Nasham

Capitulo VIII

Al ver la espeluznante escena, todo a su alrededor se detuvo, el ambiente denso del pueblo lo había consumido por completo y en su mente, un millar de pensamientos empezaron a cruzar, no sabía qué hacer, su corazón estaba acelerado y sus manos empezaron a temblar.

Azath comenzó a caminar hacia la madre de Jillya sin darse cuenta, sabía que era una mala idea involucrarse demasiado con los humanos, pero sus piernas se movían solas.

Cuando estuvo cerca, las puertas de la enorme basílica se abrieron, de allí salieron dos acólitos que caminaban muy lento, sin voluntad en sus pisadas, la señora empezó a gritarles fuertemente, afirmando que se habían llevado a su niña y que debían devolvérsela, en medio de los gritos, Azath ya se encontraba lo bastante cerca para que todos notaran su presencia, de inmediato, la señora lo reconoció y se acercó a él pidiéndole ayuda con desesperación.

Azath todavía tenía su corazón bastante acelerado, haciendo uso de su energía espiritual logró calmarse y despejar su mente, permitiéndole analizar con claridad la situación, entendió que Jillya había desaparecido. 

Sin embargo, sabía que mientras más tiempo estuvieran allí, llamarían la atención; de repente, la señora se desmayó frente a él, Azath fue a atraparla antes de que cayera al suelo, los acólitos caminaron hacia ellos con intención de llevársela.

Con una voz bastante desgastada, le exigieron que les entregara a la señora, Azath sabía que no podía iniciar un combate en ese momento, necesitaba obtener más información sobre lo que había pasado con la niña antes de actuar.

Entonces, dentro de la basílica, divisó un grupo de velas cuyo fuego, usando energía espiritual, logró avivar hasta quemar unas cortinas cercanas. En ese momento de distracción, aprovechó para tomar a la madre de Jillya y escapar del lugar.

En la posada del pueblo, la madre de Jillya se estaba despertando, Azath se encontraba sentado esperando a que ella recobrara la consciencia, cuando lo vio, él se levantó rápidamente y le pidió que se mantuviera calmada, que respondiera a todas sus preguntas para poder ayudarla, le alcanzó un plato de comida y un vaso de agua, que la señora devoró en un instante.

Hace tres noches; le explicó sollozando, un grupo de acólitos había llegado a la posada donde ellas vivían y sin mediar palabra raptaron a la niña para luego desaparecer en la oscuridad, la señora sabía perfectamente que provenían de la basílica de este pueblo, así que desde ese mismo día decidió perseguirlos sin descanso ni comida, al observarlos salir de la basílica, supo con certeza que ellos tenían a su hija.

La madre de Jillya se dejó caer de rodillas, con el rostro surcado en lágrimas, entre sollozos, le suplicaba una y otra vez que no abandonara a su pobre hija, que no la dejara morir en manos de esos despiadados hombres, le rogaba que la ayudara a rescatar todo lo que más amaba en esta vida.

Azath sentía que el peso de esas desgarradoras súplicas resonaba en las paredes frías de esa habitación, él se levantó lentamente de la silla y observaba por la ventana la majestuosa basílica que se erigía imponente sobre el pueblo.

Azath se encontraba en un gran predicamento; sabía que al involucrarse estaría rompiendo sus códigos de no interactuar mucho con los humanos, que pondría en riesgo su anonimato que tanto trabajo le había costado mantener todos estos años desde la Segunda Devastación. Los humanos lo odiaban por lo sucedido e involucrarse en el asunto llamaría mucho la atención.

Sin embargo, por otro lado, el rostro de Jillya vino a su mente; esa pequeña niña que se había acercado a él sin prejuicios, regalándole una mirada cándida y llena de esperanza con sus grandes ojos azules, una extraña calidez invadió su pecho al recordar la promesa que le había hecho, apretando los puños, tomó su decisión; se acercó a la madre y le juro que le ayudará a encontrar a su pequeña niña, asegurándose de hacer pagar a los responsables. 

Al bajar las escaleras, sus oscuros ojos se posaron sobre Pauline, la joven sintió un escalofrío recorrer su espalda, mientras su pulso se aceleraba como un frenético tambor y los clientes que hablaban con ella se quedaron petrificados; algo en la energía que emanaba ese misterioso forastero los llenó de pavor.

Azath sabía que al ser la dueña de la posada, Pauline tendría información, pero debía cambiar sus métodos para lograr que ella hablara...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.