Nanozombis

CAPÍTULO 3: PLAN DE ENTRADA

- Joder, sí que deben de estar jodidamente jodidos si nos han ofrecido eso de recompensa. - Dijo Fortachón. - Aunque sabiendo como son de jodidamente pijos los jodidos mandamases, seguro que lo que ocurre es una plaga de jodidas cucarachas mutantes jodidamente gigantes.

- ¿Qué te pasa capi? - Me preguntó la Escapista.

- No, sé, hay algo que no me gusta, todo lo que nos han ofrecido…

- ¿Es demasiado? - Dijo la Dibujante.

- Exacto. - Dije. - Para el gobierno nosotros solo somos mierda, unos peones sin importancia con los que jugar a hacer la guerra y proteger sus intereses… Ofrecernos tanto, ser algo más que una mierda… No sé, no me gusta. No es su estilo.

- Te preocupas jodidamente demasiado capi. - Dijo Fortachón. - Imagínate, café todos los días, ni jodido sudor, ni jodida inmundicia, ni luchar por nuestras jodidas vidas todos los días. Seriamos alguien, joder. A demás, si nos traicionan siempre podemos hacer saltar por los aires al gobierno, ¿verdad Demoledora?

- ¿Quien ha hablado de hacer saltar algo por los aires? - Dijo sonriendo la Demoledora. – Si nos, joden, como diría Fortachón, ten por seguro que haré que ese grupo de mequetrefes salte por los aires. Venga capi, es nuestra gran oportunidad. Me gusta demoler cosas, pero… estoy cansada de luchar por mi vida todos los días, necesito unas largas vacaciones.

Nos habían ofrecido que si salvábamos la ciudad tendríamos una casa en el sector terciario de la ciudad y podríamos retirarnos, a parte de una paga mensual. O si queríamos podríamos ir con las expediciones antárticas, ya que los ricos y poderosos habían puesto el ojo en ese continente, que, a causa del calentamiento global, estaba renaciendo. Si era verdad yo elegiría irme a explorar la Antártida, me aburriría vivir rodeado de pijos y sin hacer nada, no soy un hombre sedentario, me gusta la acción, pero era verdad que estaba cansado de jugarme la vida en cada misión. Un viaje a la Antártida no podía ser más peligroso que lo que hacía de normal, lo podría hasta considerar como un paseo.

Estábamos a fuera de la caserna donde habíamos tenido la breve reunión, des de fuera se podía ver las paredes de la ciudad repletas de paneles solares.

- ¿Impresionante verdad? - Dijo la Tecnológa, al parecer había visto que me estaba fijando con la ciudad. - Es una maravilla de la tecnología, el sumun de lo tecnológico. La ciudad está cubierta por esas paredes, parece una cúpula, pero realmente no lo es. Las paredes se elevan unos cuantos miles de metros en una curvatura. Una vez alcanzado el zenit hay como una mega explanada de acero y metal que rodea toda la ciudad.

- Ya veo, los habitantes están encerrados en esa cúpula caja. - Dije sonriendo.

- Parece penoso, pero no lo es. Fíjate. - Prosiguió la Tecnológa. - Toda la cubierta, incluida la mega explanada esta recubierta por células fotovoltaicas que producen energía de sobra para toda la ciudad y más con el sol que hace aquí. A demás, gracias a eso, dentro de la ciudad se mantiene una temperatura estable, no este calor abrasador que tenemos ahora. Supongo que ya lo veremos. Se dice que incluso pueden hacer que llueva o nieve según la necesidad.

- Me parece mucha palabrería y pocos hechos. - Dije simplemente.

- Ya lo veremos cuando entremos. - Dijo la Tecnológa frotándose las manos. - Estoy ansiosa.

En ese momento se acercó a nosotros un viejo y panzudo militar que cojeaba. Yo pensé que probablemente eso fuera por una herida de bala en medio del campo de batalla, pero a saber, igual se había caído en algún cuartel un día en el cual llevaba una cogorza de tres pares de cojones.

- ¿Vosotros sois los soldados especiales? Unas piltrafas es lo que me parecéis a mí. Si la ciudad depende de vosotros la malnacida está perdida. Yo solo a vuestra edad hubiera podida resolver el problema, era como el doble de grande que vosotros y no iba vestido con esas pintas. Uno tenía que sobrevivir con lo que tenía, era una lucha de inteligencia tú contra el enemigo, el más listo ganaba. Ahora cono toda esa tecnología. - Dijo meneando la cabeza de lado a lado. - Parecéis más unos frikis que soldados de verdad. A donde irá a parar el mundo. Bueno sea como sea seguidme, os quieren equipar para la misión. Ya ves, equipar para la misión, uno antes tenía una pistola un par de balas y hala a salvar el mundo.

Yo dudaba de que la mitad de lo que había dicho ese viejo chocho fuese verdad, y levanté la mano para ordenar a mi equipo que se abstuviera de hacer comentario alguno, no necesitábamos más problemas. Así que callamos y seguimos al viejo renqueante.

El calor que hacía era prácticamente insoportable, se acercaban las doce del mediodía y era una tortura andar bajo ese sol abrazador. Nunca me acostumbraré a este calor, es posible que sí que necesite un retiro. Vivir sin darle tanta tensión al cuerpo. Si es que hasta parecía que las piedras se iban a derretir de un momento a otro transformándose en magma.




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