La escuela me agradaba, tenía conocidos muy divertidos y también amigas muy complacientes, podía decir que en la escuela todo estaba bien, lo que no estaba bien era mi hogar. Desde la última vez que hable con papá en el restaurante y después de decirle que quería un departamento al cual mudarme, él se ha mantenido un poco más atento a mis asuntos, supongo que piensa que me arrepentiré de pedirle vivir en otro sitio, pero no, no puedo vivir en la misma casa que mi padre y su otra esposa, aun no logro procesar ese asunto, la manera tan casual en que lo dijo, como si no fuera nada, como si fuera lo más natural del mundo tener dos esposas, sé que es válido en otros países pero no en el nuestro, ni siquiera nuestra religión lo permite.
Hacia el final del semestre mi padre cumplió su promesa y me mudé al apartamento, él dijo que lo había comprado y que estaba a nombre mío, pero no sería mío oficialmente porque aún no cumplo la mayoría de edad. Me ayudo incluso a llevar mis cosas, lo amueblo con lo básico, sala, cocina, un pequeño comedor, cama, en fin… De verdad se lo agradecí por que al menos podía sentir este espacio como mío.
Los primeros días fueron difíciles, pensaba mucho en mamá y en la situación actual, me preguntaba si mi padre había accedido a mi pedido pensando en mi bienestar o si lo había hecho por deshacerse de mí, la verdad es que de momento no lo sabré, pero me atormentaba pensando en ello.
Lo único que lograba calmarme, era Mariana, me acostaba con ella cuando quería, ella siempre estaba dispuesta y de verdad agradecía su compañía, en cada ocasión que estaba con ella, al cerrar los ojos, la imaginaba a ella, Candice, era mi detonante, imaginar que era ella la que estaba recibiéndome con tanta entrega y pasión me volvía loco. Necesitaba saciarme de ella, pero era consciente de que era muy poco probable. En primer lugar, porque ella es de carácter fuerte, la he observado, sé que su comportamiento es amable solo con los más cercanos a ella. En segundo lugar, no tengo idea de cómo acercarme a ella, esto de que alguien me interese es nuevo para mí, y tercero y muy poco relevante, tiene novio, un idiota por cierto, estoy totalmente seguro de que está obsesionado con ella, la manera en que la mira y como trata de acorralarla es… es… ni siquiera sé que palabra usar, ella parece querer alejarse de él, pero él siempre está a su alrededor incluso sé que se hizo muy amigo de una de sus amigas, Alicia, ella le da hasta el más mínimo detalle de lo que hace, me parece que los dos están enfermos pero, ella sin duda seria la peor, está traicionando la confianza de su amiga.
Alan se ha convertido en una persona importante para mí, me agrada, sabe guardar silencio cuando es necesario y sabe cómo hacer ruido cuando hay que divertirse; había estado invitándome a ver unas carreras, al parecer se están haciendo famosas, no son clandestinas, se hacen por concurso, cada 2 semanas se lleva a cabo y el ganador obtiene 500 euros, una cantidad considerablemente alta para un adolescente.
Honestamente esperaba otra cosa, ya saben, como en las películas, autos deportivos, luces de neón, pero, era todo lo contrario, los coches bien podrían ser confundidos con chatarra, es más, parecía que entre más viejo mejor.
– Mira, este es nuestro carro “el amigo” ha ganado 3 veces esta competencia – dijo dándole palmaditas.
El coche era blanco, o por lo menos la mayoría lo era, tenía abolladuras, una defensa enorme, sin cristales, en el interior solo había dos asientos, pero al menos parecía seguro, tenía las mallas de protección y cinturones especiales.
– ¿En serio? – Pregunté incrédulo
– Por supuesto, te presento a mi primo Darío, él es quien usualmente conduce.
– Hola, Alejandro – estire mi mano para estrechar la suya.
– Que hay, soy Darío y éste – le paso el brazo por los hombros a Alan – es quien usualmente conduce cuando yo no lo hago.
– ¿De verdad tu conduces? – Alan no parecía de esos locos por los autos y la adrenalina.
– Sip, y para demostrártelo, correré la primera vuelta.
– Ven, te explicaré como funciona esto. – Dijo Darío mientras me llevaba a la zona central de la pista – Es básicamente una carrera como cualquier otra, el primero en cumplir con las vueltas es el ganador, pero, en esta versión, debes chocar a los autos para poder rebasar.
– ¿Chocarlos?
– Si, así es, hay que darles con todo a los desgraciados, lo mejor es sacarlos del camino.
– ¿Y no hay muchos accidentes? – Escuché como bufaba y se burlaba
– ¡Si te rompes un hueso es mejor! esto es adrenalina pura.
La carrera comenzó y observé con atención lo que sucedía, tal y como me había dicho los coches chocaban unos otros para poder avanzar, algunos ya llevaban la delantera, entre ellos podía ver a “el amigo” pero no duró mucho, otro auto lo golpeó por detrás y casi lo sacó de la pista. Al terminar esta ronda Alan terminó en tercer lugar.
– ¿Cómo que el tercer lugar, primo? – Le dijo Darío recargándose en la ventana del piloto
– Me parece que está fallando el pedal del freno, hay que revisarlo. – Alan salió del coche y algunas personas se pusieron a revisarlo – ¿Qué te parece?
– Ciertamente es entretenido, no puedo negarlo, sigo sorprendido de que hagas esto.
– Soy un estuche de monerías