Nana7su Tomo I - Karada: El mundo de los humanos

Capítulo III: Me encontraba solo y sin poder hacer nada

Tenía unos seis o siete años, eso no lo recuerdo muy bien, pero el resto de los detalles los veo claramente...

Había sido un día normal, mi madre se encontraba preparando la cena y yo me encontraba dibujando al lado de ella en el piso, el dibujo era la misma escena, mi madre cocinando y yo en el suelo. Amaba a mi madre, ella era la única persona que tenía en la vida, aunque no teníamos casi lujos, ella siempre me daba lo que necesitaba, era una artista muy buena, me encantaba lo que hacía, en especial sus pinturas, aunque no era casi reconocida ella sola se las arreglaba para conseguir dinero. Crecí como cualquier niño, mi relación con ella era excelente, vivíamos en una aldea alejada de la ciudad, en una cabaña humilde pero acogedora, tan sólo recordar su olor hacía querer estar en los brazos de mi madre.

       

Era tan feliz...

Pero aquella noche cambió mi vida radicalmente. Mi madre terminaba de cocinar la cena cuando de repente de la nada apareció un tipo, era enorme y daba miedo, yo me paré y la abracé, ella del susto tiró la olla en la que cocinaba... la comida que con tanto esfuerzo habíamos conseguido estaba regada en el piso. Instantes después entró otro, pero este con el rostro cubierto, sólo lograba ver unos ojos de color verde intenso llenos de odio, nunca olvidaré esa mirada.

– ¡Fuera de aquí! ¿qué quieren? - gritó mi madre - ¡Váyanse ahora mismo! -

El segundo se rió cínicamente y el primero dijo:

–Lo queremos a él- me señaló.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, no tenía la menor idea de por qué me querían a mí, pensé contestarle: "¡Se ha equivocado, yo no he hecho nada, señor váyase ya!" pero no fui capaz. Mi madre inmediatamente gritó de nuevo pero esta vez llorando:

- ¡No se lo van a llevar, no se los permitiré! -

Ahora me encontraba sumamente asustado, no sabía que estaba pasando, en que me había involucrado, yo era un niño bueno, no le había hecho mal a nadie, pero... mi mamá sabía lo que sucedía ¿por qué?, ¿qué sabía ella que yo no?, ¿qué he hecho?, yo no me quería ir a ninguna parte, ¿por qué lloraba?, ¿por qué esos tipos estaban aquí?, ¡mamá sálvame!

El sujeto con la máscara hizo un movimiento rápido y llegó hasta donde yo estaba, me sentí atrapado. Mi madre se asustó y se interpuso rápidamente, pero en ese instante el tipo la golpeó, vi todo, fue espantoso, grité, mi madre cayó.

– ¡No se lo van a llevar! - ella gritó de nuevo mientras volvía a ponerse de pie.

Yo me encontraba paralizado, corrían lágrimas por mis mejillas, me aferré a mi mamá como nunca antes lo había hecho, entonces el sujeto de la máscara dijo:

– Bueno, es sencillo, primero terminamos contigo cariño-

Esa voz nunca la olvidaría, seca y sin escrúpulos. Mi madre me abrazó, me encontraba aterrado, ¡ellos nos iban hacer daño!

Sin esperarlo escuché que me dijo al oído:

–Katsuki, corre-

En ese momento los dos tipos se lanzaron sobre ella, fue todo muy rápido, no me respondían las piernas, era incapaz de moverme.

- ¡Vete ahora! – la escuché gritar.

Reaccioné.

Dejé a mi mamá sola con esos asesinos, corrí y corrí hasta que no pude más, logré adentrarme en el bosque, sentía que mis piernas se desprendían, tenía miedo que me encontraran, no podía creer que en unos instantes mi vida había dado un giro tan tremendo; mientras corría lloraba descontroladamente, me ahogaba con mi propio llanto pero a la vez trataba de quedarme en silencio para que no me encontraran.

Estaba exhausto, entonces decidí sentarme y quedarme en silencio, era de noche, no se veía nada, no sabía dónde había llegado. No podía dejar de pensar en mi mamá, no dejaba de culparme, me encontraba solo y sin poder hacer nada para ayudarla, no alejaba la idea de que mi mamá había logrado escapar y me estaba buscando.

Esa noche fue la más terrible de toda mi vida, escuchaba ruidos, veía cosas, siempre pensaba que eran esos tipos buscándome o algún animal hambriento, sentía que alguien me tocaba, que alguien me miraba, que alguien me hablaba, era espantoso.

¡Rayos!, no sabía por qué me buscaban ¡yo era sólo un niño!, ¿qué querían de mí?, ¿en qué les podría servir?

No pude dormir, estaba exhausto, mojado, con hambre, lleno de raspones y picaduras. Cuando amanecía todo se ponía más claro, podía ver, pero no sabía en donde me encontraba. No me dejaba en paz el extraño presentimiento que tenía en el pecho, me angustiaba la idea de que a mi mamá le hubieran hecho algo malo, tenía que verla... ¡tenía que saber que ella estaba bien!



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En el texto hay: peleas asesinos, aventura y amor, mistero

Editado: 17.03.2019

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