El Ris-Cardenal Alexander miraba con detenimiento la luna llena en la ventana del tren que se dirigía apresuradamente hacia el Vaticano. Su Excelencia el Papa Pío XV había convocado de forma urgente a una reunión extraordinaria con todos los Ris-Cardenales, evento sólo visto unas pocas veces en la historia y únicamente organizado cuando la Iglesia debía tomar una decisión trascendental para el destino de la cristiandad y el mantenimiento del orden mundial instituido.
Al llegar, varios Arcontes salieron raudos a custodiarlo y lo escoltaron hacia la sala de los siete, donde se encontraba un recinto ornado con finas decoraciones en mármol y otras piedras preciosas. Las ventanas estaban abiertas dejando colar la luz de la luna y enormes candelabros de cristal iluminaban tenuemente la estancia. En una larga mesa rectangular se hallaban sentados los otros cinco Ris-Cardenales y Su Excelencia presidiendo en la cabecera.
Ris-Cardenal Alexander: Lamento mi tardanza – Dijo con voz exhausta mientras tomaba asiento.
Papa Pio XV: No se preocupe, los he convocado de forma repentina y agradezco que hayan acudido con la rapidez que sus posibilidades permitieron – Respondió mientras bebía un sorbo de agua – A nuestra edad, estos trajines resultan extenuantes. Pero he requerido su presencia por un asunto de vital importancia. Ezequiel, por favor comenta a los demás cardenales aquello que me informaste.
Ris-Cardenal Ezequiel: Por supuesto, Su Excelencia. Ayer al alba recibimos una noticia verdaderamente alarmante. El temible demonio de ojos rojos, ha sido avistado – Ante estas palabras, los cardenales abrieron sus ojos con sobresalto e irguieron sus espaldas en sus asientos – Atacó uno de nuestros lugares sagrados El Recinto, y aunque no sustrajo documentos realmente valiosos, se llevó un texto sobre energía espiritual, obviamente buscando incrementar sus formidables poderes.
Ris-Cardenal Joseph: Entonces lo que busca el Demonio es educarse, no veo qué hacemos aquí reunidos por eso – Intervino con sorna mientras se recostaba en su silla.
Ris-Cardenal Ezequiel: No es tan simple – Replicó mirando severamente a Joseph – Nosotros asumimos el control absoluto de este mundo hace siglos para erradicar las costumbres pecaminosas e impías que condujeron a la humanidad a su destrucción. Ahora son sólo las Sagradas Escrituras las que gobiernan nuestras vidas. La sola existencia de este ser infernal es una afrenta y un peligro para todo cuanto hemos construido. Debemos actuar.
Ris-Cardenal Bartolomeo: Señores, ¿estamos seguros que el demonio es una amenaza para nosotros?
Ris-Cardenal Ezequiel: Todo aquel que tenga sangre de demonio, es un enemigo para el mundo que durante más de quinientos años hemos construido
Ris-Cardenal Miguel: Entonces, tenemos que eliminarlo – Dijo con vehemencia – Tal y como hicimos con las demás religiones y figuras que amenazaron nuestro reinado. No podemos tolerar nada que afecte nuestro control, más aún si fue visto en territorio Luterano.
Ris-Cardenal Philippe: Entendido, Señores. Yo me encargaré de eliminarlo – Se genero un sobresalto en la sala – Tengo a la Mitnaqesh perfecta para este trabajo.
Ris-Cardenal Joseph: ¿Estás seguro? Ese demonio es un ser muy poderoso, yo enviaría un ejército.
Ris-Cardenal Philippe: No podemos enviar un ejército, es necesario un asesino experimentado, esta niña nació los legendarios ojos de ángel, por ello podrá identificar fácilmente la naturaleza demoníaca del sujeto, sin importar su apariencia – Todos los demás cardenales se exaltaron – Adicionalmente, domina con maestría los cuatro elementos, con semejante poder, es la ejecutora ideal para acabar silenciosamente con la amenaza. Actuará rápida y eficazmente.
Todos los demás cardenales se exaltaron ante la mención de esa temible asesina. Alexander escuchaba con pesar, sabiendo que muy pocos Mitnaqesh nacían con semejantes dotes. La niña estaba marcada por la desgracia de sus extraordinarios pero temibles poderes, no podía imaginar los horrores que había vivido en su terrible entrenamiento.
Ris-Cardenal Miguel: ¿Por qué nos has mantenido en la ignorancia sobre la existencia de esa despiadada asesina durante todos estos años? – Pregunto Indignado - ¿Acaso no confías en tus propios hermanos cardenales?
Ris-Cardenal Bartolomeo: Es una imprudencia haber escondido semejante arma letal por tanto tiempo. ¿Qué otras cosas cruciales nos has ocultado? Debimos haberla utilizado antes para proteger los intereses de la Iglesia.
Ris-Cardenal Philippe: Mis Mitnaqesh obedecen solo a mí, y sólo las uso cuando es absolutamente necesario, no las desperdicio inútilmente – Increpo de forma desafiante – Revelar sus identidades pondría en riesgo su efectividad. Además, nunca la usé porque rastrear al Demonio en todo el mundo es imposible para cualquiera. Pero ahora que su paradero se ha acotado a una zona, es factible dar con él.
Ris-Cardenal Miguel: Eso no justifica el secretismo con tus pares, Esta falta de transparencia siembra dudas sobre tus intenciones.
Ris-Cardenal Ezequiel: ¡Basta! Lo crucial es eliminar la amenaza. Ya discutiremos esto después. Philippe, procede como sea necesario.
El Papa no dijo nada, simplemente aceptó la propuesta.
Alexander permaneció en un tenso silencio durante toda la reunión, con la mirada perdida y gesto preocupado. Rápidamente se retiró de allí sin mediar palabra, dejando una extraña sensación entre sus pares cardenales.
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Editado: 15.09.2024