Incruento

He visto cómo han pasado mis años; cada vez se me nota la cara más cansada, mi cuerpo no es saludable, aunque a plena vista se vea normal o en buenas condiciones; me duele la espalda, las piernas y los brazos; en estos últimos meses suelo tener adormecimiento y punzadas; aún así, nunca le he puesto mucho cuidado a estas situaciones. Mi trabajo de lunes a sábado no me permite tener una vida normal con amigos y mi familia; generalmente llego a mi casa a dormir para cuando me levante haya descansado algo y así de nuevo irme a trabajar. Los domingos estoy en casa, no me gusta salir a ninguna parte, veo películas, duermo, leo libros y así alguna cosa en la que pueda pasar el tiempo rápidamente. No me gusta que me vengan a visitar excepto por unas dos o tres personas con las que suelo socializar y tener charlas fuera de mi familia. Sé que son cosas aburridas, nada interesante, pero qué más podría esperar, si soy alguien más del común.
Yo realmente no me visualizo en un futuro lejano en la vejez; no quiero y además me asusta. Todos los días me levanto deseando que sea el último.
Mi mente me suele jugar mal, tengo pensamientos intrusivos sobre morir en cada oportunidad, todos los días es una lucha constante, el dolor psicológico se siente infernal, se manifiestan de forma física y me dan ataques de ansiedad, mi cabeza duele casi todo el tiempo y siento unas ganas de llorar, pero no escurre ni una sola lágrima. Siento que son batallas que debo ganar, quisiera sentirme bien, quisiera que todo fuera diferente y, a pesar de intentar mejorar las cosas, siempre vuelvo al mismo agujero.
Todos los días vivo con la imagen mía siendo una persona estable y con calidad de vida. Sé que no es bueno vivir así, todos los días en rutina, levantarme, hacer mis tareas diarias, volver y dormir para al día siguiente repetir. Pienso que eso no es no vivir y ni siquiera sobrevivir, es existir por inercia. Yo no estoy de acuerdo en que estemos en este planeta o en esta vida por alguna razón o propósito divino, creo más bien que estamos para vivir y realizarnos de alguna manera. Es cierto que nacemos con ciertas habilidades y talentos para tareas muy específicas como bailar, cantar, hacer deporte, entre otras. Sin embargo, tener un talento o una habilidad no es garantía de nada. Hay gente muy buena en lo que hace, pero aun así pareciera que no es suficiente para su vida.
Es triste ver esta situación, la insatisfacción de la vida misma, la miserable creencia en que el mundo o el universo conspira para el bien de nuestra vida. Lo egocéntrico que es pensar que vivimos en un mundo hecho para nosotros cuando la humanidad misma ha tenido que crear sus propias comodidades; ni siquiera el sustento básico que es la comida y el agua están aptas para el consumo natural. La naturaleza es el peligro más cercano que hay alrededor para la humanidad o tal vez los humanos somos el verdadero peligro.
He caminado las calles a altas horas de la noche, extraños seres humanos deambulando como zombis, perdidos entre la oscuridad que hay en sus mentes y la nubosidad de su conciencia… Todo esto me hace pensar en que este mundo guarda infinidad de secretos. Mientras dormimos, mientras estamos ocupados en cualquier otra cosa personal, afuera hay millones de mundos ensimismados en sus propios universos llenos de caos, órden, belleza, fealdad, con un sinfín de cualidades y defectos; características que para cualquier ajeno parecerían insignificantes y para algún otro, totalmente abrumantes.
Nunca se sabe lo que las demás personas llevan por dentro; decidimos confiar en lo que expresan por diferentes medios y es por eso por lo que no conocemos a las personas en su totalidad; incluso analizando todo esto, es preciso darse cuenta de que ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos y dudamos de las capacidades propias de cada quien; no sabemos a qué punto podemos llegar.
Entre todo esto, he tratado de convertirme en algo más, en la criatura más diminuta e insignificante que pueda existir; he pensado en un insecto, una cucaracha asquerosa, en un gusano rastrero, una mosca en la mierda, pero no, eso es imposible; tal como soy un ser humano, no puedo dejar de serlo, aunque mis instintos salvajes luchen por salir y hacerme comportar como una bestia, no puedo; mi construcción moral y personal no me lo permite. Aunque sea alguien que no le importa la vida o que sienta un rencor inmenso por la sociedad, tenga resentimientos guardados hacia personas que me causaron heridas profundas y de las cuales quisiera tomar venganza, simplemente me reprimo hasta el punto de que no dé más. Ahora, aquí donde estoy, con el alma rota en pequeñas esquirlas que cortan las paredes de mi corazón, de donde ya no bombea sangre; siento como mis pulmones ya no se expanden y se contraen extrayendo el oxígeno del aire. Ahora veo el sentir de la descomposición, la putrefacción que consume un organismo; después de tanto tiempo, al fin siento como me descompongo. Es una muerte lenta y cae sobre mí el peso de la vida, ahogándome mientras me arrastra hacia el abismo; escucho las voces susurrantes de la culpa y el remordimiento, carcomiendo mis oídos, torturándome por acciones cometidas y también las que no hice.
Maldigo el día en que llegué a esta vida. No tuve remedio en los años que estuve aquí. No viví el amor como en los cuentos de hadas, no tuve el éxito de los millonarios, no obtuve la salvación de la que me predicaron los cristianos, tampoco una vida llena de excesos, solo una vida vacía y sin sentido alguno. Ahora que estoy aquí en mi lecho de muerte, no me queda más que dar las gracias a la vida o la muerte por dar fin a la tortura de mi existencia; no espero nada después de dar mi último respiro, no pido perdón, no me arrepiento de nada, las cosas pasaron del modo que se fueron dando y así es como terminan. Mi conciencia no está limpia; sin embargo, siento un tranquilo alivio y una plena satisfacción que me hace sonreír levemente mientras cierro mis ojos, para dejarme ir.