Nanozombis

CAPÍTULO 4: DENTRO DE LA CIUDAD

Una vez abierta la compuerta de delante nuestro avanzamos unos metros cubriendo los flancos y muy despacio. No sabíamos que nos íbamos a encontrar, aunque no esperábamos nada peligroso. Por lo que a nosotros respectaba el Fortachón tenía razón, probablemente fuera una infestación de cucarachas mutantes que se les había ido de las manos y los pijos policías de la ciudad no sabían que hacer, necesitaban la ayuda de soldados de verdad, como nosotros.

Íbamos vestidos con una especie de traje antiradiación o antigérmenes. De cuello para abajo llevábamos unas camisas y unos pantalones bastante ceñidos y más resistentes que el kevlar, por otro lado, en la cabeza llevaos una especie de casco que nos proporcionaba aire desintoxicado (que cogía del exterior lo filtraba y purificaba) y dotado de sistemas para que no se nos empañara la visión, era un casco totalmente trasparente y antibalas que nos permitía ver como si no llevásemos nada puesto. De todas maneras, podíamos hacer desaparecer el casco y tener un filtro pequeño en ojos, boca y orejas, cubriendo los orificios.

En un momento dado mire hacia el cielo. Era como estar bajo la luz del Sol, si no fuera porque desde fuera se veía, nadie diría que la ciudad estaba cubierta por una inmensa cúpula de hierro que la albergaba por entero. De hecho, allí dentro la temperatura se mantenía sobre los 20 o 25 grados dependiendo de las necesidades.

- Aunque no las vemos la cúpula esta recorrida por centenares de cables de miles de kilómetros, como si de las venas de un gigantesco monstruo se tratasen. Esos cables son los que generan la luz suficiente para que dentro de la aislada ciudad se pueda ver como si estuviéramos a plena luz del día. Esta cúpula es todo un prodigio de la tecnología. - Dijo la Tecnológa.

- Fiu. - Silbó Fortachón. - Así que en esto se van todos nuestros impuestos.

- La ciudad de Denbek también sirve como bunker. - Dijo la representante del gobierno por nuestros audífonos. – Además mantiene una temperatura y una humedad ideal para los cultivos. Por si fuera poco, en caso de peligro nuclear o radiactivo o de cualquier otra clase esta defensa impide que nada dañino entre en ella.

- O que nada salga. - Comente yo.

- Si, bueno… pero eso es una excepción…- Respondió la representante del gobierno con voz entrecortada. -  Vosotros centraros en lo vuestro.

- A sus órdenes jefa. - Dije con un tono serio y respetuoso, pero con una sonrisa en la boca.

- Uno de los motivos por los cuales salvar la ciudad es la producción de alimento. Si la perdemos tendremos un problema entre manos, no tendremos suficiente comida para repartir raciones entre la población y los altercados aumentaran. - Dijo por último la representante del gobierno.

A nuestro alrededor podíamos ver desenas de miles de cultivos de todo tipo. De acuerdo con lo que nos bombardeaba el sistema propagandístico del gobierno se estaba investigando una fuente de alimento humana que solo requiriera una pastilla al día, pero que de momento tuviéramos paciencia y nos conformáramos con las raciones que daba el gobierno en los distintos asentamientos. Mucha gente no estaba de acuerdo con eso.

Avanzamos entre los naranjos mirando a nuestro alrededor cuando de repente un civil salió de detrás de un árbol. Nos miró atentamente como si nos estuviera analizando.

- Buenos días civil, venimos de parte del gobierno. - Le dije señalando la chapa oficial que nos habían dado. - ¿Ha habido algún altercado en estas últimas horas? ¿algo que destacar?

El civil solo abrió la boca y emitió un sonido metálico por esta. No parecía un sonido que una voz humana podría producir, pero había visto las suficientes películas del antiguo mundo como para pensar que había gente con la habilidad de emitir sonidos que a priori parecían imposibles. Aun así, lo apunté con mi arma.

En ese momento a una velocidad sobrehumana el civil se abalanzó sobre nosotros mordiendo el antebrazo de Fortachón.

- Jodido, no me jodas la marrana que te doy un sopapo que te dejará bien jodido. - Dijo Fortachón con tranquilidad. - Amigo mío, deja de morder que te va a saltar un diento, o todos. Este traje no se puede romper, así como así.

Fortachón empezó a sacudir su brazo para soltarse de su agresor, pero este ni se inmutaba, incluso llegó a despegar los pies del suelo como si se tratara de un perro rabioso que no soltara a su presa. En ese momento Fortachón le golpeó la cara partiéndole la nariz.

- Pero ¿qué haces? - Le grité.

- ¿Qué querías que hiciera? - Dijo Fortachón. - Si no me soltaba. A demás solo le he roto la nariz eso se puede arreglar.

Escuché un sonido muy extraño que provenía del civil. Su nariz se estaba moviendo y colocándose en su lugar sola. El ciudadano rio con los dientes llenos de sangre proveniente de la nariz.




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