Nadie como tú

Capitulo 42

Sé que en el mundo hay justicia y que la mayor parte del tiempo triunfa el bien sobre el mal, pero en mi caso… mi caso es uno de esos en los que el mal tiene muchos haces bajo la manga.

El juez dio su sentencia a mi favor, pero él estará bajo tratamiento medico en casa. No estará preso.

Mi mamá estaba muy molesta y el abogado decía que hizo lo que pudo, no lo vi en el juzgado, dado el caso, no era conveniente que estuviéramos en la misma sala. Podría describir de muchas maneras la sensación que tuve al escuchar la noticia, pero la más cercana a describir el momento seria angustia, sabia que esto significaba volver a ese ciclo de miedo, de pensar que podría estar vigilándome, pensar que pudiera acercarse, de que me sirve la orden de restricción si la rompe tan fácilmente y nada pasa, ¿habrá un limite para romper esa orden y que por fin le hagan algo?

Un maldito dolor de cabeza comenzó en ese momento.

En casa, mi mamá no dejaba el teléfono, la escuchaba discutir primero con mi papá, luego con mis abuelos, estaba frustrada, hizo todo lo que pudo para que lo dejaran preso, y nada sirvió.

Me quedé dormida y cuando desperté ya era de noche, mi mamá estaba preparándose para ir a trabajar.

–Lamento no poder quedarme hoy – dijo mientras se sentaba a mi lado en el sofá

– Esta bien, se que tienes que trabajar

– ¿Cómo estás?

– Bien, algo inquieta por el veredicto, pero, bien. – mentí estaba temerosa de que él apareciera.

– ¿quieres quedarte en casa de Mabel o de Gustavo?

– No, esta bien así, no quiero dar molestias.

– Alejandro me llamó, me pidió permiso para venir a verte – dijo sonriendo – ese muchacho está chapado a la antigua, me gusta, creo que es bueno para ti.

– A mí también me gusta, y mucho, pero no se si sea bueno que esté con él ahora que Miguel esta libre – la escuché suspirar.

– No quisiera tener que decirlo, pero… no sabemos lo que pueda suceder – se agachó – y pensando en eso y en tu seguridad, dile que se quede contigo – fruncí el ceño.

– ¿Qué?

– No quiero que estés sola, no tenemos ningún familiar cerca con el que puedas quedarte, y dejarte sola me incomoda mucho, así por lo menos estarás acompañada. No digo que se puede quedar todas las noches, pero… sé que eres lista, y que respetaras esta casa ¿sabes a lo que me refiero verdad?

– Si, mamá – dije avergonzada

– Nada de sexo en mi casa

– Nada de sexo, ma – repetí y levanté la mano haciendo la promesa

Cuando ella se fue, me dijo que le llamara cada cierto tiempo, y me pidió dormir en la sala, no sé cual es el sentido de que durmamos en la sala, pero, eso le da tranquilidad por alguna razón. Alejandro llegó y mi corazón estaba muy acelerado, estaba emocionada, dormiría con él, pasaríamos la noche juntos. Estaba usando mi pijama de pantalón y sudadera, era la más cómoda que tenía, él estaba con suéter de cuello tortuga, solo él puede verse tan bien con todo lo que se ponga.

Cuando entró me dio un beso – estás muy frio – dije separándome de él un poco y tomando sus manos, también las tenía frías.

– Estoy bien. – dejó su gabardina en la entrada y me abrazó – ¿tú como estas?

– Lo mejor que se puede – lo miré mientras acomodaba mi cabello

– Estoy contigo

– Lo sé, y me alegro, pero… por otro lado… tengo miedo de que te pueda hacer algo.

– Que lo intente, que intente hacerme lo que quiera, pero a ti nada, te juro que no va a tocarte ni un solo cabello, si tengo que hacer guardia en tu casa todas las noches lo haré, no voy a dejarte sola ni un solo momento del día. Estas segura conmigo, te lo juro. – besó mi cabeza y me sujetó más fuerte.

– Prométeme que si algún día él se aparece no pelearas con él.

– No, eso no. En cuanto lo vea arreglaré cuentas con él.

– Alejandro, por favor – me aparté

– Por favor nada, tengo que ponerle un alto a sus locuras o esto nunca acabará.

– ¿Y como planeas hacer eso? – me crucé de brazos

– No lo sé, aun no lo sé, pero te aseguro que el dolor que te hizo pasar será nada comparado con lo que a él le espera.

– Eso no me hace sentir bien, te quiero conmigo, a mi lado, pelear con él seria dejarlo ganar, su familia te demandaría y terminarías en prisión ¿crees que eso sería lo mejor?

– Estas siendo extremista y lo entiendo. Dejemos este tema.

– Lo dejaremos cuando me prometas que no harás nada si él se cruza en nuestro camino. – bufó, puso su mano sobre la mesa y miró al suelo.

– De acuerdo, si eso te da tranquilidad, lo haré.

– Gracias, si me da tranquilidad – lo abracé y el busco mis labios.

Al parecer mi mamá le dijo que podía quedarse, porque trajo su pijama, hice lo que me pidió mi mamá y le dije que él ya estaba aquí, saqué las sabanas mas gruesas que tenia y las acomodé en la sala, vimos una película en mi lap top mientras comíamos pizza, cuando terminó, nos acostamos tomados de las manos.




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