La preparatoria Green Tree estaba próxima a festejar una fecha importante que los caracterizaba y la razón por la que muchas madres peleaban porque sus hijos tuvieran un lugar en dicha preparatoria. La noche de gala en donde la escuela para caballeros Green Tree y la escuela para señoritas Cosmos Rose gozaban de la noche. Hace aproximadamente 50 años las ambas escuelas fueron fundadas por un par de hermanos y ellos acordaron una fecha memorial para reunir a sus alumnos, con el fin de demostrar qué escuela tenía un mejor plan académico. Para ello realizaban durante una semana laboriosas y sofisticadas pruebas, las promediaban y un día después de que tal evento finalizaba, mostraban sus resultados. El perdedor debía ocupar el 60% de los fondos escolares para remodelar el instituto del otro hermano. Como consecuencia de estas competencias, los hermanos terminaron odiándose mutuamente y contrataban personal exigente. Los alumnos rendían excelente cada una de las materias y los exámenes, ¿pero a qué precio?
Para cuando sus hijos terminaron de estudiar y se volvieron profesionistas, se encargaron de desbancar a sus padres y terminar con todo eso, así convirtiendo esa tediosa semana para la que preparaban la mitad del año a sus alumnos, con una cantidad excesiva de tareas, trabajos, investigaciones, proyectos y demás, en un armonioso baile de solo una noche. Las escuelas se turnarían para realizar el evento y en esa ocasión la escuela Cosmos Rose era quien se encargaría de organizarla para el próximo 15 de mayo.
La mayoría de los muchachos de Green Tree esperaban con ansias este día porque después de tanto tiempo, podrían tener contacto social con alguna chica de su edad y quizá encontrar el amor. Era emocionante si lo pensaban así.
La persona más emocionada en el grupo de amigos de Emil era nada más y nada menos que Theo. Theo llevaba 8 meses con su novia. Su nombre era Ylva Lie y era prima de parte materna de Emil. Se conocieron en ese dichoso baile el año pasado y en cuanto se encontraron por primera vez, surgió una conexión entre ellos que fue capaz de hacer todo lo posible para volverse a ver, conocerse y finalmente formalizar una relación a escondidas de los padres de Ylva, pues ellos también eran igual de estrictos que los de Emil o tal vez menos.
El baile para ellos dos significaba algo más que un acontecimiento importante, era especial. Fue el día en el que ambos encontraron el amor, el día en el que podrían estar solos y sin que ninguno de los padres de Ylva los estuviera vigilando. Claro que los profesores estarían ahí como supervisores, sin embargo, ellos también ocupaban esa oportunidad para lo mismo o hacían el intento los profesores de Green Tree de conquistar los corazones de algunas monjas de mente débil.
Por otra parte, los gemelos estaban ansiosos y temerosos. Los dos se enamoraron de la misma chica y para su fortuna o su desgracia, ella de esos dos. No tenían mucho contacto con ella, apenas sabían su nombre el cual era Astrid Beck y algunos de sus gustos, como que le gustaba tocar el violín y el otoño. Los dos compartían el mismo teléfono, así que cuando ella los saludaba era como si solo estuviera saludando a uno. Los dos se ponían de acuerdo para responderle y las conversaciones no duraban demasiado porque no sabían cómo tratarla. Temían encontrarla en el baile, aunque en el fondo deseaban volverla a ver.
En cuanto a Niels, ni siquiera entendía lo que ocurría y tampoco quería entenderlo. Solo sabía que habría una fiesta en la que podría pasar rato con Emil y cono saber ello se conformaba. ¿Acaso tenía que llevar una pareja a ese dichoso baile?
Ese mismo viernes en el que tan esperado anuncio llegó a los oídos de todos, Niels esperó después del receso para volver a sacar el tema del baile.
—Oye Millo, en eso del baile o lo que sea ¿necesito llevar una pareja o cómo?
Emil esbozó una risita y rascó con suavidad sus rizos, así idiotizando a su compañero con sus encantos.
—Por supuesto que no. ¿Por qué llevarías a un chico al baile? Solo podrías decirle que te acompañara a llegar a Cosmos Rose y allí mismo conseguirte una pareja para bailar.
—Heimdall quiere decir que no es un pecado ir con un chico como pareja de baile, siendo tú un chico —se entrometieron los gemelos, expresando esto por Heimdall. Leyeron sus ojos.
—¿En serio? —Niels respondió con una pregunta— No saben cuánto alivio me trae saber esto, chicos.
—Pero… ¿Qué pensaran nuestros padres?
—Las generaciones cambian para bien o para mal, al igual que las tradiciones y el pensamiento. ¿Qué importa lo que piensen nuestros padres? Estás yendo con un amigo, no con una pareja.
—Tienes razón.
Y antes de que se hicieran la mutua invitación, sus palabras se frenaron en las puntas de sus lenguas porque Heimdall se entrometió. Daría otro paso más para llegar hacia la otra vereda. Lo invitaría.
Entonces los sujetó del brazo y lo acercó a él. Sus miradas se encontraron.
—¿Esto es…? —dijo Niels, extrañado.
—Heimdall quiere ir contigo —explicaron los gemelos.
—Creí que iría con ustedes dos —encogió los hombros y le ofreció una embustera sonrisa—. Por supuesto que iré contigo. Es lo que más me gustaría.
Se llevó consigo la falsedad de su sonrisa, sus inmensas ganas de invitar a Emil bajo la frase de “lleguemos juntos al baile” y la frustración de su amor no correspondido le sirvió como pala para enterrar todo lo anterior en el profundo agujero de la frustración. Qué más daba. “Como si ese estúpido baile fuera a cambiar a Emil”.