- Lo… lo siento Capi. -No… no he podido reaccionar, me recordó a lo que vimos en Grimboya…- Dijo el Radar una vez asegurado el jardín de infancia, mientras descansábamos en la sala de los cuidadores, donde estos comían y descansaban.
Grimboya pensé, esa maldita ciudad donde vimos tantos horrores. Hacia aproximadamente dos años nos reunieron para una nueva misión, después de que habíamos acabado con un bunker rebelde lleno de trampas, de hecho, mi grupo fue el único superviviente de esa ratonera. Pero eso es otra historia.
Los jefazos habían encontrado una nueva base caníbal situada en una pequeña aldea en el interior de una de las selvas africanas, concretamente en la selva del Congo, que habían conseguido a penas visualizar con la ayuda de un satélite, así que nos enviaron a investigar.
Después de la gran explosión muchos de los aviones, tanto militares como civiles, habían quedado inservibles, por no hablar de drones y misiles que no quedaban prácticamente ninguno, a eso le sumamos que los Gobiernos legítimos no querían destruir sus reservas forestales, así que teníamos que llegar a la aldea, a la cual habían denominado Grimboya, por tierra.
En esta ocasión enviaron dos grupos de diez miembros cada uno, de esos dos grupos, evidentemente, uno era el nuestro. Así que nos montamos en 4 jeeps, cinco ocupantes por cada uno y nos dispusimos a cruzar el desierto hasta llegar al borde de la selva.
El viaje por el desierto fue horrible, parecía que el calor pudiera fundir las piedras, casi daba la sensación de que viajábamos por encima de un rio de lava, en vez de por arena caliente. Las gotas de sudor empañaban nuestros cuerpos y poco ayudaba a refrescarnos los trajes defensivos que llevábamos puestos, y como no, los jeeps, ni de broma, contaban con aire acondicionado, eso estaba reservado para los mandamases.
Por lo tanto, no es de extrañar que al cabo de dos horas de viaje ya tuviéramos síntomas de deshidratación y estuviéramos hasta los huevos o hasta los ovarios de este viajecito por en medio de una de las regiones más calurosas del planeta. Y por si fuera poco debíamos racionar las reservas de agua, no sabíamos cuánto tiempo nos llevaría la misión y nuestros jefes no eran caritativos con ese valioso recurso líquido.
- Joder, me siento como un pollo al que están asando jodidamente vivo y con lentitud. - Dijo Fortachón.
- Amigo mío. -dijo la Escapista- Solo sabes quejarte y decir joder, ¿Qué en tu escueto repertorio no tienes otras expresiones?
- Joder con la Escapista. - Respondió este. Yo hablo como jodidamente me sale de donde yo quiera que me salga, ¿entendido? Y si yo quiero decir joder en todo momento, lo digo y te aguantas.
- Lo que tú digas grandote. - río la Escapista.
En ese momento el todoterreno que iba delante nuestro salto literalmente por los aires acompañado de un estruendo. La gasolina del vehículo prendió, y a los pocos segundos el vehículo explotó.
- Pero que mierdas…- Empecé a decir poniéndome en pie y mirando a nuestro alrededor des de la parte superior del todoterreno.
No se veía nada, ningún enemigo, nada… lo único que podía eso significar era…
- ¡Parad los vehículos e id con cuidado! - Dije por la radio. - En esta zona hay minas, eso es lo que ha hecho saltar el vehículo por los aires. Que nadie se mueva.
- ¡Preocúpate de los tuyos, que yo haré lo propio con los míos! - Respondió el jefe del otro grupo. - ¿Cómo quieres que haya minas aquí? ¿Estás loco? Equipo bajad a ayudar a los heridos.
- ¿Y cómo explicas la explosión? - pregunté.
- Porque nos han dado una mierda de jeeps y el depósito se habrá sobrecalentado provocando una explosión. - Respondió este.
Ignorando mis advertencias agrupo a sus unidades y para demostrar que no había nada que temer fue el primero en avanzar hacia el todoterreno explotado. A los pocos segundos el capitán del otro grupo salto por los aires provocando una lluvia de vísceras y sangre.
- Todos los que queráis sobrevivir quietos. - Ordené. - Tecnológa seguro que tienes n cachivache que sirve para detectar minas, me equivoco.
- Como me tienes calada. – Dijo la Tecnológa por la radio. - Evidentemente que sí Capi, llevo en mi mochila una versión en miniatura de un aparato parecido a una escoba que detecta metales. Lo utilizaban en las guerras antiguas para detectar explosivos ocultos. Nunca pensé que me sería útil, pero ya sabes…
- Si, si, te gusta llevar todo tipo de trastos, céntrate que hay vidas en juego, coge unos trozos de plástico o lo que sea y ve señalizando donde están colocadas las minas, el resto te seguiremos y quiero rapidez.