Nadie te amo como yo

Capítulo 2

Si había algo que jamás había tolerado además de los viajes largos, eran los viajes largos en avión y del lado de la ventana. Para muchos una bendición o petición especial pero para ella era invocar el miedo. El vuelo sin escalas le pareció eterno y cuando por fin pisó tierra estaba tan agradecida que cayó al suelo haciendo que los hombres a su alrededor la ayudaran a levantarse al instante. Tras disculparse, continúo su camino para conseguir su equipaje y aun debía caminar en busca de un taxi.

Caminando hacia la salida, vio un grupo de personas que estaban llamando mucho la atención, no sabía si lo imagino o no pero un hombre parecía estar desmayándose en medio de esa multitud. Ella sabía lo que era eso y sintió que no debía dejarlo pasar por lo mismo así que dejo su maleta y camino directo hacia él.

— DENLE ESPACIO, DENLE ESPACIO — grito abriéndose un camino entre la multitud. El hombre ya estaba casi de rodillas y se veía muy incómodo, estaba sudando, parecía estar sofocado y la miraba con desesperación. Lo entendía, quería salir de allí. — ALEJENSE, NECESITA RESPIRAR — tomo aire y dijo de nuevo — DENLE ESPACIO

Las personas a su alrededor le decían cosas que ella no podía entender. Layla sabía que si no lo sacaba de allí, podría ponerse peor. Con su fuerza momentánea y sobrehumana, lo cargo sobre sus hombros hacia la enfermería que vio mientras caminaba buscando la salida del lugar. Las personas por fortuna no la persiguieron y se quedaron atrás. Podía sentir como el hombre en su espalda estaba temblando y al mismo tiempo sintió como su respiración se normalizaba. También la abrazaba con tanta fuerza que estaba a punto de cortarle la respiración.

Llegando, el médico a cargo le pidió que lo acostara en la camilla mientras lo revisaba y le pidió esperar. Recordándole que momentáneamente era responsable del lesionado.

No la dejaron salir hasta que el chico recupero la conciencia.

 

— ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? — pregunto sin levantarse unas horas más tarde.

— En la enfermería... señor... es la tercera vez que está aquí... ¿su médico no viajo con usted está vez? — pregunto mientras se levantaba la revisarlo.

— Si... pero estaba atendiendo a mi hijo — señaló — ya debería saberlo.

— Ya veo... señor, si no le gusta estar rodeado por personas creo que debería reconsiderar su carrera... también... debería agradecerle a esta jovencita que lo cargo desde la puerta hasta aquí.

Desconcertado miro a la chica que parecía muy entretenida en un poster de la pared. Hubo un instante donde sus miradas se cruzaron, ella nunca había visto a nadie más guapo que Won Bin o George Clooney pero este sujeto los superaba por mucho. Él también había visto muchas mujeres hermosas como la diosa de Elizabeth Taylor o Jun Jihyun sin embargo la chica que estaba frente a él, tenía un encanto cautivador.

 

— Disculpe, ¿ya me puedo ir? — pregunto mirando al encargado

— Si... — le dijo al ver qué el chico no decía nada.

— Espera... gracias por traerme y salvarme de esa multitud.

— No es nada... — respondió quitándole importancia.

— También... ¿cómo me cargaste? ¿Modo princesa o en la espalda?

— Mi espalda...— sonrió dejándolo embobado — bueno, debo irme. Espero que estés bien.

 

Layla salió sin mirar atrás pensando que alguien se habría llevado su maleta dejándola vacía o reportándola como objeto perdido pero no fue así, la encontró en el mismo lugar en que la abandono. La arrastró hasta la salida donde tomo un taxi y pidió que la lleven al hotel. Dormiría un poco y después buscaría un lugar donde pudiera quedarse solo esos tres meses.

Durmió y cuando se dio cuenta ya era de noche, había olvidado llamar a su padre y al hacerlo, el pobre hombre ya se había imaginado cientos de escenarios donde su amada hija sufría de alguna manera. Layla le dijo lo que pasó en el aeropuerto y su padre le rogó que no cargue extraños de nuevo, nunca se sabía lo que podía ocurrir.

Mientras ella iba a su hotel, en la enfermería del aeropuerto, un hombre acompañado de un niño entró en busca de su hombre. Al verlo recostado en la cama pensaron que fueron muy distraídos y lo dejaron solo mientras sobrevivía a su pánico de estar rodeado de muchas personas.

 

— ¿Toru? — le hablo el hombre.

— ¿Que sucede? ¿Cómo está el pequeño? — le pregunto alarmado pero después vio a su hijo que estaba sobándole la cabeza pidiendo que mejorará.

— Este niño... esta mejor... pero no puedo creer que su padre sea el que esté aquí. ¿Fue más grave de lo usual? ¿Te volvieron a acorralar?

— No... Solo estar rodeado repentinamente me asusto... quizás debería tomarme unas vacaciones, ¿no crees? Unas largas y merecidas vacaciones.

— Seguro... y dime, ¿cómo llegaste aquí?

— Lo trajo una chica — afirmó el médico mientras le ofrecía un dulce al niño — una chica diminuta, muy linda probablemente una turista.

— ¿Es cierto Toru? — pregunto aguantándose la risa. No se imaginaba a su amigo enorme siendo llevado en los brazos de una chica diminuta.




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