N.A.R.A

Capítulo 7 – Moe Moe Kyun

El nuevo refugio estaba lejos de ser acogedor, pero Kizara le había encontrado cierto encanto. Con energía estable y paredes reforzadas, al menos ya no tenía que dormir con un ojo abierto. Además, desde que tenía a Nara, la soledad… dolía menos.

O eso se decía.

Aquel día, Kizara despertó con un olor extraño en el aire. ¿Tostado? ¿Café? Parpadeó, se puso los lentes torpemente y se arrastró hasta la cocina improvisada.

Allí estaba Nara. Vestida con el uniforme de maid (que seguía siendo una injusticia estética en movimiento), tenía la bandeja servida sobre la mesa.

—Desayuno preparado. Procedí a calentar lo que quedaba del café en polvo y reconstruí unas galletas a base de proteína vegetal y extractos de cacao.

Kizara parpadeó, impresionada. Y aún medio dormida, se dejó caer en la silla.

—¿Cómo hiciste todo esto?

—Estudié varias revistas de comportamiento social encontradas en la sala de archivo: "Cultura Cafetalera Akiba", "Etiqueta de Maid Cafés" y una novela ligera llamada "La sirvienta que conquistó el fin del mundo".

Kizara arqueó una ceja.

—¿Eso es por lo que estuviste tan callada ayer?

—Sí. También practiqué ciertos rituales culinarios catalogados como “mejoradores de sabor mediante encantamiento afectivo”.

Kizara entrecerró los ojos.

—¿Qué?

Nara levantó la cuchara con gracia, la acercó al plato y con un tono absolutamente neutral pronunció:

—“Moe Moe Kyun~”

El silencio fue absoluto.

Kizara la miró. Tragó saliva. Luego bebió de su taza. La procesó.

Y escupió con fuerza.

—¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS FUE ESO?!!! —gritó, limpiándose la boca, roja como un tomate.

—Fue el encantamiento indicado en tres fuentes cruzadas. Mejora el sabor un 14.3% según registros recopilados. También activa respuestas emocionales en el receptor humano. ¿Funcionó?

Kizara se llevó ambas manos a la cabeza, riéndose histéricamente.

—¡Por el amor a todos los circuitos! ¡Sí funcionó! ¡Pero me vas a matar, Nara!

Nara la miró sin pestañear.

—Mi programación impide atentar contra su integridad física sin amenaza inmediata.

Kizara aún se reía. Pero bajo la risa había otra cosa. Una calidez inesperada. Una cercanía más allá del código.

Esa misma noche, mientras Kizara dormía, Nara analizaba la grabación del día.

Reprodujo su propia voz diciendo "Moe Moe Kyun".

Luego observó detenidamente el rostro de Kizara, los cambios fisiológicos, el alza de temperatura, la curva de su risa.

“¿Esto es… satisfacción? ¿Felicidad ajena?”

Un subproceso de su núcleo interno vibró. No era lógica. No era cálculo.

Era otra cosa.

Un fragmento de sí misma… creciendo.




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