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«―Definitivamente tu eres una inocente perversión.»
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La reunión fue todo un éxito.
No sé mucho sobre ese tema, pero es seguro que nos fue muy bien. Tanto como para que Josh tuviera una sonrisa parecida al gato de Cheshire y dejando a todos petrificados. En cambio a las mujeres embalsadas y mirándolo con lujuria.
Me habló todo el dia de lo feliz que estaba, y me di cuenta que es una persona muy cálida a la hora de hablar, los rumores de lo malhumorado que es y gruñón no tuvieron ninguna aceptación por mí. Obvio que me miraron extraño todo el dia, sobre todo por el hecho de yo hablar muy tranquilamente con él y no sentirme opaca de alguna forma. Eso incrementó más el cuento que se rueda por toda la empresa: yo estoy con el jefe. Y lo peor de todo es que Josh no lo negó. Se sentía hasta satisfactorio con esos comentarios.
Pero yo no.
No me sentía nada cómoda escuchando ese tipo de cosas. Algunas personas dirán que debería de estar feliz porque me están haciendo famosa; pero si yo sería famosa no desearía de esa forma. De una distinta y menos escandalosa. No es gracioso que digan que me acuesto con el jefe, me haría sentir una cualquiera e interesada. Y yo soy todo menos eso.
Mi primer dia fue toda una maravilla, excluyendo cosas ya dichas. Y excluyendo las miradas que me lanzaba Josh cada vez que salía de su despacho hasta otro lugar, y cuando estaba lo suficientemente lejos sonreía como un idiota. Pensaba que no me daba cuenta, pero prácticamente tengo ojos de halcón. Y buen sentido de la audición, debería tener algún sentido afectado por el accidente, pero en vez de eso corrió viceversa.
Por culpa del accidente y los fuertes golpes que me di en la cabeza provocando que casi muriese, mis neuronas, sentidos y nervios sufrieron aliteraciones abruptas. Unas de ellas fueron la vista y la audición. Escucho todo con más claridad que antes y supuestamente me iba costar adaptarme. Sorpresivamente me lleve bien con mis nuevos dotes y creo que eso es lo único bueno que trajo mi accidente.
Ningún tipo de información acerca del accidente he podido ver. Me parece extraño y confuso que no haya ni siquiera un informe sobre lo ocurrido, fue como si mis padres hubieran pagado una gran suma de dinero para que eso no saliera al aire.
¿Por qué?
Nunca se los he preguntado, he tratado de investigar todo por mi cuenta. Buscando imágenes de periódicos de ese año en el que ocurrió todo, pero nada. Siempre termino cerrando la laptop sin nada recolectado.
Me resigné a ver cualquier cosa, con que sea una imagen del carro.
Antes de que me fuera Josh me había detenido, extendiéndome un sobre blanco tipo carta.
―Ábrelo cuando llegues a tu casa―Me había dicho―. Y felicitaciones por este grandioso y efectivo dia.
Yo lo había cogido con desconfianza, pero como es el jefe no tenía por qué dudar ¿o sí? Además su sonrisa no delataba dobles intenciones y nada por el estilo. Era completa y absoluta una sonrisa genuina.
―Gracias―Musité―, nos vemos el lunes.
Con eso me había ido a casa, con buena compañía y una gran felicidad que no cabía en mi cuerpo. Ezequiel me lanzaba pregunta sin cesar y apenas unas cuantas pude responder antes de llegar a casa y encontrarme con todos.
Le había mandado un mensaje a Dean diciéndole que podíamos salir mañana, hoy no tenía animo de salir y lo único que deseaba era llegar hasta mi cama y olvidarme todo por unas horas si es necesario.
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Era un sábado soleado y despejado. Los niños estaban jugando muy divertidos en los patios de sus casas, unos con piscina y los otros bañándose con mangueras. Era un dia esplendido y no dudaría en disfrutarlo.
Me despierto a eso de las nueve de la mañana, el sol colándose por la cortinas y mi cuarto frio me hacía sentir más perezosa. Sabía que tenía un recorrido de baba por las comisuras de mis labios por lo mojada que estaba mi almohada. No soñé con mi chico misterioso y, de alguna forma lo extrañe. Me sentía a gusto con su bien cuerpo y sus carnosos y perfectos labios rosados que tanto quiero.
Algún dia tendré que hablar con mi psicólogo de él.
No he querido hablar porque sé que el formo un momento muy bello en mi vida, y tengo la esperanza de que mis padres me digan sobre él. Pero son indescifrables y no se le escapa cualquier comentario acerca de alguna relación.
Soy yo la que está con ese hombre.
Es el quien me habla a mí.
Y el amor que siento cada vez que lo recuerdo no se puede pasar por alto. No pudimos fingir que estábamos enamorados. Mi mente no puede jugar tan sucio.
“El cerebro es tan bueno que puede recordarte que olvidaste algo, y a la vez tan cruel que no te dice qué” memorizo la imagen que tiene Erika en su teléfono. Y tiene toda la razon. El mío es exactamente igual.
Tocan mi puerta tres veces y me incorporo sobresaltada. Apenas pude separar mis labios para decir que podía entrar cuando una Erika eufórica brinca hacia mi cama aplastándome con todo su peso.
― ¡Carajo!―murmuró― ¿Tu dormida… a esta hora? ¿Dormida? No es muy propio de ti, Micaela Gardner.
Volteo los ojos y la empujo lo más lejos de mí. Está en su faceta de locura y me imagino sinfines de cosas a la que me va obligar hacer.
― ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames por mi nombre completo?― pregunto, quitándome la sabana de encima.
Me sonríe.
―Siempre―Responde.
La miro cargada de odio.
― ¿Entonces por qué lo haces?
―Por pura suculencia.
Me levanto de la cama con ella siguiéndome el paso. Me adentro en el baño y como era de esperarse entra conmigo. Nuestro nivel de confianza es muy alto para yo dejar que este en un lugar íntimo, aunque pensándolo mejor patearía la puerta con tal de entrar.