· NAPOLEON- No puedo entender por qué eligió regresar, o por qué regresó de esta manera. ¿Cambió en los últimos treinta años de su vida... o hay alguien más que lo está guiando? No sé cuál será, pero sé que intentó matarte. MC, quiero que sepas...
Napoleón puso su mano sobre mi mejilla.
· NAPOLEON- Nunca dejaré que nadie se acerque tanto para hacerte daño de nuevo. Mi juramento...
Justo cuando empezó a hablar...
· SEBASTIAN- ¡Ahí están los dos!
· MC- ¿Sebastián? ¿Qué pasa?
Deben ser malas noticias. Nunca había visto a Sebastian tan asustado.
· SEBASTIAN- Hay algo que creo que ustedes dos deberían ver.
· NAPOLEON- Lo entendemos. Ven, MC.
Napoleón volvió a tomar mi mano. Pero ni siquiera eso pudo alejar el extraño miedo en mi estómago. Sobre nosotros, el cielo se oscureció progresivamente en su viaje hacia la noche.
· NAPOLEON- ¿Qué es lo que necesitamos ver?
· SEBASTIAN- Esto.
Sebastian indicó una cesta en la mesa. Estaba llena de una docena de manzanas rojas. Me estremecí... En la del centro había un cuchillo incrustado.
· NAPOLEON- ¿Dónde encontraste esto?
· SEBASTIAN- Fue dejado frente a la puerta. El amo Leonardo lo descubrió a su regreso esta noche.
Leonardo, encorvado en una de las sillas, se encogió de hombros.
· LEONARDO- Pense que era un regalo para alguien. Sólo que no uno muy agradable, por el cuchillo.
· NAPOLEON- Tiene grabado un nombre.
· MC- ¿De quién?
Napoleón agarró el mango del cuchillo y lo sacó de la manzana. Lo examinó.
· NAPOLEON- 'Arthur Wellesley. Es él. Es el nombre del Duque de Wellington.
Mi corazón dió un vuelco.
· NAPOLEON- Es suyo, sin duda.
(Sabe dónde encontrarnos.)
· SEBASTIAN- ¿Crees que es algún tipo de desafío?
Napoleón no le respondió. Sus ojos se posaron sobre el nombre grabado una y otra vez. Como si fuera a obtener una respuesta diferente si continuaba mirando... Puse mi mano sobre la de Napoleón, pero la suya quedó enroscada alrededor del cuchillo.
(Su mano está helada.)
· LEONARDO- Acabo de volver, así que no he oído la historia. Pero lo que el cuchillo no dice...
Leonardo se levantó y tomó una de las manzanas; la lanzó al aire y la atrapó.
· LEONARDO- La manzana lo hace.
· MC- ¿Qué quieres decir?
· LEONARDO- Malum. Manzana o malvado, dependiendo de cómo lo pronuncies. Es la fruta prohibida.
(¿La fruta prohibida? ¿Del Jardín del Edén, en el cristianismo?)
· MC- ¿No se supone que comer eso es lo que hizo que Adán y Eva fueran expulsados del paraíso?
· LEONARDO- Según el Antiguo Testamento. Pero algunos dicen que la manzana no era una manzana, y Dios los expulsó por hacer lo innombrable. Sea lo que sea que elijan creer, creo que nuestro amigo envió esto para rechazar nuestra existencia.
· NAPOLEON- ¿Rechazar nuestra existencia?
· LEONARDO- Aquellos que han amado más allá de sus años morales para volver a la vida como vampiro. Hay doce manzanas aquí. Doce de nosotros. Todos hemos probado el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. '¡Sé lo que todos ustedes han hecho, y no perdonaré su transgresión!'... ¿Quizás esto es lo que está tratando de decir? Tal vez.
Leonardo sonrió despreocupadamente. Tiró la manzana de nuevo al aire... Y al atraparla, le dio un mordisco.
· LEONARDO- Pero hey, no puedes complacer a todos. Mi consejo... si te molesta tanto, persíguelo. Si no, sigue comiendo... Napoleón, son sólo manzanas. Pero ten cuidado con el hombre que las envió.
· NAPOLEON- Lo sé.
· LEONARDO- Ciao, cara mia.
Leonardo lanzó su manzana para que yo la atrapara. Luego se fue.
(...La fruta prohibida.)
Sentí frío y pesadez en mis manos. Ya era de noche. El cielo con sus tenues estrellas era del color del mar por la noche. Napoleón se agarró a la barandilla del balcón y miró hacia la ciudad de abajo. La ciudad que tan recientemente se había sentido como un hogar de nuevo.
· JEAN- Es un pecado mortal quitarse la vida.
· NAPOLEON- ¿Jean?
· JEAN- ... estaba recordándotelo. Por si acaso estabas pensando en saltar. Pero aunque saltaras, estoy seguro de que sobrevivirías de alguna manera. Eso parece propio de ti.
· NAPOLEON- Eh. Soy un poco difícil de matar.
Los dos ex-soldados intercambiaron una mirada de complicidad.
· JEAN- El Conde me explicó todo.
· NAPOLEON- Se movió rápido esta vez.
· JEAN- Por supuesto. Es una situación peligrosa, y nos involucra a todos nosotros. No es gracioso que más fantasmas del pasado tengan problemas con su descanso eterno... Napoleón.
· NAPOLEON- ¿Sí?
· JEAN- Este hombre atacará de nuevo. Y pronto.
· NAPOLEON- ¿Qué te hace decir eso?
El único ojo de Jean adquirió un extraño y brillante calor.
· JEAN- Ha luchado y arriesgado su vida en la guerra. Tú sabes los horrores que habría visto. Eso conduce a un alma a la locura. Puede que se haya resistido, pero eso lo hace más peligroso si ahora ha perdido el juicio. Napoleón, él ya no es un hombre. Es un monstruo.
· NAPOLEON- ...un monstruo. Sí.
Napoleón comenzó a caminar.
· NAPOLEON- Nunca me ha gustado esperar a que mis oponentes ataquen primero. Llevaré la lucha hacia él.