Narra: Gema
Recordando aquellos momentos donde estaba en la secundaria mi primer asesinato, era un día común y corriente, como cualquier otro; me encontraba sentada en mi pupitre mirando hacia la ventana, era un día soleado, los pájaros cantaban y volaban con tranquilidad.
El profesor de química entro llevándose consigo la tranquilidad del curso, ni bien llego se dispuso a dar su clase aburrida, explicando su clase era un desastre, se contradice él mismo a la hora de explicar. Suelto un bufido de fastidio y dirijo mi mirada hacia la ventana *Cuanto me gustaría desaparecer de aquí*
-Señorita Foster ¿podría explicar lo que esta en la pizarra?- dirijo mi mirada hacia la pizarra donde esta escrito "¿Un átomo se puede dividir?" le quito la tiza de su mano y me dirijo hacia el frente, en la pizarra plasmo mi respuesta. El profesor empezó a quejarse de mi respuesta, pues según él el átomo no se puede dividir. Con una de mis cejas levantadas lo miro.
-Entonces si el átomo no se divide ¿por qué usted dijo que sí?- lo miro esperando una respuesta.
El estúpido profesor (así es como le digo) se dispone a explicar su teoría. El curso se vuelve un caos total, los gritos de Noemí me sacan de quicio ¿es que no puede darle vacaciones a su lengua?
El profesor se volvió un tollo explicando y cansada de escuchar tanto ruido digo -Profe ¿el átomo se divide si o no? ¡solo eso quiero saber!- termino diciendo que sí, el átomo se puede dividir.
Tenia una y mil pensamientos de como matarlo. Estaba decidida; iba a matar al estúpido profesor, ya me canso. Me paro de un salto de mi cama. Dure exactamente una semana investigando sobre la vida del estúpido profesor ¿que hacia cuando salia de la escuela? pues, siempre iba al supermercado para hacer sus compras y los fines de semana iba a un bar.
Era una noche fría y en el cielo se podía apreciar algunas estrellas -ahh, una noche maravillosa para un asesinato- con una sonrisa macabra me dirijo hacia el callejón donde se adentro el profesor, éste iba ebrio; eso me saco una sonrisa.
Saco mi pistola C5 negra ¿y de donde la saque? simple, tengo amigos que me la pueden facilitar, después de todo me crié en las calles rodeada de personas que no son bien vistas en la sociedad. Le coloco el silenciador, ya que no queremos llamar la atención.
Apunto y disparo en una de sus piernas, haciendo que éste cayera al piso y soltara un grito de dolor. Le coloco un paño en la boca, quiero escuchar sus gritos de dolor y sufrimiento pero no tan fuerte.
El callejón es suficientemente oscuro para que no nos noten pero si alguien escucha los gritos, nos pillaran.
Me quito la capucha de mi abrigo y a pasos lentos me acerco mas al estúpido.
-Que hermosa noche ¿no crees profe?- éste me miro con una cara de terror y le quito el pañuelo de su boca.
-¿Qué es lo que haces Foster?
-¿Y usted que cree? me canse de verlo, de escucharlo; usted siempre lo decía, todo el mundo tiene su limite y yo ya llegue al mio- le coloco el pañuelo en la boca, le disparo en su otra pierna, el grita de dolor o al menos eso intenta, ya no lo puedo escuchar -shh, que fastidio, un desperdicio de hombre- pues el profe es un hombre alto, moreno, ojos oscuros, su cabello negro bien peinado hacia atrás y tiene un cuerpo definido.
En sus oscuros ojos se puede apreciar el dolor, la impotencia y el sufrimiento, sonrió macabramente. Me siento encima de él.
-Oye profe ¿no es una linda noche?- dejo que se desangre. Después de unos minutos de observar las estrellas miro su piel: Esta pálido y sudando frió. levanto mi pistola y en medio de sus cejas le disparo dejando sin vida al estúpido.
Limpio la escena del crimen, escondo mi C5, me coloco mi capucha y a pasos calmados me alejo dejando a mi difunto profesor en un charco de sangre. Miro las estrellas y sonrió -ha, en serio que es una linda noche- susurro hacia la nada y sigo con mi caminar tranquila.