Los días pasaron, y se hicieron meses, ya estábamos por entrar en exámenes finales. Miguel continuaba buscándome cada que podía, e incluso salimos un par de veces, me agrada, pero… es solo que no sabía de qué hablar con él, básicamente yo solo lo escuchaba cuando salíamos y me limitaba a contestar sus preguntas. Él no me gustaba, pero me hacía sentir bien, elevaba mi autoestima que se hubiera fijado en mí, y es que siempre me presentaba con todos sus amigos y en la escuela ni hablar, todo sabían que yo le gustaba.
En esta ocasión al salir del cine me invito a reunirnos con sus amigos, eran agradables pero… no me sentía cómoda rodeada de toda aquella gente guapa, obviamente Alejandro estaba presente, la chica que lo acompañaba era Mariana y ya corría el rumor de que estaban saliendo, pero a pesar de que él estaba acompañado, no paro de mirarme todo el rato, su mirada me hacía sentir incomoda, sobre todo porque Mariana estaba encima de él, literalmente encima de él, se sentó en sus piernas de manera sugerente, y es que la mayoría de los que estaban presentes ya estaban alcoholizados, y Mariana ni hablar, por sus movimientos se notaba que estaba bastante mal.
– Oye – Dijo Miguel mientras me pasaba un brazo por los hombros – ¿Quieres tomar algo?
– Estoy bien, gracias – Miré alrededor la mayoría estaban en parejas – ¿De quién esta casa?
– De Alan, sus papás tienen esta casa vacía, así que nosotros la aprovechamos.
– ¿Y… como la aprovechan? – Entrecerré los ojos, mientras ladeaba la cabeza
– Pues… – noté que se puso nervioso – para muchas cosas, fiestas en su mayoría no te lo voy a negar.
– Ya me lo imaginaba, aunque también parece que funciona como motel – le dije mientras miraba a Alejandro y Mariana, quienes estaban sentados frente a nosotros, pero esperaba que por la música no pudieran escucharnos.
– Si, también – Se rio mientras lo miraba y trataba de no levantar la vista, era incómodo.
Miguel comenzó a hablarme cada vez más cerca, ya se había tomado 4 o 5 vasos de la bebida que todos tenían, estaba segura de que era alcohol, su comportamiento estaba cambiando, ya era muy descarado en sus insinuaciones, para hablarme casi pegaba su boca a mi rostro, así que me giré para tenerlo de frente y evitar que se acercará tanto, no tengo nada contra el alcohol, es solo que creo que saca lo peor de algunas personas.
– Voy por otro – Me dijo mientras levantaba su vaso – ahora vuelvo.
Asentí y me relajé un momento en el sofá.
– ¡Hey! Estas a punto de ser cazada – Dijo Alejandro mientras se dejaba caer a mi lado.
Sonreí – ¿Tú crees?
– Oh, sí, claro que sí, ten cuidado, el alcohol nos pone algo ansiosos.
– Si , ya lo noté – dije en tono burlón – ¿Dónde dejaste a tu chica?
–¿A quién? – frunció el ceño
– Tú chica, tu novia, como le quieras decir.
– No sé de qué hablas – bufó
– ¿La mujer que estaba sentada encima de ti? – levanté una ceja
– Mariana no es mi novia
– ¿Ah no?
– No, yo no tengo novias, tengo amigas, buenas amigas.
– ¡Vaya! – le dije incrédula – Eso sonó tan… – No encontraba la palabra
– ¿Tan…?
– Presumido, creído, no lo sé… – Dije mientras reía y él también
– Te lo juro, jamás he tenido novia.
– Solo amigas – repetí sus palabras
– Solo amigas – asintió
– Te dejo un minuto y llegan los depredadores – dijo Miguel mientras se sentaba a mi lado izquierdo.
– Lo siento, tengo buen ojo – Le respondió Alejandro
– No lo dudo, pero ella está conmigo ahora – me abrazó y me acercó a él
Lo miré con mala cara mientras intentaba enderezarme, pero él no me dejaba.
– Exacto… ahora – se miraron raro unos segundos, pero Mariana llegó y se sentó a horcajadas sobre Alejandro y rompió el incómodo momento.
– ¿Dónde está el baño? – Le pregunté a Miguel quien aún tenía mala cara por el comentario.
– En el segundo piso a la derecha y al fondo.
– Ahora vuelvo.
Me levanté y me dirigí a la segunda planta, aquel lugar parecía bar, había borrachos y putas por doquier, unos manoseándose, otros besándose, y a otros les hacía falta la cama.
Entré al baño y miré la hora 8:00 pm, vaya, son apenas las ocho y esta gente ya está perdida en alcohol. Terminé de hacer mis necesidades y al mirarme frente al espejo, tuve un golpe de realidad, ¿Qué estaba haciendo en ese lugar? Rodeada de esa gente que ni conozco y ni quiero conocer, sentí la necesidad de irme de ahí, tomé un poco de aire y me di valor para salir y decirle a Miguel que me iba.
Abrí la puerta y al levantar la vista, me topé con la mirada seria de Miguel ¿Qué hace aquí? Nos vimos unos segundos, hasta que entró y yo retrocedí, cerró la puerta tras él, y llevó sus manos hacia mis mejillas para sostenerme y besarme.