Nadie como tú

Introducción

Todos dicen que la vida de adolescente es bastante sencilla, tus padres te mantienen, te dan comida, vestimenta, cosas tecnológicas, en fin, sería imposible enumerarlas, ciertamente nunca acabaríamos. Pero eso es en casa, se les olvida que a esa edad estamos aprendiendo a convivir en sociedad, una sociedad, machista y por si fuera poco, elitista.

Si bien mi estatus social no era la clase alta, no podía quejarme, mis padres siempre procuran darme todo lo material que necesito, pero por supuesto, dentro de su alcance; desde que tengo memoria mis padres han sido dedicados a mí, su única hija, así que trato de hacer lo mejor que puedo en todo, que en este caso es sacar buenas notas.

Hoy es mi primer día en nivel medio superior, ¡estoy a 3 años de elegir carrera y no tengo idea de que quiero estudiar! Mi escuela es pública así que el número de alumnos es bastante grande, en la entrada había maestros preguntando nuestros nombres, en toda la escuela, los únicos que no llevábamos uniforme éramos los de nuevo ingreso, los demás estudiantes llegaban con el uniforme, un jumper escolar azul marino con camisa blanca y corbata también azul amarino.

Nos hicieron formarnos en la explanada, ya cada uno ubicado en grupo, en mi caso era el “B”, según se rumoraba, nos asignaban el grupo por nivel de aprovechamiento así que no me sentí muy cómoda con estar en tal grupo. Al entrar al salón, el silencio era sepulcral, nadie hablaba, y el acomodo en filas solo ayudaba a mirar la nuca del compañero de enfrente.

Fue un día común, en cada clase nos preguntaban nuestros nombres, hicimos algunas dinámicas de integración, etc. Para el receso ya era capaz de ubicar a algunos de mis compañeros pero ninguno de nosotros hacía más que saludar con una sonrisa, afortunadamente no tuve que pasar sola todo el rato, en mi grupo estaban 4 de mis compañeros de la otra escuela. Alicia y Mabel fueron de mis compañeras más cercanas así que en el receso estuvimos hablando de nuestros nuevos compañeros, los otros dos eran Gerardo e Israel, que básicamente me daba lo mismo su existencia.

Para la última hora nos hicieron una presentación de las actividades extra escolares que podíamos tomar: dibujo, computación, danza, corte y confección, repostería y varias más. Solo me llamaba la atención la repostería porque era bastante mala para la cocina, así que pensé ¿por qué no aprender algo? Sin dudarlo me anoté en la lista y mis amigas llegaron.

– ¡Candice! (se pronuncia candis) ¿A qué taller entraste? – Me pregunta Mabel.

– Repostería ¿y tú?

– ¡Danza! – me dice emocionada, siempre ha querido participar en los eventos de baile.

Aparece Alicia y nos comenta que ella entrará al club deportivo, que tiene la opción de estar cambiando de actividad cada cierto tiempo y le gustaría aprender un poco de cada deporte, no me sorprende ella siempre ha sido muy deportista.

Al salir de la escuela, caminamos hasta la parada de autobuses que nos queda a 3 cuadras, vamos intercambiando opiniones de nuestros nuevos compañeros y por supuesto, hacemos un top ten de los más guapos del salón, no hay mucha variedad la verdad y solo contamos a 3, y eso los ubicamos por su posición en el salón porque no recordábamos muy bien sus nombres.

Al llegar a casa mis padres no estaban, mamá es enfermera y mi padre es doctor, se conocieron en el hospital donde trabajan. La verdad no lo sé pero, últimamente las cosas entre ellos se sienten raras, los noto muy serios. Cuando mi mamá trabaja por las tardes, siempre me deja la comida preparada para que yo solo la caliente, sabe que su hija no saco los genes de los Soto y es malísima cocinando. Más tarde esa misma noche, a punto de ser otro día, los escucho llegar a casa, mamá siempre va a verme y yo la saludo adormilada.

–  ¿Qué tal tu primer día?

–  Bien, ma’

– ¿Mañana ya vas a llevar el uniforme? –  Me rehusé a ponérmelo hoy en la mañana

– No, mamá, nadie lo va a llevar hasta la siguiente, no voy a ser la rara que vaya con el uniforme la primer semana. –  Y es que si bien no existía una regla escrita que dijera que el uniforme se llevaba hasta la segunda semana, TODOS sabíamos que no debíamos portarlo durante la primer semana.

–  Ok, pero donde te regresen por no llevar el uniforme… ya verás.

– Mhmm –  fui mi única respuesta, después mi madre salió y me dejó descansar.

En la mañana, mamá me acompañó a la parada a pesar de que le dije que no era necesario, me dijo que solo lo haría los primeros días que ya después me dejaría ir sola. Durante el trayecto me coloqué mis auriculares y puse mi playlist a todo volumen.  Al llegar a mi salón, ya había más murmullos, unos cuantos grupitos ya se estaban formando, yo llegué y me senté al lado de Mabel como de costumbre.

Los días pasaron con tranquilidad y para el viernes nuestra “bolita” ya está constituida, éramos 7: Mabel, Alicia, Xiomara, Anel, Rocío, Brenda y yo. Tomamos afinidad después de que nos reunieran por equipos y expusiéramos acerca del acoso escolar, ese día nos quedamos durante el receso juntas, no había donde sentarse en la explanada  y en la cafetería todo estaba lleno, así que anduvimos con nuestro almuerzo en la mano hasta que fuimos a la parte trasera de la escuela, no había tantos alumnos así que era agradable estar alejadas de tanto ruido, vimos un pequeño canal por el que no pasaba agua y como si el lugar nos esperara tomamos asiento una frente a la otra, nuestros pies topaban con la parte inferior de donde estaba sentada la de enfrente, eso hacía que pudiéramos estar cerca y chismosear a gusto.




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