Nadie necesita saber

Verdades ante las nubes

Las vacaciones de verano para los chicos fueron bastante cortas. Se veían al menos unas cuatro veces a la semana en diferentes casas y a veces salían a lugares cercanos, como el parque o la zona de juegos mecánicos con la que contaba el centro comercial. Hubo algunas noches en las que Niels se escapaba de casa y utilizaba la pelota de goma para perro, contra la ventana de Emil; el de los rizos no tardó mucho tiempo en reconocer estos golpes que se escuchaban después de la media noche, así que esperaba con ansias despierto. No era mucho tiempo el que conversaban entre murmullos u ocupaban para demostrarse con besos y palabras tiernas lo que sentían. Se conocieron todos sus pijamas de verano.

Un mes después de haber empezado el año escolar, la bisabuela paterna de Emil falleció, para ser exactos, el jueves 30 de octubre por la noche y a quien más lastimó su cruda despedida que, se veía con antelación por el cáncer de pulmón que le provocó su romance con el cigarro, fue a su padre. Cuando él se enteró quedó atónito y palideció. Estuvo a punto de desmayarse, así que entre su esposa y su hijo fue llevado al sofá. Halim ni siquiera lloró, más su mujer sí; fue como si lo hiciera por él. Por otra parte, Emil no supo cómo reaccionar. No se sintió triste y pena por su padre, sino algo parecido al alivio y eso por su difunta bisabuela. No convivió tanto con ella, por lo que no tenía recuerdos que fueran capaces de hacerlo llorar y tampoco era como si fuera demasiado sensible.

Los planes se hicieron a prisa. Sus padres saldrían de la ciudad por una semana y dejarían a Emil en casa de sus tíos, para que no descuidara sus estudios y porque su madre creía que era demasiado joven para vivir un funeral. Cuando su tía se enteró de la desgracia, se ofreció para orar junto a ellos y nadie se lo negó, los acompañó en su viaje.

Al instalarse en casa de los Lie, se vio inmiscuido en más actividades de las que solía hacer en casa normalmente. Apenas tenía tiempo para las tareas escolares y eso fue porque su tío ocupaba su ayuda para la cosa más mínima y estúpida. Sí, ese hombre trabajaba gran parte de la tarde, no obstante, tanto a su hija como a su sobrino, les dejaba una lista de todo lo que tenían que hacer, que más bien, su mujer le dejó a él y que, por pereza, las repartió entre los adolescentes. Nunca supieron lo que les ocurriría si no completaban la lista.

Hubo una tarde en la que esperaron a que el adulto viniera para hablar sobre la sobrecarga de trabajo que les dejaba y le dijeron todo sin temor a nada. El señor Lie posiblemente se lo tomó con calma porque eran dos contra uno, y sí se quejó de manera injusta, no obstante, de nada sirvió. Las tareas se las dividieron entre los tres.

Un día antes de que regresaran sus padres, recibió el permiso de su familiar para pasar una tarde con Niels, después de haberle rogado muchas veces. Esa persistencia pudo haber sido la detonante de las sospechas que nacieron en Ylva, con respecto al amor platónico de Emil. Aquel día los dos terminaron los deberes escolares tan pronto como sus manos se lo permitieron y estuvieron casi todo el tiempo recostado en el patio delantero de la casa. Miraban el cielo con unas gafas de sol puestas del padre de Emil y hablaron sobre la vida. Los recuerdos que tenían de cuando eran niños y algunas ideas que tenían sobre temas tanto polémicos como irrelevantes. En algún momento de la conversación, Niels levantó su mano y trató de capturar una nube. Emil rio por ese acto y procedió a arrancar una hoja de su cuaderno, para así dibujar una nube y entregársela.

—Es así como se atrapa una nube.

—Pero es solo un dibujo.

—No, no es solo un dibujo.

—¿No?

—Escribe algo en ella, y extiéndela hacia el cielo. Deja que su sombra se esparza sobre tu rostro y llene el mundo con la felicidad de su interior, ahora que es de día.

—¿Qué tal si quiero hacerlo de noche?

—De noche… De noche solo se lleva el viento los problemas que escribiste en la nube. Debes hacer lo mismo, pero con la luz de la Luna.

Entre una sonrisa, Niels golpeó sin fuerza alguna la pierna de Emil con el dorso de su mano.

—Lo acabas de inventar, ¿verdad?

—Oh, vamos. No te quejes por ello. ¿Tan malo es lo que me inventé?

—Espero que esa pregunta sea una broma.

A partir de la nube dibujada en la página 89, Niels tomó un bolígrafo azul de sus útiles y escribió “Emil” en el centro de la nube, entonces levantó la hoja hacia el cielo en tal ángulo en el que su rostro fuera cubierto por la nube y sonrió. La curiosidad de Emil venció la privacidad que tenía por su amado que volteó a ver la hoja y leyó la palabra, luego volteó a ver su cara para conocer su expresión. También sonrió. Su mirada fue capaz de llamar la atención de Niels y un instante después se estaban viendo fijamente. Ambos se acercaron lentamente, adormecieron sus ojos y sus labios formaron un beso un poco más largo que los que solían darse de vez en cuando, esas veces en las que estaban libres de cualquier prejuicio que sus amigos o los Lindgreen pudieran decir. Luego de que sus labios se separaran, la sensación insatisfecha de dejar ese acto de amor tan pronto, condujo a Niels a sentarse en el pasto y recargar uno de sus brazos en el suelo, a un lado de Emil. El beso siguió por un largo rato, de hecho, hasta que el adolescente de cabello rizado recordó que debía irse temprano para ayudar a Ylva con la cena.



#22785 en Novela romántica
#14486 en Otros

En el texto hay: boyxboy, academia, amorimposibe

Editado: 26.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.