- ¡Ya voy! – le aviso a mi mamá cuando escuchamos el timbre de la casa.
Desde el miércoles pasado, no han tenido ningún lugar al qué asistir. Incluso llegué a pensar que tendría que faltar al viaje al Rancho de Mario, por ello.
Pero mis papás, entendiendo que era tal vez el último que haría con mi generación, no se opusieron a que fuera.
Y vaya que me alegro de eso. De otra forma, no sé cuánto tiempo nos hubiera tomado a Alex y a mí cambiar nuestra situación de amigos.
Apenas llegué el domingo en la tarde, le comenté todo a mi mamá. Ésta, quien no sabía del todo el currículum de Alex, pero si lo había visto una vez cuando hacíamos lo de química, aparte de escuchar en más de una ocasión el apodo de Belinda; estaba contenta por mí.
Claro que le sorprendió la noticia. Ella pensaba que terminaría regresando con Miguel, debido a que jamás le dije las verdaderas circunstancias de nuestro rompimiento. Sólo mencioné que nos alejamos.
Ambas estábamos en la cocina, preparando un postre.
Bueno, ella lo preparaba mientras que yo le hacía compañía.
Pero Alex había mencionado que pasaría esta tarde, por lo que sé que es para mí.
- ¿Miguel? – pregunto al abrir la puerta.
- Hola Kate – mete las manos en los pantalones -. ¿Puedo pasar?
- No sé si sea buena idea – dudo debido a que Alex podría aparecer en cualquier momento, y después de la pelea de hace cinco días, estoy segura que no le agradará verlo aquí.
- Bueno. ¿Al menos puedo hablar un momento contigo, aunque sea aquí? – asiento -. Sólo vine a disculparme por cómo me porté el viernes. No debí haberte tomado así.
Sé que se refiere a la forma en que me alejó de Alex, tomándome de los brazos fuertemente, cuando nos encontró besándonos.
Incluso dejó sus dedos marcados, algo que no le dije a aquel porque sabía que sólo empeoraría las cosas.
Lo bueno que se borraron rápido.
- No pasa nada. Entiendo que no fue a propósito.
- No lo fue. También quería saber… - titubea.
- ¿Qué?
- ¿Estás con Alex porque te engañé? Me refiero a que, si es una forma de hacerme pagar lo que hice – se encoge de hombros, avergonzado.
- No –frunzo el ceño -. O sea, no me interesaba mientras estuve contigo. Pero cuando nos separamos, y dio la casualidad de que lo conocí mejor… sólo… pasó. Nada tiene que ver con lo que ocurrió entre nosotros.
Hablando de eso…
- Por cierto. Aquella noche, cuando fuiste a esa fiesta, Mario fue el que me habló.
- ¿Mario? ¿Y para qué? – pregunta desconcertado.
- Me dijo que estabas mal, y que tal vez yo era la única que podría ayudarte – me ve sin entender -. Luego, en la fiesta de Jaime, Belinda y yo escuchamos cómo se jactaba de haberlo hecho a propósito.
- ¿Qué? – saca las manos del pantalón.
- Dijo que todo había sido una trampa. Que él lo había planeado.
- ¡Maldito Mario! ¡Voy a…! – la rabia es notoria en su rostro.
- Te lo digo para que tengas cuidado con él. No es de fiar.
Parece querer decir algo, pero somos interrumpidos.
- ¿Qué haces aquí? – pregunta Alex a unos pasos detrás de él.
Puedo ver a Miguel apretando los dientes, nada contento con la intervención; después de todo, aún no se ha recuperado del impacto de lo que le acabo de contar.
- Vine a disculparme con Kate.
- Si ya terminaste, es hora de que te vayas – se acerca a nosotros, y me toma de la cintura, como si estuviera marcando territorio.
- No vengo a pelear.
- Entonces no deberías haber venido – le aprieto la mano para que se calme.
- Nos vemos Kate – dice antes de darse media vuelta e irse.
- No debiste comportarte así – le digo una vez lo perdemos de vista.
- No debiste recibirlo – me suelta, colocándose frente a mí.
- ¿Recibirlo? Ni siquiera entramos a la casa.
- Eso sería el colmo.
- Alex, sólo vino a disculparse como dijo – trato de calmarlo.
- ¿Y por eso decide venir a tu casa? – resopla.
- Le conté acerca de la trampa que le había puesto Mario.
- ¿Y de qué sirve? No es como si por eso se fuera arreglar lo de ustedes.
- No…
- ¿O es eso lo que quieres?
- ¿Qué? – no puedo creer que lo pregunte.
- ¿Te importa?
- Pues si – incluso me hace vacilar. Esta situación me está comenzando a alterar -. Lo aprecio.
- Si. Ahora lo aprecias – sigue con ese tonito.
- Exacto.