Lunes por la mañana y yo no me quiero levantar.
Aceptemos que los lunes son los días más eternos de toda la semana, son tediosos, aburridos e increíblemente largos. Me arrastré por mi recamara con los ojos cerrados y fui a lavarme la cara y los dientes, desayuné cereal, me vestí y me dirigí a la parada de autobuses.
Llegué justo antes de que cerraran la puerta, y me dirigí al salón, dentro, mis amigas conversaban conmigo sobre lo que había pasado, les resumí todo y se alegraron por la salud de mi tía. La primera hora no tuvimos clase así que me puse al día con los chismes, resulta que ya había nuevas parejas en mi salón, algunas disputas entre compañeros por cosas de la escuela, en fin, pero me llamó mucho la atención que nadie dijo nada de la fiesta de Alicia, al parecer, efectivamente, nadie de los que estuvimos hacia el final de la fiesta había hecho comentario alguno de aquel bendito juego.
Mientras mis amigas hablaban, siendo lo más discreta posible miré en dirección de Alejandro, él era el centro de su grupo de amigos y parecían estarse divirtiendo con lo que Alberto contaba, al verlo sonreír, recordé el día anterior, la forma en como me abrazó, el hecho de que me acompaño a mi casa, pero sobre todo… recordaba haber sentido su respiración muy cerca de mí, yo… no quiero atreverme a pensarlo, pero… ¿Será que le gusto?
– Buenos días, jóvenes – Saludo el maestro de Geografía al entrar al salón.
Al llegar el receso, me preparé mentalmente para ver a Miguel, iba a verlo por primera vez desde que nos hicimos novios y no sabía cómo reaccionar. Me daba algo de nervios saber que lo vería. Bajé de lo más normal con mis amigas, cuando de pronto unas manos me envolvieron por detrás y me dieron un beso en la mejilla.
–Hola, novia – ¡Ay, Dios! ¿Qué hace delante de todos? – Extrañaba ver tu sonrisa
– Gracias – Acepto que tiene una habilidad nata para decir cosas lindas – Algunos se nos quedan viendo – Le dije mientras agachaba la cabeza y miraba de reojo hacia los lados.
Me tomó de la mano y me condujo al pasillo – No sabes cómo te extrañé – Ni siquiera 5 minutos habían pasado y ya me tenía acorralada.
– Gracias – Levanté un poco la vista y me topé con la mirada de Alejandro ¿Qué hace aquí? Y sobre todo ¿Por qué me mira así? Mis pensamientos se vieron interrumpidos por los labios de Miguel en mi boca.
– ¿Qué haces? – Le dije sorprendida
– Perdón, pero te extrañe demasiado y he estado aguantándome las ganas de decirles a todos que eres mi novia. – Ok, esto va a estar intenso, se podría decir que tenemos un día de novios porque no estuve toda una semana, y ¿me dice que me extraña demasiado? Y ¿Que quiere que todos se enteren que ya somos novios? ¡Por favor!
– ¿Por qué quieres que todos se enteren?
– Por qué quiero que todos sepan que eres mía, solo mía. – Me abrazó y pensé… ¡Psicópata! En serio creo que acabo de hacerme novia de un psicópata ¿Cómo de que soy suya? ¿Eso qué? Somos novios, no esposos y aunque lo fuéramos, nadie le pertenece a nadie… ¡Y por todo lo santo! Tenemos un día ¡Un día! De novios y dice que soy suya.
– Oye, creo que esas palabras están algo… – me separé un poco de él, pero me dejo entre sus brazos, trate de buscar la mejor manera de decirlo, no vaya a ser que se le desate la locura aquí – Exageradas ¿no? – Se rio ¿Debería asustarme?
– No, te juro que no exagero – Colocó su mano en mi mejilla y lo vi con intenciones de besarme otra vez
– ¿Es en serio? – Alejandro comenzó a caminar hasta nosotros – ¿De verdad son novios? – Su pregunta me hizo sentir nerviosa por alguna razón.
– Te lo dije ¿No? – Miguel pasó su brazo por mis hombros.
– ¿Candice? – Se dirigió a mí y juro que su mirada me hizo temblar – ¿Es cierto? ¿Son novios?
– Si – traté de sonar lo más tranquila posible, pero sentí como mi cara se ponía caliente – Pareces sorprendido ¿Por qué?
– Pues si… – Dio un paso hacia atrás y bebió de su soda – Totalmente sorprendido, no pensé que este acosador lograra convencerte – dijo mientras le daba un golpecito en el hombro a Miguel.
– Oye, no me exhibas – Le dijo Miguel con una sonrisa, y los tres sonreímos
– Pues, me alegro por lo suyo… Nos vemos.
Al despedirse sus ojos se encontraron con los míos y a pesar de que ambos sonreíamos, algo en su mirada me hacía sentir inquieta.
Durante el receso, Miguel se la pasó pegado de mí, se presentó con mis amigas como mi novio y todas ellas lanzaron un “UUUUUUU” cuando lo dijo, me siento mal por verlo tan emocionado, quiero decir, yo también estoy emocionada, pero… él sin duda lo está mucho más.
Toda semana transcurrió igual, Miguel no se me despegaba y empezaba a ser molesto, lo tenía en receso, en la actividad extra escolar y por si fuera poco, todos los días me acompañaba a la salida ¡Dios! Necesito espacio. A la par de lo que sucedía con Miguel, noté algo en las actitudes de Alejandro, estaba molesto, su semblante había cambiado, a pesar de que sonreía, se le notaba fastidiado. Trataba de no pensar en él, pero ciertamente pasaba por mi cabeza cierto número de veces al día.
Al llegar a casa el viernes, mamá me esperaba con la comida hecha lo cual, no sería raro en un hogar común, pero en mi casa, solo cocinaba cuando algo importante tenía que decir.