Nadie como tú

Capitulo 37

Dicen que el amor quema y consume todo a su paso. Y estoy totalmente segura de amar a Alejandro, no hay manera en que yo pueda negarlo, mi mente es un espacio en donde solo habita él, mi cuerpo me pide a gritos sentirlo recorrerme, y el corazón late tan fuerte que provoca que me falté el aire.

Nos besamos hasta que sentí mis labios hincharse, fuimos del más al menos, al final, solo nos dábamos pequeños besos mientras continuábamos abrazados.

– Es tarde, en serio tengo que irme. – dije entre besos y susurros.

– Lo sé – me besó nuevamente

Subimos al coche y no dijimos ni una sola palabra. Le pedí que me dejará cerca de casa, no quería que Miguel nos viera llegar juntos, lo último que necesito es que se ponga en modo loco otra vez, y claro, no quiero que Alejandro se vuelva su objetivo, si fue capaz de planear algo tan maquiavélico como lo de esa fiesta, puede ser capaz de todo.

A regañadientes hizo lo que le pedí, me quedé a tres cuadras de casa, le expliqué de muchas maneras que no quería problemas, pero insistía en que no le tenía miedo a Miguel y que yo tampoco debería hacerlo, en mi mente solo estaba la frase “Si supieras…”

Caminé de prisa, y casi al llegar a casa, vi una patrulla estacionada al frente, me sentí un poco más segura. Cuando entré, lo primero que hice fue llamarle a mamá, le dije que ya estaba en casa y me repitió que necesitaba tener un celular pronto, siempre se lamentaba por eso.

Al otro día, fuimos a casa de Gustavo, hacía tiempo que no se reunían nuestras madres, como era de esperarse, la señora estaba al tanto de mi situación y claro que aprobaba que Gustavo fuera por mi para ir a la escuela.

– ¿Qué hacemos hoy? – Preguntó Gustavo mientras nos dirigíamos a su habitación

– No tengo ánimos de mucho, así que decide tú.

– Bien, déjame pensar – se puso pensativo y tomó la perilla de la puerta – creo que ya sé que necesitas.

Abrió la puerta y Mabel estaba ahí – ¡¿Qué haces aquí?! – pregunté emocionada, hacia tanto que no nos reuníamos.

– No sé si ofenderme por la pregunta – dijo mientras se cruzaba de brazos

– No lo dije juzgando tu presencia, lo dije emocionada.

– Ok, te perdono – me abrazó

– Queridas hermanas – Gustavo comenzó a hablar como si estuviéramos en misa – estamos reunidos hoy, para celebrar una vez más la vida.

– Dígame padre ¿Cuál será nuestra penitencia? – Dijo Mabel mientras ponía sus manos como si estuviera rezando.

– Dejen de jugar con eso – le di un pequeño manotazo a Mabel

– Hoy las sorprenderé.

– Eso espero, sorpresas positivas son lo que le hacen falta a mi vida – Concluí.

Estaba sorprendida, lo hubiera estado más de no ser por qué ya había venido con Alejandro, nos trajo a las carreras. Ciertamente era emocionante, o por lo menos para mí lo era, me daba algo de nervios ver como chocaban uno contra otro, pero me emocionaba más de lo que les temía. Cerca de las 12 de la noche nos fuimos del lugar, hablar con mis mejores amigos era lo mejor del mundo, hacía que la carga de la vida se aligerara un poco.

Al llegar a casa de Gustavo había más señoras con nuestras madres, la reunión se hizo grande.

– La cosa se puso buena – dijo Mabel al verlas

– Mi mamá es la fundadora de “Mujeres divorciadas anónimas.com” –dijo Gustavo mientras nosotras reímos por su comentario.

– Pues está haciendo un gran trabajo – me crucé de manos y vi a mi mamá, se veía contenta.

– ¿Ya saben que carrera van a elegir? – dijo Mabel, mientras se sentaba en el sofá, habíamos subido a la azotea.

– Si, me he decidido por Químico- Farmacobiólogo – dije sin dudas

– ¡Guau! – exclamó Gustavo – Yo quiero Ingeniería en Sistemas.

–¡¿En serio?! Una ingeniería – me asombró su elección.

– Los odio – dijo Mabel cruzándose de brazos – Yo no puedo decidirme

– ¿Y cuáles son tus opciones? – pregunté

– Ninguna, de verdad, no tengo idea de lo que quiero hacer con mi vida.

– ¿Por qué no buscas orientación? En la escuela pueden ayudarte con eso. – dijo Gustavo.

– No quería hacerlo, siento que solo me va a confundir aún más, pero creo que es inevitable. Iré.

– O podrías tomarte un año sabático – me miró con el ceño fruncido – no sería bueno que tomaras una carrera solo porque no sabes que hacer, tal vez si esperas y te dedicas a tratar de encontrar que te gustaría hacer por el resto de tu vida seria lo mejor.

– A mi suena bien – coincidió Gustavo

– A mí también, pero dudo que mis padres me permitan hacer eso. – Los tres hicimos cara de “cierto”

La noche pasó entre temas de carreras universitarias y proyectos de fin de curso, nos estábamos haciendo responsables, tuve la oportunidad de contarles sobre lo ocurrido con Alejandro, pero no pude, tenía tanta vergüenza de mis actos absurdos que opté por callar. Ese beso, será algo que me lleve a la tumba, no volverá a pasar, no puede volver a pasar.




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