Para mi desgracia las vacaciones terminaron, sé lo que significa… veré de nuevo a Miguel. Pidió que fuéramos amigos, y lo acepte, pero creo que no va a funcionar, al siguiente día ya tenía mensajes de buenos días, buenas tardes y buenas noches, por amabilidad los contesté, pero no desistió, trataba de hacer charla, pero yo no le seguía la corriente, más bien trataba de solo contestar lo necesario, ni siquiera le preguntaba cómo estaba o que hacía.
Lo bueno de las vacaciones fue mi amistad con Gustavo y Mabel creció muchísimo, podía decir que eran mis mejores amigos, incluso nos compramos unos brazaletes de amistad, eran 3 corazones y en cada brazalete uno de los corazones estaba relleno, los otros dos eran huecos, yo recibí el brazalete con el corazón del centro relleno, ambos coincidieron en que yo era quien había propiciado nuestra amistad y por eso me quedaría con ese, Mabel se dejó el del corazón a la izquierda porque era la de mi corazón según ella, y Gustavo obtuvo el derecho, porque juraba que él era la mente maestra.
El domingo por la noche hicimos una video llamada los 3, quedamos de que al finalizar las clases iríamos solo nosotros tres a dar un paseo, sin duda, he ganado unas muy buenas amistades.
***
Lo último que me esperaba era encontrarme con Alejandro en la parada de autobuses, me dejo con los sentidos extraviados y el corazón acelerado, la crisis se puso peor cuando me pidió tomar un café con él y faltar a la primera hora ¿Qué le sucede? Él está comportándose extraño, creí que lo de los mensajes era para pasar el rato y que esas dedicatorias fueron solamente para ver si caería rendida a sus pies, lo cual sucedió, pero ¡Jamás! Lo va a saber, nunca obtendrá de mi lo que quiere.
Después del café y de charlar sobre mis vacaciones, nos dirigimos a la escuela, me puse muy nerviosa cuando Miguel se acercó a nosotros, vi de nuevo esa mirada y me coloqué entre ambos para hacer espacio.
– ¿De qué querías hablar? – pregunté mientras me sentaba en una banca
– ¿Por qué estabas con él? – se sentó junto a mí y me lanzó una mirada molesta
– Miguel, te recuerdo que tú y yo no somos nada más que amigos, no tengo porque darte explicaciones de lo que hago, ni con quien hablo.
– Lo sé, y lo siento de verdad, pero… es que no tolero verte con nadie y mucho menos con él.
– Oye, creo que este asunto de ser amigos no va a funcionar
– Tienes razón, quiero y necesito estar cerca de ti porque te quiero, Candice – Tomó mi mano – De verdad he tratado de no pensarte, de no extrañarte, pero no puedo, es verdad que quiero ser tu amigo, pero también quiero ser tu novio, regresa conmigo por favor.
El timbré sonó ¡Gracias a Dios!
– Lo siento, pero no quiero regresar contigo – me levanté y traté de soltarme de su mano, pero me sujetó con más fuerza y se levantó también – Miguel, por favor suéltame, tengo que ir a clases.
– ¿Hablamos más tarde?
– No, en serio, no quiero hablar ya más de esto, no voy a volver contigo.
Me solté de su mano y me dirigí a mi salón, gracias a Dios su edificio estaba frente al mío y no tendría que verlo, pero, sé que es persistente, estoy muy segura de que me buscará en el receso, necesito encontrar que hacer para dejar esto de una vez por todas.
–¿Y cómo salió todo? – La voz de Alejandro se escuchó detrás de mi
– ¿A qué te refieres?
– Te pidió que regresaras con él ¿no? – Dijo mientras lo vi levantar una ceja
– ¿estabas escuchando?
– No, pero es obvio que eso quiere ¿regresaste con él? – insistió
– No, pero él es muy insistente, tardará un poco en aceptarlo, pero, lo hará tarde o temprano.
– Puedo ayudarte si quieres
– No, gracias, puedo hacer esto yo sola.
–No creo, no sé porque, pero él parece loco, de esos acosadores.
Entramos al salón de clases juntos y esto por supuesto no pasó desapercibido por los ojos de nadie ¿les ha pasado que quieren que nadie diga nada y eso es precisamente lo que tus amigos hacen? Pues bien, mis amigas, todas ellas, tenían un gritito de emoción desde sus lugares ¿Qué les ocurre? Ni que estuviera entrando con una celebridad, me sentí muy avergonzada por eso, ¿qué pensaría él?
Las primeras horas pasaron eternas, tenía tantas ganas de voltear a ver a Alejandro, pero no lo hice, no iba a darle el gusto de notar que lo miraba, me entretuve todo el tiempo conversando con mis amigas, desde sus amores de vacaciones, hasta las peleas familiares, al llegar el receso, me puse un poco tensa, sabía que tendría que enfrentarme a otra conversación con Miguel y no quería hacerlo, espere a que casi todos salieran y me di un respiro, tenía que relajarme, empezaba a agotar mi paciencia, y de verdad tenía mucha, era difícil que yo perdiera el control.
Llegué a la cafetería y pedí mi almuerzo, me dirigí hacia el lugar donde mis amigas y yo habitualmente nos sentábamos y ¡Oh, sorpresa! Miguel estaba ahí. Todas estaban comiendo y poniendo atención a lo que decía, se mostraban contentas por tenerlo ahí, la única que sabía lo que había pasado y todo lo que me había dicho y hecho, era Mabel, quien no sonreía, por el contrario, ponía cara de fastidio mientras masticaba. Me senté aun lado de Mabel y comencé a comer.