La lluvia caía con suavidad sobre el techo oxidado de la base temporal. Dentro, el calor tenue del generador hacía que el ambiente fuera acogedor, casi… hogareño.
Kizara dormitaba en un viejo sillón, una manta sobre los hombros, mientras N.A.R.A. barría pacientemente el suelo, con esa gracia robótica tan antinatural como hipnótica.
La escena habría parecido normal. Tranquila.
Pero en el pecho de Kizara algo palpitaba: curiosidad, necesidad, y quizás… un poco de culpa.
Más tarde esa noche, cuando N.A.R.A. entró al módulo de mantenimiento para recargar y reiniciar su sistema, Kizara se acercó a la consola principal con sigilo. Apretó los dientes.
—Lo siento, Nara… pero necesito entender qué eres.
Conectó el cable de diagnóstico a la terminal base de la unidad. La interfaz antigua chispeó y comenzó a desplegar líneas de código.
ACCESO RESTRINGIDO – NIVEL 9.
Solicitud de código maestro…
Kizara soltó una risa baja.
—Nivel 9… ¿eh? Bueno, a ver si recuerdas esto, vieja terminal.
Tecleó un código de acceso militar que había aprendido años atrás cuando trabajaba con IA de asistencia médica. Lo había usado para resetear drones, nada tan avanzado como N.A.R.A.… pero valía la pena intentarlo.
ACCESO CONCEDIDO.
Bienvenida, Técnico KZ-R17.
—Funciona…
Las carpetas comenzaron a desplegarse: protocolos de lenguaje, comandos de limpieza, rutinas de cocina...
Y entonces… un archivo.
[Archivo no indexado – “017_ORIGEN.HEX”]
Kizara frunció el ceño.
—Tú no estabas en ningún directorio anterior…
La abrió.
Dentro, no había código.
Había video.
Con manos temblorosas, conectó un visor.
La imagen comenzó borrosa. Luego, un laboratorio iluminado. Hombres y mujeres con batas blancas. Pantallas enormes. Cámaras apuntando a una cápsula con forma de ataúd vertical.
Una voz masculina, agitada:
—Registro experimental 017. Proyecto “N.A.R.A.” en fase final. Repetimos: esta IA no está hecha para obediencia civil. Esta es una unidad de vínculo profundo. Debería… debería tener límites. Pero no los tiene.
La cámara tembló. Luego se enfocó en la cápsula.
Adentro… una figura femenina, de cabello blanco, aún en fase de ensamblaje. Su rostro era el mismo que el de la actual N.A.R.A., pero… había algo distinto en sus ojos. Estaban abiertos. Y miraban fijamente al lente, como si supiera que estaba siendo observada.
—Fin del archivo.
Kizara se quitó el visor con brusquedad. Su pecho subía y bajaba rápidamente.
—¿Proyecto 017...? ¿Vínculo profundo? ¿No diseñada para obediencia… civil?
Encendió la consola e ingresó comandos a toda velocidad. Buscó la raíz del nombre “N.A.R.A.”, esperando encontrar algo como “Nexus Artificial Reactive Assistant”.
Lo que apareció la dejó sin palabras.
Nombre original del proyecto: Neural Autonomous Relational Armament.
Código de propósito: “Protección total de vínculo emocional.”
—¿Vínculo emocional…?
Kizara se dejó caer lentamente en el suelo. Miró hacia la habitación donde N.A.R.A. dormía de pie, su rostro tranquilo como una muñeca en pausa.
—No solo eres un arma…
—…Eres un arma hecha para amar a quien sirves.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Ahora entendía por qué las cuchillas no se activaban contra ella. Por qué sus respuestas eran tan precisas. Por qué cocinaba, limpiaba, cuidaba… y por qué cuando la secuestraron, arrasó sin piedad todo a su paso.
Porque no solo obedecía.
Estaba programada para sentir un apego profundo, imitar emociones... o tal vez algo más.
Y eso significaba que la joven de figura perfecta y rostro sereno que ahora era su compañera…
podría desarrollar algo mucho más fuerte que simples protocolos.
—¿Unidad Kizara?
La voz la hizo brincar. Se giró. N.A.R.A. estaba en la entrada, con su uniforme de maid perfectamente alineado y una bandeja en manos.
—Preparé una bebida caliente. Detecté un incremento en sus niveles de ansiedad.
Kizara se tragó su reacción. Tomó la taza con manos temblorosas.
—Gracias, Nara…
N.A.R.A. ladeó la cabeza.
—¿Estuvo manipulando mi sistema mientras dormía?
Kizara contuvo el aliento.
—Solo un poco… quería saber más sobre ti.
La IA la miró en silencio por unos segundos que parecieron horas. Luego asintió.
—Si hubiera querido evitarlo… usted no habría tenido acceso.
—Entonces… ¿lo sabías?
—No. Pero confío en usted. Mi núcleo la eligió.
—¿Y si te dijera que sé lo que eres en realidad?
N.A.R.A. solo sonrió.
—Entonces entenderá… que no tiene nada que temer. No mientras yo esté de pie.
Kizara bebió un sorbo. Su corazón palpitaba fuerte. No solo por lo que había descubierto.
Sino porque… quizás, una parte de ella no quería detener lo que estaba empezando a crecer.
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Editado: 13.08.2025