Capitulo VII

Una suave brisa movía las largas cortinas blancas y junto con el dulce trino de los pájaros, se anunciaba la llegada del nuevo día, la luz del alba se filtraba por la pequeña ventana iluminando la sencilla habitación del Claustro y junto a ella se encontraba Iris, con su largo cabello rubio y rizado cayendo suavemente sobre la delicada túnica celeste que cubría su esbelta figura, tras unos instantes, abrió sus vibrantes ojos verdes y dirigió su mirada hacia el exterior, una suave sonrisa se dibujó en su rostro al observar los cálidos rayos de sol que bañaban el paisaje.

Emitió un solemne susurro, interrumpido por su compañera de cuarto; Alma, que removió las sábanas y lanzo un sonoro bostezo.

Alma: Buenos días Iris. Veo que ya estás despierta, como siempre madrugas más que el mismísimo sol – Dijo con voz somnolienta y sin abrir totalmente los ojos.

Iris: Sabes que me gusta disfrutar del amanecer, es un momento de paz antes de empezar el día – Respondió con una cálida sonrisa.

Alma: El problema es que a pesar de que eres tan callada, al mismo tiempo irradias tanta luz que no me dejas dormir – Se sentó en la cama y miró a su compañera, aunque llevaban años compartiendo habitación, Iris seguía siendo un misterio para ella – Además, a veces hablas como si tuvieras cientos de años.

Iris: Quinientos veintisiete siendo precisos – Respondió Iris en tono de broma.

Alma: Deberías decirme tu secreto para verte tan joven – De nuevo se acostó sobre su cama – Somos compañeras de cuarto después de todo y nos conocemos desde hace mucho.

Iris: Mi secreto... Es la determinación que tengo para salvar al mundo – Alma no sabía si era una broma o lo decía en serio.

Alma: Esta bien – Dijo en tono sarcástico – Podemos salvarlo después de que duerma un poco más – Se acomodo de nuevo entre las sábanas – Pensé que por fin me responderías de que eres un Ángel.

Iris: Quién sabe, quizás lo sea… – Respondió enigmáticamente, se acercó a su cama y la termino de cubrir con las sábanas, Alma esbozo una ligera sonrisa que Iris respondió sinceramente, sellando así una sincera amistad.