No muy lejos de Konoha un grupo de ninjas se acercaba, saltando entre los árboles, el que se encontraba adelante del grupo tenía una máscara de zorro a diferencia de sus dos acompañantes que estaban detrás de él, quienes tenían el rostro cubierto con sus capas negras.
Unos minutos después se encontraron delante de las puertas de Konoha, cuando se detuvieron el más pequeño de los 3 continuaba completamente cubierto a diferencia de los otros 2, que daban un par de pasos colocándose en frente, que al retirarse las capuchas que escondían sus rostros, aparecieron protectores de la aldea de la arena, un par de segundos después se liberaron de sus capas.
Un pelirrojo de ojos celestes claros que tenía guantes negros que cubría desde la mitad de su mano hasta la mitad de su antebrazo, vestía una polera con capucha de igual color que sus ojos y un pantalón negro un poco holgados y botas de igual color, en la hebilla de su cinturón tenía un símbolo muy peculiar, comenzó a estirarse como si de un gato se tratara, tenía una sonrisa alegre y una mirada pícara, junto a él su compañero, un oscuro peliazul con cola de caballo con mechones a los lados, de ojos color ámbar, tenía su bandana negra cubriendo la parte superior de su cabeza, al igual que su compañero vestía una polera con capucha pero este era de color gris oscuro, un pantalón y botas negro pero con un pequeño detalle un sello en su muslo izquierdo, este también tenía en su hebilla el mismo símbolo que su compañero, poseía una mirada seria y penetrante ambos ninjas eran atractivos a su manera pero el que se encontraba detrás de ellos permanecía de forma estoica.
—Y bien, ¿adónde vamos ahora? —preguntó el pelirrojo dirigiéndose a sus compañeros.
—Nuestra primera parada es la torre del Hokage —contestó el peliazul sin mucha emoción
—¡Entonces en marcha! —dijo sonriendo eufórico a su compañero.
Los guardias observaron a los ninjas, ciertamente eran singulares porque no portaban los uniformes de los ninjas de la arena y esperaron a que cruzaran las puertas.
—Bienvenidos, ¿cuál es la razón de su visita? —preguntó uno de los guardias que aún analizaba a sus nuevos visitantes ***curiosamente aquí no se encontraban Kotetsu e Izumo, estaban de vacaciones, recordemos que se les conoce como los eternos guardianes, o al menos a este humilde escritor le han hecho creer eso, en algún momento tenían que dejar de vivir en la entrada de Konoha ¿no?... sí, lo sé, sé que se la pasaban durmiendo pero concentrémonos ***
—Tenemos una misión conjunta con los de Konoha, como puede ver somos ninjas de Sunagakure —el peliazul solo señalo su protector.
El segundo guardia comenzó a revisar su lista, se detuvo y le dio una mirada de confirmación a su compañero.
—Los esperábamos, ¡un momento por favor! —llamó a un Anbu para guiarlos.
—¿Su compañero podría mostrar su rostro? —dijo de pronto el otro guardia ganándose las miradas incrédulas de los ninjas de la arena y de su propio compañero.
—Me temo que eso no será posible como puede ver, es un Anbu —resaltó lo obvio el peliazul.
—Solo es por seguridad —insistió el guardia que no le quito el ojo de encima al ninja con la máscara, que se mantenía en silencio y sin prestar atención a lo que pasaba a su alrededor.
—Oye, oye... sé que nuestras aldeas no son las mejores amigas, pero… ¿no crees que pedir algo así es muy tonto de tu parte? —alegó el pelirrojo que tenía los brazos cruzados detrás de su cabeza, dirigiéndose al guardia con una sonrisa burlona, al tiempo que éste le dirigió una mirada de molestia.
—Disculpen a mi compañero, es su primer día —dijo el otro guardia intentando calmar las cosas.
—Ahh... pero aun así, es sentido común el saber —dijo el pelirrojo aun manteniendo su posición, y que no parecía tener intención alguna de ayudar.
—Es suficiente —intervino el peliazul, con unos ojos serios hacia su compañero, que le mantenía la mirada.
—Hai, hai... pero que conste que yo no lo inicié —dijo el pelirrojo caminando hacia su tercer compañero.
—¿Podríamos continuar con nuestro camino? Tenemos un poco de prisa —dijo el peliazul, al tiempo que el Anbu que solicitó el guardia llegó, quien solo había esperado el momento para aparecer.
De camino al despacho del Hokage, los ninjas pasaron por la calle principal admirando la aldea que rebosaba de vida, eran ninjas que siempre vivieron del desierto. Así que esto era nuevo para ellos, ya que era su primera misión fuera del territorio de Suna, a excepción del ninja de la arena con máscara de zorro, que no parecía ser perturbado con nada, el Anbu de Konoha que los acompañaba se limitó a observarlos, para sus ojos uno parecía un niño que le dieron su primer regalo porque no paraba de sonreír y maravillarse con las tiendas a su alrededor, el segundo se limitaba a esbozar ocasionalmente una sonrisa que era dirigida a las librerías, el Anbu solo concluyó que era del tipo inteligente, cuando dirigió su mirada hacia el tercer ninja este solo se limitaba a seguirlos, vio que no participaba en la conversación de sus compañeros y estos tampoco parecían prestarle atención «parece que es el rezagado del grupo o quizás es...» pensó el Anbu hasta que de la nada el último ninja se detuvo sacándolo de sus pensamientos.
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Editado: 02.12.2018