– Hola – dijo levantando la mano
– Hola – sonreí, no sabía que otra cosa hacer, aparte de poner cara de idiota, que espero no se me note.
– Amm, estaba paseando por aquí y pensé que tal vez… si tú no tienes nada que hacer, podríamos, no sé, salir a caminar.
– Pues, si… no estaba haciendo nada productivo, dame 5 minutos para cambiarme.
– Claro, te espero
Cerré la puerta y me quedé unos cuantos segundos procesando que Alejandro estaba en la puerta de mi casa esperándome para salir… Los nervios se hicieron presentes, esa sensación en el estómago, serán las llamadas mariposas de las que tanto hablan, incluso sentía en las manos un hormigueo.
Fui velozmente a mi habitación y por primera vez en mi vida me sentí toda una mujer al hacerme esa pregunta… ¿Qué me pongo? ¡Dios! Que me pongo, que me pongo… definitivamente tendría que ser algo que me hiciera sentir cómoda, tomé unos jeans de cintura alta, mis tenis converse por supuesto, ahora solo falta la blusa… ok, ok… tengo varias decentes, y por decentes me refiero a que todavía se ven relativamente nuevas, saqué varias pero opté por una blanca que tenía grabada las palabras “I’m the best” cepillé mi cabello, y pensé que más hacerme pero, simplemente si me hacia cualquier otra cosa me sentiría extraña, y ya suficiente tengo con que él me haya venido a buscar para que mi día sea lo bastante extraño.
Tomé mi celular y le dije a mamá que saldría a caminar, al terminar de enviarse el mensaje, entró una llamada de Miguel, por un momento me pude imaginar cómo se pondría si venía a buscarme y se encontraba con Alejandro aquí. Me apresuré a salir.
– En serio te tardaste 5 minutos, estoy sorprendido, no, mejor dicho, estoy atónito – Fruncí el ceño
– Y eso ¿Por qué? – dije al acercarme a él
– La mayoría de las mujeres dicen que se tardaran 5 minutos y mínimo significan 40 minutos.
– ¡Oh! Eso, si, aaa… no, conmigo no aplica, yo no me arreglo mucho, soy pues… algo simple.
– El clima está agradable para caminar ¿no? – dijo mientras avanzamos sin rumbo alguno
– Si, los días nublados son pacíficos – lo miré de reojo, parecía algo triste – ¿estás bien?
– Si ¿Por qué la pregunta? – me miró como suele hacerlo, despreocupado, pero notaba algo.
– No lo sé – me detuve para verlo a los ojos – te veo… triste – se agachó, sonrió de lado y me miró.
– No han sido días buenos – aceptó finalmente
– Bueno, no sé qué te suceda, pero… puedes hablar conmigo si lo deseas.
– Gracias, de momento solo quiero caminar.
Lo miré con más detenimiento, sé que él está pasando por algo, lo veo en su mirada, él nunca me ha hablado sobre sí mismo, bueno, solo sobre sus amigas, pero de él, de sus pensamientos fuera de las chicas y de la escuela, de ese lado suyo no sé nada.
– Hay un lugar que me gustó mucho, tiene buena vista y la verdad es relajante ¿quieres ir?
– Si, vamos
Caminamos en silencio unas cuadras, afortunadamente el lugar a donde me llevó Gustavo no estaba lejos, entramos a ese lugar y subimos el muy inclinado camino, al llegar al lugar del estacionamiento se quedó de pie mirando el paisaje, a pesar de que estaba nublado, un poco de sol al atardecer se distinguía, hacia ver a las nubes con un color magnifico.
– Este lugar es… increíble. – Sonrió viendo el paisaje
– Pero debo advertirte que estar aquí no es del todo legal.
– ¿Es propiedad privada?
– Según sé, esto iba a ser un restaurant, pero al final de cuentas, tuvieron problemas y ya no pudieron inaugurar.
– Es una lástima, el lugar realmente es impresionante, estoy seguro de que hubiera sido un lugar muy exitoso.
Escuchamos unas sirenas y ambos nos quedamos quietos unos momentos, se estaban escuchando más cerca.
– ¿Crees que nos llamen la atención por estar aquí? – pregunté nerviosa
– Pues, es probable, este lugar se ve costoso, y si no mal recuerdo, había seguridad en la entrada, seguridad que para mi sorpresa sabias burlar, así que… sí, estoy muy seguro de que nos van a detener por invasión a propiedad privada
Mis manos comenzaron a temblar levemente, pero puse mi mente a trabajar. Miré el edificio, tal vez, solo tal vez, pudiéramos entrar, o tal vez podamos escondernos atrás y no nos vean – ven – le dije mientras caminaba al edificio.
Intenté abrir la puerta delantera y no pude, comencé a avanzar hacia la parte trasera, las sirenas sonaban cada vez más cerca, vi la puerta trasera y corrí a abrirla, pero también estaba cerrada, miré a Alejandro y él estaba tan despreocupado, claro, lo más probable es que él ya hubiera estado en prisión por este tipo de delito ¿Y ahora qué hago? Escuché como un coche se estacionaba, debía ser la policía.
Mis ojos dieron con otra puerta, fui directo a ella y esta se abrió, le hice señas con la mano a Alejandro de que entrara, no quería hablar los policías podrían encontrarnos, este me obedeció y entró, cerré la puerta lentamente para no hacer ruido y le pude el seguro por dentro, mi corazón estaba acelerado, en serio no quería ir a la cárcel.