Nanozombis

CAPÍTULO 2: CRISIS EN DENBEK

La escueta e improvisada caserna metálica donde nos habíamos reunidos, a unos dos kilómetros de Denbek, olía a café fuertemente. A mi derecha Tucho, un enorme soldado de 2 metros de altura y con unos músculos de elefante, al cual llamábamos cariñosamente el Fortachón, no bebía, tragaba tazas de café una detrás de otra

- Compañero, te va a dar un ataque al corazón como sigas así. - Le dije al Fortachón.

El me devolvió la mirada y sonrió diciendo.

- Jodido Murfi, este jodido café está jodidamente bueno, y si este jodido café jodidamente bueno nos los sirve, es porque nos van a joder a base de bien, así que metete la jodida lengua donde te quepa y déjame disfrutar de uno de los jodidos placeres más grandes que dio la tierra, el jodido café.

Reí a carcajadas en mi interior, no podía mostrar esos signos delante de mis superiores. Aunque en el antiguo mundo se podía conseguir fácilmente café, en la actualidad eso era bastante diferente, eran escasos los momentos que podías beberlo y más escaso aún beber café de esa calidad. Yo me había tomado uno solo, pero por hacer algo mientras esperaba que empezara la reunión, personalmente era más de alcohol, otro producto escaso y que solo los grandes magnates podían deleitar. Como capitán de uno de los grupos militares más importantes, había asistido a algunas reuniones de gente poderosa y allí había descubierto eso que para mí era un mito. En las escasa ocasiones que había bebido alcohol había decidido que: para cubatas me gustaba eso que llamaban Gin Tonics, para vasos con hielo bourbon, para chupitos tequila y para mezclarlo con alguna infusión prefería wiski escoces. Sí, lo sé muy preciso para los escasos momentos que lo había probado, pero yo soy así, probé un poco de todo y elegí mis preferencias.

A mi izquierda estaba Rodrigo, apodado como el Estratega, revisando uno por uno todos los mapas sobre la arquitectura de Denbek que había conseguido encontrar. Él era un fanático de los detalles. Gracias a su memoria fotográfica memorizaba cada rincón de los mapas, analizaba las entradas y salidas y organizaba la ruta más segura para nuestras misiones. Y no solo eso, su memoria fotográfica solo era comparable a su capacidad de improvisación, parecía un ordenador humano, si la situación se torcía era capaz de improvisar un camino en apenas treinta segundos a partir de los mapas estudiados y lo que había visto en el transcurso de su misión. Su único defecto, si se podía llamar así, es que, una vez terminada la misión, olvidaba todos los detalles de esta, como si su cerebro se vaciara, para poder asimilar la información de la siguiente misión.

- Ey, Estratega- Le dije. - Un día de estos te va a estallar la cabeza.

- No lo creo capitán. - Respondió el Estratega con su característico acento. - Sigo una dieta específica para mantener bien lubricado mi cerebro, hago limpieza de datos irrelevantes para mantenerlo siempre a punto, no tomo ninguna substancia que deteriore la sinapsis de mis neuronas y descanso el tiempo suficiente. De hecho, en nuestro viaje hasta aquí he descansado el tiempo necesario para mantener fresco mi encéfalo al completo.

- ¡Eh! Estratega. - Dijo Tucho. - Deja de hacer trabajar a tu jodido cerebro y vive más la jodida vida, joder, que para eso estamos aquí. Somo el jodidamente mejor equipo de todo el jodido gobierno y probablemente de toto el jodido planeta. Joder, descansa un poco y disfruta de jodido café.

- Yo no tomo café, si bien puede que se note una ligera mejora al principio, luego viene el bajón, sobre todo si tomas demasiado café. - Respondió El Estratega.

- Jodido Estratega. - Dijo Tucho, metiéndose entre pecho y espalda otra taza de café. - No has entendido nada de lo que he dicho.

- Chicos, chicos. - Dije yo. - No discutamos ahora, que en cualquier momento vienen los jefazos y nos la pueden liar por poca profesionalidad.

- Déjalos capí. - Dijo una voz femenina detrás de mí. - Esos dos son como la cara de una misma moneda, los músculos y el cerebro, deja que se explayen.

- Joder con la Escapista, yo soy único, no soy la cara de nadie, yo parto jodidas caras. - Respondió Fortachón.

Rudy Ramadanes, la Escapista era una de las mejores contorsionistas del planeta, más de una vez había salvado el culo al equipo entero al poder pasar por rejillas pequeñas o colocarse en ángulos prácticamente imposibles para activar puertas, interruptores o sacarnos de alguna que otra trampa mortal.

- Por eso Fortachón, igual algún día intentas romper la cara equivocada- respondió la Escapista- Para eso está el Estratega, para que sepas por donde huir con el rabo entre las piernas.

- ¿Que jodida has dicho? - Dijo el Fortachón, levantándose de la mesa y vertiendo el café de su nueva taza repleta del líquido negro.




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