Nadie como tú

Capitulo 22

Los días transcurrieron demasiado rápido, parece ser cierto que cuando estás enamorado el tiempo corre sin parar, las cosas en la escuela estaban casi normales, Alejandro me daba mi espacio, pero cuando estábamos juntos lo disfrutábamos al máximo, lo cierto era, que no me molestaría para nada pasar todo el día a su lado, pero, no creo que sea adecuado.

– Oye, ¿sabes algo de Miguel? – Nos encontrábamos en clase de deportes, pero Mabel y yo estábamos sentadas mirando a los demás jugar algún deporte.

– No, nada – su pregunta me dio curiosidad – ¿por qué?

– Ok, tengo que contarte porque estoy segura de que lo vas a volver a ver, Anel me contó que Alicia ha estado en contacto con él, y por contacto me refiero a que supuestamente Alicia y él comenzaron a salir.

– ¿Con salir te refieres a noviazgo? – estaba perpleja

– Si, así es

– ¡vaya! Es increíble – de verdad me puse feliz – No lo puedo creer

– Ni yo, te lo juro

– A mí me parece muy bien, eso significa que lo nuestro es pasado y por fin lo ha superado, me da gusto por él.

Esta era una gran noticia, y el día era perfecto, hoy Alejandro y yo, cumplíamos un mes de noviazgo, todo este tiempo me sentí algo insegura por el asunto de Miguel, temía que en cualquier momento fuera a aparecerse y nos causara problemas, pero, si ahora está saliendo con Alicia, puedo estar tranquila por fin, ya no hay nada de qué preocuparme.

A la última hora, estábamos en clase de artes, la indicación era trabajar en una hoja en blanco y plasmar lo que quisiéramos, comencé a dibujar un atardecer, recordaba mucho la última vez que había ido al mar con mis papás, dibujé el sol naranja, algunas aves, nubes, rocas, me esmeré mucho en el color del sol reflejado en el agua, pero era muy difícil igualar los tonos fosforescentes que yo recordaba.

– Quienes terminen la actividad, pueden ir saliendo – indicó el maestro

Algunos se levantaron, y yo seguí en lo mío, quería que quedara lo mejor posible.

– Mira nada más – las risas del maestro llamaron la atención de los demás presentes en el salón – Parece que estás enamorado muchacho.

– Lo estoy, maestro – me miró y tomó su dibujo para mostrármelo – Me tienes realmente vuelto loco por ti, Candice.

El salón estallo en un estruendoso ¡uuuuuuuuu! La hoja estaba llena de mi nombre, diferentes estilos, colores, frases como “me gustas” “me encantas” estaban por toda la hoja también.

Está por demás decir que no sabía dónde meter la cabeza, si hubiera un hoyo en el suelo, sin duda la metería.

– Toma, es para ti – Me estiró la hoja en su mano y fue que la pude ver mucho mejor, realmente se había esmerado.

– Gracias

Quisiera decirle tantas cosas, pero no puedo, no sé cómo hacerlo, la vergüenza me gana. Él miró el mío y me preguntó si era algún lugar que había visitado, así que le conté sobre eso.

Iba como niña pequeña con mi dibujo en las manos, no quería que se maltratara, la sonrisa no podía ocultarla, de verdad estaba muy feliz, este detalle para mí, había sido mucho.

– No has dicho casi nada desde que salimos – caminábamos rumbo a su coche

– Mmm, pues, solo estoy, algo avergonzada, tu hiciste esto para mí, y yo no hice nada para ti.

– No te pedí nada, hice esto porque quise, eres mi inspiración, lo que ocupa mi mente casi todo el tiempo.

¡Dios! ¡¿Cómo diablos espera que responda a eso?!

– Gracias – En serio no sé qué más decir, simplemente no se me ocurre otra palabra.

Poco antes de llegar a si coche, Alicia estaba colgada de alguien, literalmente colgada, sus manos estaban en su cuello, mientras lo besaba de una manera muy… apasionada, juro que escuché su alterada respiración, aparte la mirada casi de inmediato, pero, aun así, me di cuenta de que era Miguel quien se besaba con ella.

– Mira nada más – Sonrió burlonamente Alejandro al verlos

– Mejor no miremos, parece que están muy ocupados – le susurré

Abrió la puerta de su coche y me ayudó a entrar, cuando por fin estuvo dentro dijo – Parece que está probando ese dicho que dice “un clavo saca a otro clavo” … Y seguro que se la va a clavar.

– ¡Hey! Contrólate – le di con el puño en el hombro, aunque a mí también me causó gracia

– ¡¿Qué?! Es cierto, míralos, si así están en la vía pública, imagínate a solas.

No contesté, tenía razón.

– ¿Quieres ir al cine a ver una película?

– Si, ¿a qué hora?

– Paso por ti a las 5, ¿te parece?

– Si

Como era su costumbre, me abrió la puerta del coche y nos despedimos en la entrada de mi casa. Me sentí un poco desilusionada de que no recordara la fecha de hoy, pero, bueno, sin saberlo me dio un regalo que atesoraré por el resto de mi vida; me acosté sobre la cama y miré una vez mi dibujo, anteriormente me limité a verlo porque sentía las miradas curiosas de todos tratando de ver el dibujo, pero aquí, podía disfrutarlo a gusto con todo y mi cara de idiota.




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