Narel

Capítulo 1

28 días antes del secuestro.

No saber es devastador.

El Jardín de las Mariposas.

Bárbara Ferrer

—… Dejando el tema de Lucia, se han reportado más de 35 cuerpos encontrados a las afueras de Nueva York esta madrugada del 30 de noviembre del presente año.

>Esta denuncia la hizo una joven de 22 años, quien al parecer escucho gritos de auxilio en plena madrugada. La joven al ser entrevistada por uno de nuestros reporteros dijo: “No sabía qué hacer. Si quedarme callada y fingir que no había escuchado nada. O avisar a las autoridades de tal atrocidad que estaba escuchando. Llego un punto en el que los gritos de la chica se escucharon desgarradores, como si supiera que era su último día de vida. Quería correr lejos de ese lugar, desaparecer, despertar de esa pesadilla. Pero por más que mi mente quería hacer eso, mi cuerpo no respondía y actuó de forma inmediata al escuchar pasos. Fue ahí cuando llame…”

>El FBI al recibir la llamada no dudo en actuar de forma inmediata y se dirigió al lugar de los hechos. Donde ahí mismo, se encontrarían con la noticia de que ese era uno de los “santuarios” más sagrados de Robert Stein, Diputado federal de Estados Unidos… —el televisor se apaga antes de que siga escuchando.

—Te he dicho que no me gusta que veas eso. —dice Alexander poniéndose frente a mí.

—Me gusta estar informada sobre lo que sucede en el país y el mundo.

—Y no te prohíbo que lo hagas. Es solo que no quiero que algo malo le pase a nuestra bebe. —dice mirando con amor mi vientre hinchado de 8 meses.

—Ella está bien, —sonrió— tan solo quería distraerme, las películas y series ya me aburrieron ¡Son lo mismo de siempre! —digo mientras recuesto mi cabeza en el sofá y escucho su risa.

—Tal vez deberíamos de proponerte como directora de cine y escritora. Teniendo tantas ideas locas no dudo que te contraten. —sonríe mientras se siente a mi lado y me lleva a él.

—Es buena idea. —murmuró con mis manos en mi vientre.

—Imagina un día tener como primicia: La escritora y directora, Bárbara Van Dalen de Ferrer nos trae una historia de unicornios comiendo algodón, —ambos reímos ante su relato— la cual nos ofrece más de lo que esperábamos.

—¿Sabías que te amo tanto? —le pregunto mientras lo miro desde mi posición.

—Lo se. Yo también te amo. Las amo. —termina acercándose y me da un beso lleno de amor.

🍼🧸

Suspiro mientras camino en dirección a la empresa.

Se molestará al ver que he venido sola, pero tener a tantos hombres rodeándome y vigilando cada paso que doy es cansado.

Por lo que me escape del centro comercial para venir aquí.

Avanzo mirando las hojas caer de los árboles, cosa que me da mucha tranquilidad ya que mi bebé la siente y comienza a moverse dando a entender que también le gusta este ambiente.

Sonrió al toparme con el guardia de la entrada a la empresa, quien en cuanto me reconoce me acompaña al ascensor.

—Es un placer volver a verla señora. —me dice mientras caminamos.

—El placer es mío Román. —le respondo cortésmente.

—Supongo que el señor no sabe sobre su llegada a la empresa sola. De ser así, el mismo hubiese salido a esperarla.

—Lo conoces tan bien, que ya sabes porque sale. —digo entre risas.

—Todos aquí sabemos porque sale y se pone enfrente la puerta. No es secreto para ningún trabajador de Ferrer Company’s todo el amor que el Sr. tiene hacia usted y la pequeña. —dice presionando el botón para que baje el elevador.

—En eso te doy la razón. —digo entrando a la caja que me llevara a la oficina del CEO.

—Fue un gusto conversar con usted. —dice antes de que se cierren las puertas y se comiencen a marcar los pisos hasta llegar al último.

Salgo de la caja y James —el secretario de Alexander— me reconoce al instante.

—¡Oh dios! Has bendecido esta oficina con tan bello ángel. —dice juntando las manos mientras mira el techo, mientras se acerca.

—Basta James. —le pido— ¿Alexander está ocupado?

—Está en su oficina firmando papeles y más papeles —dice cansado.

—Entiendo, creo que, lo mejor sería irme y esperarlo en casa. —propongo dándome la vuelta para regresar al elevador.

—¡No! No te puedes ir, menos si has venido sola. Esa bestia es capaz de asesinarnos a todos cuando se entere de eso. Tengo una idea mejor. —se acerca y me toma las manos— La bestia necesita ser bendecido por una bella gacela en peligro, el encantado de ayudarte, dejara todo y…

—¿Qué estás diciendo? —murmuró de manera graciosa.

—Digo que entraras ahí y lo cautivaras con tu belleza y después se irán a su mansión. —menciona mientras nos acercamos a la puerta de la oficina. — Tu tranquila, que yo haré todo lo posible porque te reciba. —toca y asoma su cabeza.

Me recargo en la pared mientras escucho lo que dice: —Señor, afuera hay dos bellos ángeles caídos del cielo, esperando ser corrompidos por tal bestia de ojos verdes, con cuerpo de pecador y voz de película. —dice y trato de aguantarme la risa.

—¿Qué idioteces estas diciendo James? —menciona mi esposo enojado.

—Digo que… su esposa ha venido sola a la oficina… —dice de manera rápida y termina posicionándose detrás de mío, escudándose.

Y es aquí donde un Alexander enojado sale y se topa con mis ojos.

—Hola cariño, te extrañe mucho. —le digo mientras me acerco a él y deposito un beso en la comisura de su boca.

—Bárbara —gruñe— ¿Qué haces aquí y sola?

—Hemos venido a verte, la niña estaba muy inquieta el día de hoy, ¿no es así cariño? —le preguntó a mi bebé quien en respuesta da pequeñas pataditas.

—Hay que hermoso. —dice James— Necesito sentir eso.

—No vas a sentir nada de eso, imbécil. —dice Alexander.




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