Fue complicado para Heimdall aceptar la relación de Niels y Emil, pero logró hacerlo antes de que el último baile de 15 de mayo se presentara, esta vez en la preparatoria Green Tree. Los únicos que se vieron involucrados en el diseño de los arreglos para el salón en donde se realizaría el evento, fueron los Seppanen. La escuela permitió que su hermana Sigrid ayudara y Einar visitaba seguido la preparatoria, pues hacía viajes en su auto hacia los puestos y tiendas que su novia le decía, y así le conseguía el material. Sigrid notó la relación de Emil y Niels apenas llegó a Green Tree, sin embargo, la confirmó tras preguntarle a Einar una semana más tarde, una ocasión en la que él le trajo el material solicitado. Sigrid no tenía ni la menor idea de que Heimdall gustaba de Niels, hasta que Einar pensó en voz alta sobre el tema. Le fue inevitable sentirse mal por el menor.
En cuanto a Kenneth Jhonsson, él estuvo presente en casa y sobrio, una semana antes del baile. Por primera vez en mucho tiempo pasó un agradable rato con Niels diariamente, no como la ocasión en la que fueron a comer helado. Jugaban ajedrez cierto tiempo del día, más no la partida prometida en donde estaban a juego las escrituras de la casa. Niels era bueno, pero no lo suficiente como para derrotar a su propio padre, solo para darle batalla. N jugaron únicamente ajedrez; Niels le mostró otro tipo de juegos, como el billar que se encontraba a unas cuantas cuadras. Su padre tuvo que utilizar lentes, porque según él, no podía enfocar bien las bolas. Niels respondió con una sonrisa.
Además de las actividades, los dos sintieron una cercanía única como para conversar sobre temas de su interés e incluso personales. El primero en desahogarse fue Kenneth. Habló sobre su incapacidad de socializar con personas fuera de su trabajo. Se comprendía bastante bien con sus compañeros, podía hablar largas horas con ellos y los temas de conversación no se acababan, sin embargo, cuando trataba de conversar con personas fuera de su zona, le era imposible. No tenía ni la más remota idea de cómo seguir un tema de conversación, porque la actitud de la persona no ayudaba mucho o quizá era la suya. En fin. Kenneth recalcaba una y otra vez que, cuando quería hablar con alguien más, esa persona le otorgaba respuestas difíciles de poder seguir con el tema de conversación, en otras palabras, respuestas desinteresadas. Tuvo que admitir que estaba feliz de ser escuchado por su propio hijo, ya que creyó que ocurriría lo mismo.
—Tal vez para el resto hablas otro idioma.
—¿Te refieres a que no me entienden?
—Eso mismo. A todos nos pasa eso, hasta a la persona más superficial. Para eso están los mejores amigos o una pareja, padre. Puedes hablar el mismo idioma con ellos o ellos harán lo posible por entenderte, y tú harás lo mismo.
—En ese caso, mejor amiga, mi pareja, era tu madre.
—Pero tú terminaste encerrándote en un pequeño cubo en el que solo se escuchaba el reloj y tu voz. Ella debió cansarse y sentirse sola por eso. Sigues haciendo lo mismo en la actualidad, solo que en esta ocasión decidiste salir de ese cuarto por… ¿una semana? Más o menos. ¿Cuándo estarás de vuelta en el juego?
Al estar en el jardín de su hogar, sentado en una de las sillas de metal, volteó a ver el cielo, buscando una respuesta entre las nubes.
—No lo sé. ¿Cuándo es tu baile?
—Mañana.
—¿Podría llevarte? Solo si quieres, claro.
—No tienes que preguntarme, desde luego que puedes llevarme. ¿Podemos llevar a alguien más?
—Por supuesto. Dame su dirección.
—Voy a preguntarle si él viene para acá.
Esa misma tarde, Niels llamó a Emil para hablar sobre el baile. Le explicó que su padre se había ofrecido para llevarlos y no pudo decir que no, ya que le había hecho feliz esa propuesta inofensiva. Emil accedió por su propia cuenta, más le dijo que le regresaría la llamada después de conversarlo con su madre.
Las piernas de Emil temblaban al son en el que él se levantaba del comedor y caminaba hacia la cocina, en donde estaba su madre. Al principio conversó con ella sobre la escuela y más adelante, su nerviosismo lo delató. Su madre preguntó sobre su estado de ánimo y Emil lo confesó todo: su “amigo” le había propuesto pasar por él junto a su padre, para así poder llegar al baile juntos, no como pareja. Un tanto confundida por la propuesta y a la defensiva, se atrevió a pedir más detalles sobre el padre de Niels. Niels le dijo que era un hombre parecido a él y que su auto era el mismo que él que lo recogió aquella vez en la que estuvo en su casa. Cabe decir que aclaró que el hombre de ese día era el agente de su padre. Quien tuvo la palabra final fue el señor Lindgreen; aceptó con tal de que ellos fueran por él antes de la media noche.
Los Jhonsson llegaron a casa de los Lindgreen apenas anocheció. Niels no bajó, se lo pidió a su padre, por razones de no querer revelar su rostro a los padres de su pareja; sí lo veían con todos esos piercings y su peinado, ni siquiera le permitirían hablarle a Emil. Gracias a que los vidrios polarizados estaban arriba, no se pudo ver nada. La señora Lindgreen fue quien recibió a Kenneth y dejó ir a Emil luego de escuchar la voz de Niels gritar desde el auto que, estaba dentro porque no podía acomodarse la corbata.
Por primera vez Emil pudo conocer el rostro del padre de la persona de quien estaba enamorado y recordó la fotografía que vio la primera vez que los visitó. Notó que se había equivocado; el hombre de la apariencia rebelde fue el contrincante de Kenneth, no Kenneth. Aquel hombre de apariencia tranquila e intelectual, era quien en ese preciso momento tenía en frente. Fue mágico. Después del todo, era idéntico a Niels, sobre todo antes de que el chico cambiara de apariencia. Sí juzgara a Kenneth a simple vista, no creería que es el padre desinteresado que retrata Niels, bajo la brocha del resentimiento.