- Así que falto un día, y resulta que el mundo se pone de cabeza.
Belinda ya está mejor. Había sufrido una indigestión, por lo que ahora vuelve a clases. Aunque, debido a eso, estábamos separadas para el trabajo de química. Yo quedando con Alex, y ella con Ramiro, uno de los tipos más listos pero más serios del salón, por lo que no le fue tan mal después de todo.
Si hubiera sido otro el resultado, no estaría tan campante.
- No puedo creer que Alex “biscocho” García esté contigo.
- Lo dices como si saliéramos, lo cual no es cierto.
- Podría pasar – se encoge de hombros.
- Pensé que te gustaba.
- Pero no tanto para quitárselo a mí amiga.
- Sólo es un trabajo de química – digo después de poner los ojos en blanco. Parece que no distingue entre ser compañeros de equipo, a ser pareja.
- Y yo que pensé que te desagradaba.
- No es verdad.
- No es que fueras su fan.
- No, gracias. Creo que ya tiene demasiadas para necesitar una más. Y ya conociéndolo mejor, no es tan mala persona.
- Eso es lo que pasa cuando prejuzgas por los tontos comentarios de otros.
No puedo negarlo. Definitivamente estuve algo influenciada por los comentarios que Miguel tenía respecto a él.
- Y ahora son muy amigos – me codea.
- Tampoco – digo sonriendo a lo tonta de su actitud.
- Si no, ¿por qué lo escogerías?
- Porque era él o Miguel. Y sabes que prefiero a cualquiera antes que a él.
- Bueno. Pero no puedes negar que fue una buena jugada. Dejar plantado a tu ex, para irte con uno de los guapos de la escuela.
- Exageras.
- Sabes bien que no lo hago – me da una mirada cómplice, a lo cual sólo puedo contestar sonriendo, porque definitivamente Alex es, como dice Beli, un biscocho.
Me encuentro de un humor… que no quiero que nadie se me acerque.
Paso un infierno durante todo el tiempo que está durando la clase. Me senté dos mesas atrás de la que eligió Kate, por lo que puedo ver cómo se lo pasa de lo lindo con su nuevo amigo, el tarado ese.
Al ver como éste se le acercaba, ya fuera para comentarle algo o entregarle alguna cosa, sólo hacía que deseara ir allá y empujarlo lo más lejos de ella.
El tipo es un creído. Y por desgracia, las chicas lo adoran, lo que es preocupante. En especial ahora que Kate está tan susceptible debido a lo ocurrido entre nosotros. Lo que menos deseo, es que éste se aproveche de ella.
- Deja de verlos así – me dice Ricardo, mi compañero de laboratorio.
- Así, ¿cómo? – no logro despegar la vista de ellos.
- Ni siquiera sé por qué me tomo la molestia. Está claro que no oyes razones.
- Es que sólo míralos. Antes decía que ese tipo era un odioso, y ahora está muy sonriente y platicadora con él. Y no puedo sacarme de la cabeza lo que dijo ayer en la tarde.
Le había comentado esa bromita que hizo el tarado, diciéndole a Kate que colgara y volviera a la cama. Tomó un buen rato para que recapacitara y me diera cuenta que eso sólo podía ser una mentira. Kate no es así. El tarado sólo buscó molestarme. Y lo logró, claro ésta.
Aún no puedo sacarme del todo esa imagen de la cabeza.
Escucho a Ricardo reír quedamente, por lo que me giro en su dirección, seguro de saber el motivo de ésta. Él claro que captó la farsa desde el principio.
- No es gracioso.
- De acuerdo. No lo es – dice sin mostrarlo verdaderamente -. Pero insisto, deja de verlos así. Sólo lograrás que se den cuenta.
- ¿Y qué si se dan cuenta?
- Que menos va a ceder Kate.
- Ella no va a ceder – digo desanimado. No quiere saber nada más de mí.
- Mira, lo que pasa es que sabe que vas a seguir rogándole hasta que cambie de opinión. Lo que necesita es verte con alguien más.
- ¿Estás loco? Por eso es que me dejó.
- Pero necesita ver que no vas a seguir detrás de ella pidiéndole perdón.
- Pero eso es lo que quiero hacer, hasta que me perdone. No me interesa nadie más – niego con la cabeza. No estoy dispuesto a renunciar aún.
- Eso lo sabemos, pero ella no. Lo que hace falta es que le des celos para que reaccione. Que se dé cuenta que si no vuelve contigo, tú te puedes ir con otra.
Lo pienso por un momento, porque, él tiene razón.
Desde el incidente he estado detrás de ella, pidiendo una segunda oportunidad. Ella me ve seguro.
Pero si comienzo a fijarme en alguien más, como dice Ricardo, es posible que reaccione y vuelva conmigo.
Los celos pueden ser una buena arma. Sólo es cuestión de verme en este momento para estar seguro de ello.