"Mi nombre es Teuchi. Tengo 12 años y quiero ser cocinero. A mis papás no les gusta mucho esa idea porque les gustaría que me dedique al negocio familiar. Pero la verdad es que no me gusta la carpintería. Soy torpe con las manos y siempre termino golpeándome. Me gustaría que mis padres entendieran mi deseo y me dejen seguir mi sueño."
Un niño Teuchi había escrito eso en una tarea que le habían dejado en la escuela.
Estaba en un salón muy parecido al de la academia ninja, solo que en ese lugar impartían clases para los civiles.
El salón estaba lleno de niños que en el futuro aprenderían diversos oficios que no necesariamente estarían ligados con el ámbito militar que regía la aldea. El profesor estaba vigilando que los niños mantuvieran el orden mientras escribían un pequeño ensayo acerca de qué querían hacer con sus vidas.
De repente, sonó el timbre que anunciaba el final de la clase y los alumnos se pusieron de pie.
- Eso es todo chicos!!! - dijo el profesor - por favor déjenme su ensayo y pueden irse a casa!!!
Teuchi y sus compañeros dejaron las tareas en la mesa del profesor y después de despedirse de él, salieron corriendo hacia la puerta principal de la escuela.
- El que sale al último es un huevo podrido!!! - gritaban.
Esa pequeña carrera era el pan de cada dia y Teuchi ya ni se molestaba en correr. Sabía que era el más lento de todos los chicos y todo su esfuerzo por ganarles había sido en vano.
Sin embargo, ese día fue diferente. Una niña salió después de Teuchi, por lo que no fue el último ese día. Quién era? Nunca la había visto antes. En esa edad importaba poco la identidad de la persona cuando se jugaba a algo, por lo que los demás niños solo atinaron a burlarse.
- Huevo podrido, huevo podrido!!!
Y se fueron corriendo mientras la niña se puso a llorar silenciosamente tapándose los ojos con las manos. Teuchi se le acercó tímidamente.
- Oye, te encuentras bien?
- *Sollozo* Sí... lo siento, es que soy nueva aquí. Es mi primer día y todo me salió mal en las clases. Y para colmo esto... - siguió llorando.
Teuchi no sabía qué hacer. Nunca antes había hablado con una niña. Solo atinó a sacar un pañuelo e intentar ayudarle a secarse las lágrimas.
- Gracias... - respondió ella, débilmente.
- Mira también tengo esto. - Sacó un recipiente con agua de su bolso. - Bébelo.
- Te sientes mejor?
- S-sí, muchas gracias - le regaló una pequeña sonrisa.
Teuchi pudo observarla más detenidamente. Tenía el cabello lacio castaño amarrado con un lazo. Sus ojos, color ámbar. Usaba un vestido de flores amarillas y tenía colgado un bolso pequeño dónde guardaba sus apuntes.
Le pareció una pequeña belleza y no pudo evitar sonrojarse un poco e intentó devolverle la sonrisa pero no pudo.
- Oye, cómo te llamas?
- *suspiro* ......Eh? Ah, me llamo Teuchi.
- Mucho gusto Teuchi, mi nombre es
Yuri Kikuchi. Y también muchas gracias por ayudarme. Quisieras venir a cenar a mi casa en agradecimiento?
- Oh, por supuesto. Solo déjame avisar a mis padres. Si quieres puedes acompañarme.
- De acuerdo.
Los dos caminaron hacia la casa de Teuchi en el centro de Konoha. Sus padres eran particularmente estrictos con él pero al verlo llegar acompañado de una chica le dieron el permiso sin pensarlo dos veces.
- Oye, esto parece una cita no crees? - dijo Yuri mientras se dirigían a su casa.
- No lo creo. Aún somos jóvenes para eso.
- Lo sé, estoy bromeando.
- Bueno, hemos llegado.
Teuchi se sorprendió tanto que casi se le salen los ojos. Acababan de llegar a un restaurante de ramen.
- Papá ya llegué!!! - gritó Yuri - traje a un amigo a cenar!!!
De la cocina salió un señor fornido y algo entrado en años.
- Oh Yuri-chan y tú eres.....
- Teuchi, señor.
- Ya veo, y qué intenciones tienes con mi hija???!!!
- Calma papá - explicó Yuri - él me consoló cuando me sentí triste hoy en la escuela.
- En serio? Bueno, todavía no se pone el sol. Cuéntame qué pasó.
Yuri le contó a detalle lo que fue su primer día de escuela. Su papá le preguntó muchas cosas a Teuchi y este pudo aprender muchas cosas del negocio familiar.
El papá de Yuri había tenido una pequeña escuela de cocina pero no le fue bien por las constantes guerras que habían en Konoha. La gran mayoría de jóvenes se alistaban en la academia shinobi y no habían muchas personas interesadas en aprender el oficio de cocinero.
Al darse cuenta de eso, cerró la escuela y puso un modesto restaurante de ramen.
Teuchi no acreditaba lo que estaba escuchando.
- Señor!!! Mi sueño es ser un cocinero desde que era muy pequeño, pero mis padres quieren que sea carpintero.
- Oh, debes decidirte pronto, ya se acerca la graduación de la escuela.
Así como en la academia shinobi, los niños civiles se graduaban a los 12 años y aprendían el oficio al cual se dedicarían el resto de sus vidas.
Por fin estaba lista la comida. El señor les sirvió dos enormes tazones de ramen y se sentaron a la mesa. Teuchi estaba un poco receloso ya que era la primera vez que comía ramen. Pero apenas probó un sorbo del caldo se dió cuenta que estaba ante una maravilla culinaria. Perdió el control de sus modales y comenzó a comer con prisa, como si le fueran a quitar el plato en cualquier momento. Cada ingrediente, cada medida exacta. El aderezo, todo le supo a comida digna de dioses. Cuando terminó, ya lo había decidido.
- Señor, quiero ser su alumno y dedicarme a cocinar ramen!!!
De vuelta en el presente, Naruto y Sakura ya habían acabado sus platos. El señor Teuchi se tomó un pequeño descanso de su historia.
- Entonces se puso a estudiar con el viejo y se casó con Yuri cierto??? - preguntó Naruto.
- Ehm, no es tan simple. - contestó Teuchi.
- Por qué?
- Bueno, desde ese día comencé a ir a diario al restaurante y aprendí todo lo que pude del señor.