Tenía apenas un día de haber perdido la virginidad labial con un chico y hoy ya estaba besándome con uno diferente… Me siento como mujerzuela labial ¿Acaso cuando salga de aquí besaré a alguien más? ¡Vaya! Dos clientes por día, que suertuda, o debería decir, ¿qué cansancio?
Lo cierto es que, no tendré mucha experiencia en el arte de besar, pero entre Miguel y Alejandro, había una enorme diferencia, los labios de Miguel fueron rápidos y muy húmedos, en cambio Alejandro… bueno él sin duda sabía lo que hacía, porque a pesar de que sus labios se sentían fuertes sobre los míos, su roce era indescriptible, suave y firme, rápido y lento, tibio y caliente.
Su contacto se aflojó un poco, sus manos bajaron a mi cintura para abrazarme y pegarme a él, poco a poco sentí una sensación extraña, en mi estómago se había hecho un vacío, mis piernas se sentían débiles, mi respiración se había acompasado con la suya y un enorme calor se apoderó de mi cuerpo.
Sus labios me estaban haciendo sentir tantas cosas que, sin pensarlo, llevé una de mis manos a su rostro, de verdad no sé porque lo hice. De pronto, la alarma comenzó a sonar, al separarnos, sus labios quedaron casi rozando los míos, me dio un pequeño beso y sacó su celular del bolsillo del pantalón, miré la pantalla, el cronometro tenía seis minutos.
–¿Qué no eran cinco minutos? – pregunté viéndolo con una ceja levantada
– ¡Ups! Me equivoqué – Sentí la cara caliente y le di un golpe en el hombro con el puño cerrado
– ¿Qué esperas para abrir la puerta?
– Esperaba que me pidieras otros cinco minutos – dijo en tono seductor mientras colocaba su mano sobre la pared y me acorralaba nuevamente
– Ni lo sueñes – me escabullí bajo su brazo y abrí la puerta
La mirada de todos se dirigió a nosotros ¡Dios, qué vergüenza!
– Fueron los cinco minutos más largos que han ocurrido en este juego – dijo Mabel sonriendo
– El tiempo pasa lento cuando cosas malas te suceden – Dije mientras me dirigía a la mesa
– ¿Tan malo es? – Se burló Pablo
– Malo sería bueno en su caso – todos rieron menos Alejandro, que me miraba de forma extraña, parecía indignado por mis comentarios.
– ¿Quien sigue? – dijo Alicia meneando la botella, miró más allá de nosotros y añadió – ¿Qué sucede mamá?
– Llegaron por Mabel y Candice – Su madre se acercó a la mesa – ¿Cómo se la pasaron chicos?
– Excelente señora – le respondió Xiomara
– Que bueno, me da gusto. Niñas las esperan – Asentimos y ella se marchó.
– Bueno, creo que el juego termino – comenzó a hablar Joel – Y nosotros también nos vamos, pero antes… Nada pasó esta noche ¿de acuerdo?
– De acuerdo – Dijimos todos a diferente tiempo
– Espero que cumplan porque les recuerdo que él – señalo a Alberto – y yo tenemos novia.
Hasta que dijo, la palabra novia, recordé algo… Yo también tenía novio.
Pero ¿qué diablos me sucede? ya fui infiel.
Al llegar a casa a eso de las diez de la noche, preparé mis cosas para la escuela y me di un baño, al salir me puse un short y una camiseta desmangada y procedí a secar mi cabello un poco, antes de meterme a la cama. Mientras desenredaba mi cabello, comencé a recordar mis cinco minutos con Alejandro, la sensación de sus labios me hizo sentir inquieta, pero quien no estaría inquieta por besarse con alguien como él ¡Por favor! El tipo es increíblemente guapo y por si fuera poco sexi. Pero me intrigaba lo que había hecho, puso seis minutos ¿Por qué? Y luego lo que dijo, que quería ser mi amigo, entendiendo que hablaba sobre definición que él tiene de “amiga”. No. Ni hablar.
Yo no voy a ser una más de sus amiguitas, está muy equivocado si cree que seré una más de las que babean por él, será muy guapo y besará increíble, pero me rehúso a ser utilizada como su entretenimiento.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la puerta de la entrada, escuché que se cerraba y salí a recibir a mi madre, pero inmediatamente al verla, supe que algo pasaba.
– Que bueno que sigues despierta, cámbiate, tu tía tuvo un accidente.
– ¿Qué? ¿Qué le pasó?
– La chocaron y al parecer estuvo muy fuerte porque se la llevaron al hospital inconsciente, toma un poco de ropa en la maleta, hay que irnos pronto.
Sin decir más, guarde mis cosas en una pequeña maleta y nos metimos al coche, mis abuelos y mi tía vivían en una ciudad cercana a cuatro horas y media. Tenía nervios, mi tía Dulce aún era joven y estaba por casarse, no podía pasarle nada. Ella tenía que estar bien.
***
Llegamos directo al hospital, al llegar mis abuelos nos abrazaron y nos dijeron que mi tía estaba fuera de peligro, tenía un golpe fuerte en la cabeza y unas costillas fracturadas, por lo que pasaría unos días hospitalizada para tenerla en observación, principalmente por el golpe en la cabeza. Aquella noticia nos tranquilizó a mamá y a mí, parecía que todo iba a quedar en un muy mal recuerdo y nada más.
La casa de mis abuelos permanecía tal cual la recordaba, limpia, ordenada y con olor a pino, no sé cómo mi abuela consigue ese olor por toda la casa, pero me gusta mucho. El prometido de mi tía dijo que él se quedaría todo el día con ella, para que nosotros descansáramos, hicieron un rol de como estaría cuidando a mi tía en el hospital, mamá dijo que ella se quedaría por las noches, no quería que mis abuelos se cansaran demasiado. Nos metimos a dormir mamá y yo en el que solía ser su cuarto, mis abuelos habían comprado una cama King size para cuando viniéramos de visita, así que dormimos muy plácidamente hasta las dos de la tarde que mi abuela entró a despertarnos para comer.