus amigos.
--- ¿Bebe, te quieres casar conmigo?--- dijo el ruloso de la nada.
--- ¡Sí!--- grito el más pequeño y se lanzo a los brazos de su novio, se sentía la persona más afortunada del mudo.