Nadie necesita saber

Problemas de dislexia

Las burlas de Theo tenían algo de razón, Niels no era demasiado bueno con su ortografía, sin embargo, cuando hablaban de actuar, era otro tema. Era bueno dentro de lo que cabía, eso porque según él, desde joven siguió los pasos del hijo de la pareja perfecta: Lee Ryan. A pesar de no llevarse muchos años con el actor novato —si es que puede llamarse así— y de no conocerlo, le tenía una gran admiración, cosa que lo llevó a practicar actuación a escondidas de sus padres, aunque tampoco era su mayor sueño, solo un divertido pasatiempo.

El guion teatral de Heimdall relataba la historia de una pareja del siglo XVI. Un par de hermanas gemelas de sangre noble que estaban enamoradas del mismo hombre, quien, para su desgracia, no correspondía su amor, sino que estaba enamorado de su prima y su amor era correspondido. Aquella prima vivía con las gemelas desde la muerte de sus padres en un incendio, no recordaba del todo a sus progenitores debido a que la noche de la tragedia ocurrió cuando ella tan solo tenía tres años. Lo único que quedó en su memoria fue el recuerdo de las voces de sus padres.

Aquel hombre de quien estaban profundamente enamoradas era insignificante socialmente. Solo era un zapatero extranjero de familia humilde, que huyó de su país para conseguir una vida mejor. Era demasiado positivo para el tipo de vida que tenía y el tipo de vida que quería; un buen soñador, mejor dicho.

Niels detuvo la lectura apenas terminó el primer acto. Soltó un pesado suspiro. Le tomó toda la tarde haber leído ese pequeño pedazo porque sinceramente no estaba acostumbrado a leer de corrido algo o de leer seguido.

Dejó el guion a un lado. Tal vez era momento de aceptar que Theo tenía razón y comunicarle al grupo sobre su incompetencia. Cuando tomó el teléfono para avisarles que se retiraba, lo encendió y desde su pantalla de bloqueo leyó el mensaje de Emil:

“No hago un juicio rápido de ti, pero si necesitas que revise tu revisión y ya la tienes, no me molestará hacerlo.”

El adolescente sonrió satisfecho y a su vez lleno de culpa y de vergüenza. Leyó el mensaje al menos unas 15 veces antes de dar una respuesta, luego le marcó y de inmediato su llamada fue rechazada. Extrañado, marcó un par de veces más y siempre recibió la misma respuesta, hasta que Emil regresó la llamada.

—Lamento responder hasta ahora… no era muy conveniente hacerlo antes…

Dijo Emil entre murmullos y su voz formaba un eco idéntico al de una voz encerrada dentro de un baño de azulejos. Estaba escondido, fingiendo hacer sus necesidades dentro del baño.

—Oye, si estás ocupado ahora, puedo llamarte después.

—¡No! —carraspeó el adolescente y después volvió a murmurar— No estoy ocupado…

—¿Estás seguro? No quiero importunarte.

De pronto unos golpes retacharon contra la puerta del baño. La madre de Emil preguntando si se encontraba bien dentro del baño pudo ser escuchada desde el teléfono de Niels. Comprendió todo, los nervios de su compañero y por qué demoró demasiado en regresarle la llamada.

Procedió a hablar después de asegurarse de que su contrario estaba en absoluto silencio.

—Sucede que apenas llevo una parte del guion leída y no encuentro alguna falta…

Emil esbozó una silenciosa risilla.

—¿Estás seguro que no tiene ningún error? Loki tiene dislexia. Creo que llevas poco leído porque estás tratando de descifrar lo que Loki escribió.

La cara de Niels se coloró por completo de la vergüenza. No era disléxico, no obstante, todo cobraba sentido. La historia era buena, pero era verdad; había algo extraño ¡la escritura de Heimdall era mala! Tenía que aparentar haber sabido ese error, así que soltó una carcajada bastante falsa.

—¡Lo sabía! Solo quería saber si concordábamos con lo mismo. Pobre Loki.

—A Loki no le gusta mucho hablar sobre su dislexia, así que ten cuidado con reírte así en frente suyo. ¿Entendido?

—Entendido.

—¿Entonces no necesitas ayuda?

—Yo te llamo si necesito ayuda.

—Espera, Niels… ¿Podrías llamarme después de media noche si necesitas ayuda? Mejor manda un mensaje. Por favor…

—¡Okay!

Y colgó.

La mañana siguiente Niels llegó al instituto con las ojeras más marcadas que el mismo maquillaje que utilizaba a propósito para hacérselas. Era como ver a un muerto viviente, pues arrastraba los pies, sus ojos parpadeaban descoordinados y con lentitud, mientras las comisuras de sus labios conservaban saliva seca. Y no hablar del uniforme…

—¡Santo cielo, Niels! —exclamó burlón, Theo y lo señaló— ¡Parece que te chuparon la energía hasta dejarte sin aliento!

Lo que antes parecía ser un rasgo divertido de Theo para su grupo de amigos, pasó a ser molesto e irritante de la noche.

—Eres un pesado —dijeron Sofonías y Simeón mientras lo señalaban.

Heimdall soltó un pesado suspiro y Emil rodó los ojos. Además de poner a esos cuatro de mal humor, pasaron de largo al bromista de turno y se acercaron a Niels, sofocándolo por el escaso espacio personal que le permitían. Los gemelos lo cargaron hasta su asiento, mientras que Heimdall sacó un frasco con pastillas para dormir; Emil tomó su botella de agua y tomó el suéter de Theo para hacerle una almohada.



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En el texto hay: boyxboy, academia, amorimposibe

Editado: 26.10.2021

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