Capítulo 22

- ¡No puede ser! – se queja Belinda.

- ¿Qué?

- Física es el primero.

Estamos frente al periódico mural donde está la lista de los exámenes finales.

- No he terminado el último trabajo – sigue lamentándose.

Ante mi mudez, voltea hacia mí.

- ¿Ya lo terminaste? – puedo ver la esperanza en sus ojos.

- ¿Nos juntamos durante todo el fin para hacerlo? – le doy una sonrisa de pesar. Después de todo, tampoco soy muy buena con eso de hacer las tareas desde el primer momento.

No lo dejo para lo último, tampoco. Bueno, no siempre. Sólo que ésta es de esas veces.

- Hecho.

- ¿Que planean ustedes dos? – pregunta Alex, acercándose.

Éste, como tantas veces, me abraza desde atrás, por lo que me puedo recargar en él.

No puedo creer que ya tengamos poco más de dos meses. A veces siento como si nos conociéramos de mucho más tiempo.

Claro que al principio fue un poco difícil, ya que las tipas esas no dejaban de buscarlo. Tomó unos días que entendieran el mensaje.

- Sólo nos estábamos poniendo de acuerdo para hacer lo de física. Es el primero.

- ¿Te nos unes? – pregunta mi amiga que ni siquiera espera su respuesta para empezar a hacer planes -. Le puedo decir a Ricardo para que también vaya, y así aprovechamos para ir a ver una película, o cenar…

- Pensé que se trataba de hacer el trabajo.

- Pero podemos aprovechar que estamos juntos.

- A ese paso, no terminarán la tarea.

- ¡Ya la hiciste! – me giro para acusarlo.

- Hace un par de días. Pero tranquilas – sonríe sospechosamente -. Todavía pueden presentar el extra.

Ambas arrancamos una página en blanco del cuaderno que Belinda llevaba en la mano. Lo hacemos bolita, y se lo arrojamos a la cara.

- ¡Ey! – exclama él, cubriéndose la cara con el brazo, riéndose.

- Bien podrías ayudarnos con las nuestras – alzo las cejas -. Ya sabes, tu adorada novia…

- Y su linda amiga quien siempre estuvo de tu lado – termina de decir Belinda.

- Si, se nota – sigue divertido -. Ni como decir que no después de eso – suspira fingiendo resignación -. ¿Cuándo nos vemos?

- Esta tarde en mi casa, ¿les parece? – pregunta Belinda -. Saliendo de aquí.

Ya estoy asintiendo en acuerdo cuando mi novio contesta.

- Llegaré un poco tarde.

- ¿Y eso?

- Tengo que ver unas cosas. Pero terminando les caigo.

- Bueno.

- Deja le digo a Ricardo – dice Beli antes de irse.

- Por lo visto Ricardo se saldrá con la suya – dice Alex mientras la ve marcharse.

Hace unas semanas, por fin logró acercarse a mi amiga.

Él lleva años detrás de ella, pero Beli jamás lo tomó más que sólo un amigo divertido. Así que al pobre le tocó ver como ella salió con un par de tipos mientras que a él no lo pelaba.

Parecía que Ricardo se había resignado. O al menos eso pensé hasta que la invitó a salir, sorprendiéndonos a todos.

Y desde entonces, han estado viéndose. Todavía no son una pareja, pero, como dice Alex, es sólo cuestión de tiempo.

- Eso espero.

Cuando salgo parece que todo mundo se fue. Tardé un poco debido a que me vi en la necesidad de ir por un libro que Alex dijo que nos serviría.

Al acercarme al auto escucho a alguien quejarse.

Por lo que me giro, y descubro a Miguel pateando una de las llantas delanteras de su auto.

- ¿Qué pasó? – le pregunto al acercarme.

- Está ponchada – señala a la víctima.

- ¿No traes la de refacción?

- Esa es la de refacción. Olvidé comprar otra – se pasa las manos por el cabello.

- Yo tengo una, tal vez podría quedarle… - el mueve la cabeza negativamente antes de hablar.

- Sólo si traes dos – señala la trasera que está en las mismas circunstancias -. Sé que fue Mario.

Después de lo que le dije acerca del que creía su amigo, estos no han tenido muy buena relación.

Y con eso me quedo corta.

Se han estado poniendo el pie uno al otro, de manera figurativa, desde entonces.

El pobre luce desesperado.

No le va a gustar a Alex.

A pesar de que nuestra confianza quedó clara desde aquella vez en que la discutimos, he tratado de no verme involucrada en algo que podría tomarse a mal. Porque sé que, si fuera al revés, tampoco sería de mi agrado.

Sólo que en esta ocasión no hay de otra. Tampoco puedo dejarlo varado hasta que alguien venga.