Nadie te amo como yo

Capítulo 7

El primer año después de separarnos dice él

 

Toru la busco desesperadamente después de ver el anillo abandonado en esa fea cafetería. Camino y camino por todos lados hasta que el cansancio lo venció. Por la mañana fue a la habitación de Layla en ese hotel donde solo encontró a la mucama empacando las cosas.

— ¿Que está haciendo? — pregunto alarmado.

— El señor Moran me pidió que las enviara en un vuelo a la ciudad de Montreal. — le dijo.

— ¿Qué? ¿Porque? — pregunto asustado.

— No lo sé... esa amable señorita olvidó su celular — señaló la mesa — está roto pero creo que podría servir un poco si lo arreglan.

— Ayer ¿la señorita de está habitación volvió?

— No estoy segura — contesto — bien, debo irme.

Toru la quería detener pero no sabía cómo. Fue caminando directo a la oficina del gerente del hotel, casualmente estaban los dos hermanos Morán.

— Stan, ¿sabes dónde está Layla? — pregunto algo molesto

— ¿Porque lo sabría? ¿No es tu prometida? — contesto en tono burlón.

— Vas a... ¿BROMEAR DE ESTÁ MANERA? — grito

Sentía que todo lo que había en su interior corrió un maratón, no la había visto, no sabía dónde estaba y se imaginaba cosas peores. Miro a Peter Moran y pregunto

— ¿Puedes decirme a qué hora vino Layla Evans a pagar su estancia? —

— No, es información de mis preciados huéspedes  — contesto casi burlándose, su expresión era lo que menos daba risa pero no podían creer que ese chico que consideraban su amigo se volvió un mentiroso.

Toru le arrojó algo, soltó una maldición y salió enfurecido.

No paso mucho tiempo para que se derrumbara en la calle, estrés, preocupación, miedo, además de cansancio y sin comer nada por más de un día cobraron factura a su cuerpo. Cuando despertó estaba en la habitación de un hospital donde Violeta lo miraba fijamente.

— ¿Que sucedió? — pregunto levantándose

— Pues es lo que quiero saber, me llaman para decirme que colapsaste en medio de la calle — señaló un poco molesta — no sé qué estaba haciendo pero no lo vuelvas a repetir.

— No... Dime... ¿dónde vive tu prima?

Violeta palideció y negó con la cabeza.

— Yo no lo sé... ni siquiera mantenemos el contacto — mintió sin pensarlo demasiado.

Toru se dio cuenta que dijo algo distinto la vez pasada. No insistió.

— Vete.

— Pero ¡soy tu esposa! ¡Déjame cuidarte!

— ¡Que te vayas! — Dijo alzando un poco la voz — déjame solo antes de que te saque a la fuerza.

Violeta le dejo el almuerzo y salió. Toru miro como la puerta se cerraba. No sabía dónde buscar a Layla, están asustado de que le hubiera sucedido algo y al mismo tiempo solo pensaba en que ella se fue sin escuchar ninguna explicación, ¿porque fue tan estúpido? Debió ser honesto desde el principio, solo a él se le ocurría complicar todo.

Pasaron dos días antes de que le diera de alta. En ese tiempo busco en redes sociales a la chica, no había ninguna mujer que se le pareciera; pidió que busquen su dirección en Montreal y buscar si tomo algún vuelo al extranjero.

Su búsqueda no dio ningún resultado salvo el hecho de que tomo un vuelo para Macao pero de allí perdieron el rastro. Toru fue directo a casa de su madre, estaba casi seguro de que ella tenía que ver con la partida inmediata de su ex novia.

La anciana estaba revisando papeleo. Las inversiones bajaron mucho en ese último trimestre y si no apuraba los negocios con la familia Evans iba a perder todos sus bienes. Al ver a su hijo menor cruzando esa puerta vio su oportunidad para convencerlo de hablar con Violeta y acelerar la reunión con el inversor.

— Mamá, ¿de casualidad estuviste siguiéndome de nuevo? — pregunto sin saludar

— ¿A qué te refieres? —

— Mi novia se fue después de verte... ¿le dijiste algo? ¿Le ofreciste dinero?

— ¿Y que si lo hice? ¿Ya estás casado y tenías una aventura con una mujerzuela? — Contesto — deberías agradecerme por sacar la basura.

— ¡No permito que le hables así! — Señaló enojado — eres tan mala... ¿qué te hizo ella?

— No nos beneficia de ninguna manera — explicó — podría darte más razones pero mejor ve a casa con Violeta.

— Mamá... me voy a divorciar. Antes no quisiste a Yoi, ahora no quisiste a Layla... no me importa que seas la esposa de mi padre... ya no te consideraré mi madre.

La mujer no hizo caso. Sabía que desde que Yoi murió no la había mencionado. Esa chica que abandono a su novio y propio hijo por una vil carrera de actriz de segunda, una chica que solo buscaba dinero; si ella no tomaba cartas en el asunto, su hijo terminaría en la calle.

Esa tarde Toru presentó una demanda de divorcio, sabía que Violeta no accedería fácilmente y lo mejor sería forzarla, el conducía sin rumbo fijo. Si hoy no podía encontrarla, mañana sería el día.




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