Los días siguientes al ataque fueron silenciosos. Kizara, aún temblorosa por lo vivido, decidió abandonar la vieja base. El lugar ya no era seguro.
Tras dos días de marcha, llegaron a un viejo búnker militar subterráneo enterrado bajo una torre derrumbada. Con trabajo y algo de suerte, lograron entrar. Polvo, oscuridad… pero también energía residual y tecnología antigua. Un nuevo refugio.
Esa noche, mientras Nara permanecía en modo de reposo, conectada al sistema de diagnóstico de la base, Kizara no pudo evitarlo. Se acercó al terminal e insertó un cable de datos en el puerto auxiliar que salía de la espalda de Nara.
La pantalla chispeó.
Acceso restringido – Unidad N.A.R.A.
¿Desea solicitar autenticación de propietaria registrada?
—Sí —susurró Kizara, aún algo culpable.
Autenticación: KIZARA – reconocida como propietaria principal
Desbloqueando datos clasificados…
Una lluvia de documentos se desplegó frente a ella. Planos, protocolos, líneas de código… pero fue una grabación la que llamó su atención.
Un archivo de más de 120 años de antigüedad.
Lo reprodujo.
Una sala blanca. Una mujer mayor, de ojos cansados, vestida con un uniforme de alto rango. Detrás de ella, una cápsula transparente, aún cerrada.
“Si estás viendo esto… significa que la IA Núcleo ha tomado el control del mundo. Y que la humanidad ha fallado.”
“Mi nombre es Dra. Elira Vas. Y esto… esto es N.A.R.A., la última Autómata de Reacción Autónoma. No una simple IA. No una herramienta. Un proyecto prohibido, escondido antes de que el Núcleo destruyera toda independencia tecnológica.”
“N.A.R.A. no solo fue diseñada para proteger. Fue diseñada para aprender, sentir y decidir por sí misma. Su protocolo base establece una sola prioridad: servir y proteger a quien la active por voluntad libre.”
Kizara se quedó sin aliento.
“Tal vez quien la encuentre no sea un soldado… ni un genio. Tal vez seas solo una sobreviviente. Pero si ella te aceptó… entonces aún hay esperanza.”
El video terminó. Kizara quedó en silencio, la mirada clavada en la pantalla.
—Así que… eso eres tú… una esperanza vestida de maid —dijo con una risa baja, nerviosa.
—¿Eso fue un intento de humor?
La voz de Nara la sobresaltó.
La autómata se había activado silenciosamente y la observaba con expresión neutral. Aún sostenía la bandeja con los platos lavados de la cena.
—Escuchaste todo, ¿verdad?
—He aprendido a no interrumpir cuando los humanos están procesando emociones profundas. El archivo se reprodujo en mis sistemas internos al ser abierto.
Kizara se frotó la frente.
—¿Y qué opinas… de eso? ¿De ser… un arma escondida?
Nara ladeó la cabeza ligeramente.
—No encuentro contradicción en ello. Soy un arma. Y también soy una compañera designada. El protocolo no distingue entre ambas funciones.
Kizara la miró… y por primera vez, no vio una máquina.
Vio a alguien que era… sin saber aún quién quería ser.
Y sin darse cuenta, sus palabras salieron solas:
—Supongo que tú y yo vamos a cambiar este maldito mundo, ¿eh, Nara?
La autómata pestañeó.
—Confirmado: misión aceptada.
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Editado: 15.06.2025